Bicentenario de la Parroquia San José de las Matas
El celebrado editor e historiador del
municipio de San José de las Matas, en la provincia de Santiago, Piero Espinal
Estévez, de cuya amistad tengo razón de vanagloriarme, ha puesto en mis manos
una obra interesante que comenta el nacimiento de la Parroquia San José, a
manera de que los habitantes de aquella municipalidad reconstruyan en su
memoria el Bicentenario de su fundación (1814-2014). Esta memorable obra ha llenado de
alegría y de sana espiritualidad doscientos años de vida parroquial. La
historia de la Parroquia llega por suerte en momentos en que la sociedad
dominicana en general ha entrado en una descomposición moral y ética lastimosa,
por no decir lacerante, donde los vicios, la concupiscencia, acompañada de
desobediencia interior de la población, le ha ganado la batalla a la virtud de
la honestidad y la decencia y, sobre todo, ha mermado la prédica al temor de
Dios.
Nos cuenta el autor en el introito del
libro que el episodio que causó la creación del poblado de San José de las
Matas se debió a las “devastaciones de Montecristi y Puerto Plata, dirigidas
por Antonio Osorio, llevadas a cabo para evitar que los vecinos de aquellos
puertos tuvieran contacto con los ingleses, franceses y holandeses,
considerados como herejes, que se burlaban del Papa y de la fe cristiana”.
Estos relatos históricos deben de entrar
a formar parte importante de la formación educativa, cultural y religiosa de
los habitantes de San José de las Matas, toda vez a que tuvieron un enorme
significado en la configuración originaria de ese poblado. Los aportes que
brindó la fe católica en esos territorios de nuestras lujuriantes sierras,
enclavados en el macizo de la cordillera Central, aún quedan como reminiscencia
positiva de párrocos como José María Reyes Colón, José Eugenio Espinosa y
Manuel de Jesús Moscoso.
Parece ser que la presencia ilustre de
estos curas en San José de las Matas tuvieron una exquisita influencia en la
formación cristiana de toda la comarca y en sus pobladores, quienes de igual
manera respondieron con sumo fervor sacramental la catequización, hasta tal
punto que hoy no podemos afirmar con certeza si la cristianización del pueblo
dominicano comenzó por la villa de la Isabela, por Santo Domingo o por San José
de las Matas, con la llegada de estos prelados en 1783.
Ciertamente habría que aceptar el hecho
de que la verdadera devoción católica en estas zonas antiguamente de agrestes a
la frescura y tan apegadas a la fe cristiana tuvo un crecimiento grandioso
debido a que por allí se incrementó la pastoral como un medio poderoso para la
evangelización, por los valores propios que ésta contiene. Se dice que los
materos nunca tuvieron sed por falta de predicaciones tempranas y oportunas.
La voz dulce e iluminada del presbítero
José Basarte, a cargo de quien estuvo la mirada vigilante de la parroquia, fue
escuchada en toda aquella región que era como el consejo en Éxodo 15:26 que dice: “Si escuchas
atentamente la voz del Señor tu Dios y haces lo que es recto ante Sus ojos, y
escuchas Sus mandamientos, y guardas todos Sus estatutos, no te enviaré ninguna
de las enfermedades que envié sobre los egipcios. Porque yo, el Señor, soy tu
sanador”.
Dios le dio a San José de las Matas el
árbol del pino, con tallo erecto y de hojas verdes-azuladas; se dice que el
pino es una gran máquina que almacena energía y la mayor parte de los elementos
esenciales para la vida. También le dio la brisa fresca y perfumada de la que
habló el poeta sevillano Rafael Lasso de la Vega.
Además, se cree que la efervescencia
patriótica de los habitantes de San José de las Matas se debe principalmente a
que la feligresía de allí contó con la presencia majestuosa y apostólica del
presbítero santiagués José Eugenio Espinosa, de quien se da cuenta que entabló
una vigorosa amistad con el patricio Juan Pablo Duarte.
Piero Espinal inserta en su libro puesto
a circular en la circunstancia del bicentenario de la Parroquia San José
informaciones y sucesos felices que deben ser leídos y apreciados por las
actuales generaciones de materos para que estos pormenores les refresquen
aquellos recuerdos pasados y se ofrezcan como una luz para que ilumine los
caminos presentes y futuros, los que han de recorrer en su diario trajinar por
las sendas del conocimiento, de la cultura y de la historia.
La Santa Madre Iglesia Católica,
Apostólica y Romana nunca ha dejado un segundo sin atender la evangelización de
las poblaciones de las sierras, ello así porque en la medida en que los vicios
y las desinformaciones sobre el significado de la verdadera obra de Dios se
dejase de hacer sin perseverancia los enemigos de la fe se podrían aprovechar
de la falta de orientaciones bíblicas y de liturgia, como expresara Pablo VI.
Este libro de Piero Espinal Estévez
publicado, como expresé anteriormente, con la sana intención de educar sobre
unos hechos históricos y espirituales, lo que nos hace recordar es el deber de
los católicos y, sobre todo, de los sacerdotes a que hay que incluir
permanentemente una llamada a la conversión y a la fe, a la caridad fraterna y
al compromiso apostólico y misionero o de lo contrario la sociedad dominicana
seguirá imitando y ahondando en los antivalores. San José de las Matas, como
parroquia y como ciudadanos trabajadores y honestos, debe de escuchar la voz de
sus pastores porque es de la única manera que podrían salvarse de esta peste de
la corrupción y las drogas.