Cannes, cuando un jurado se equivoca

El jurado del 67 Festival de Cannes,
presidido por Jane Campion e integrado
por Sofía Coppola, Gael García Bernal, Willem Dafoe, Jia Zhangke, Nicolás
Winding Refn, Carole Bouquet, Leila Hatami y Jeon Do-Yeon, es un monumento al
eurocentrismo desequilibrado y discriminador particularmente contra América
Latina.

El derecho del jurado era premiar. Y
lo ha hecho. Y es inapelable, parte de las
reglas aceptadas cuando cada quien sometió su propuesta, por lo que nada
puede hacerse ahora para enmendar entuertos y
cofradías no expresas.

Para la historia del cine ya no hay
dudas: ganaron los que ganaron, pero esa verdad no impide ver realidades,
desajustes y desequilibrios que afloran por donde quiera que se hunda el pulsor
en esa masa de premios otorgados.

El error más grave es haber
despojado a Deux jours, une nuit”,
de los Jean-Pierre y Luc Dardenne, responsables de una
obra del cine social de altísima facturación artística y realizada a un
costo material mínimo, en base a buen guión y una actuación de Marión Cotillard
que dejó más de una audiencia prendada de su intensidad y admirada por su
lucha aferrada al empleo.

El premio a la actuación femenina, a
pesar del desempeño de Julianne Moore en «Maps to the Stars», era
inquitable para la Cotillard. Ella era la princesa real, para críticos y
público, por su desempeño.

O póngalo de otra forma: Si una
película fue mal tratada por este jurado fue la divertida y ácida
comedia “Relatos salvajes”, del argentino Damián Szifrón, máxima representación
de América Latina y que debió luchar, a pesar de la genialidad en su guión. En
Cannes, los jurados rechaza las comedias, consideradas en como “arte
cinematográfico menor”. La película será estrenada en RD en el VI
Festival de Fine Arts de Novo Centro.

El veredicto se regodeó en
a Europa. Primó la perspectiva de Europa de premiarse a si misma, pero
sin mucho acierto dentro de universo fílmico del viejo continente.

La palma de oro a Winter
Sleep», del director turco Nuri Bilge Ceylan, de cas tres horas e
intelectualmente elitista, se respeta, en modo alguno se comparte
por el prejuicio que provoca a otras opciones, incluyendo la argentina
Relatos Salvajes y la de los hermanos Dardenne. Escasamente comercial, impasable para el gran público, este trabajo
servirá para pequeñas salas de ensayo y arte, lo que no le quita valor
artistico pero que le resta impacto como obra premiada en Cannes.

Adios al Lenguaje («Adieu
au langage») de Jean-Luc Godard, un maestro francés que apoyado en que es
una marca, en el cine por sus glorias pasadas, presentó un despropósito,
quien se considera que cualquier cosa que haga, merecerá aplauso. Su
experimentación visual, unida a ratos por textos y con un perro que habla
narrando el fin del mundo, fue hasta abucheado, impresión que se trató de
evitar que llegara a los titulares de prensa. El trabajo de Godard incluso tiene
deficiencias en su sistema 3.D, con unas asincronías lamentables. Steve Carrel fue despojado de
la Palma de Oro por su protagónico en Foxcacher, de Bennet Miller, muy superior
a Timothy Spall por «Mr Turner». Otra perjudicada fue
Timbuktyu, del director mauritanio Aderrhmane, con un cine de considerable
compromiso social y estándares artísticos sorprendentes. Siempre fue una
favorita de la crítica.

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