«Arandela», aguinaldo y Navidad
Acerca del centenario aguinaldo que todos cantan y citan con el título de «A las arandelas», en el primer párrafo de un artículo publicado en este mismo diario ((23/11/2019) escribí yo lo siguiente:
« Quizás la mayor parte de los dominicanos lo hemos cantado, bailado y tarareado alguna vez; pero talvez muchos desconocen que su título original es “Cánticos” y no “A las arandelas”, como popularmente se conoce. Que fue compuesto en Santiago hace ya ciento once años, específicamente el 16 de noviembre de 1908, y que su autor lo fue el laureado cantor o poeta popular mocano – santiaguero Juan Antonio Alix (1833- 1918), el cual le dedicó la referida composición al presbítero don Manuel de Jesús González, cura de la parroquia La Altagracia de la ciudad de Santiago de los Caballeros. Se trata, pues, del más antiguo y conocido de los aguinaldos dominicanos…» (https:// almomento.net/notas-acerca-de- un-clasico-aguinaldo/)
La referida pieza poética, “Cánticos”, está compuesta por ochenta versos de arte menor, octosílabos en su totalidad, distribuidos en veinte estrofas. Solo en la última de estas aparece el término “arandelas”:
Así, pues señores,
sin más dilación,
entremos cantando,
arandelas son”.
sin más dilación,
entremos cantando,
arandelas son”.
Con el transcurrir del tiempo, muchos de los versos que conforman la estructura de esos “Cánticos” fueron musicalizados y ampliados con otros que nada tienen que ver con el contenido del texto original. Esa versión modificada musicalmente se popularizó con el título de «A las arandelas», y en ella dicho nombre se repite tres veces a modo de estribillo:
“Ábreme la puerta,
que estoy en la calle,
y dirá la gente,
que esto es un desaire.
que estoy en la calle,
y dirá la gente,
que esto es un desaire.
Allá dentro veo,
un bulto tapao,
no sé si será,
algún puerco horneado.
un bulto tapao,
no sé si será,
algún puerco horneado.
A las arandelas,
a las arandelas,
a las arandelas,
de ni corazón…»
a las arandelas,
a las arandelas,
de ni corazón…»
A la luz de la presencia de la precitada voz en una composición inspirada en las costumbres tradicionales dominicanas propias de las navidades, surgen las preguntas obligadas :
a) ¿En el español general y dominicano, ¿qué significado soporta el término arandela? ¿Qué relación semántica existe entre dicho vocablo y las fiestas navideñas? En otras palabras, ¿qué se quiere decir con ese estribillo?
El Diccionario de la lengua española, acerca de la palabra “arandela” registra trece significados, cuatro de los cuales se asocian a la cultura dominicana, aunque no al período navideño:
1. «Pieza delgada, generalmente circular y con un orificio en el centro, que sirve para mantener apretados una tuerca o tornillo, asegurar el cierre hermético de una junta o evitar el roce entre dos piezas»
2. «Objeto o pieza en forma de aro disco horadado»
3. «Volante, cenefa, adorno circular femenino»
4. «En general, cualquier pieza en forma de disco perforado»
El Diccionario del español dominicano (2024: 49), por su parte, acerca de la susodicha voz, nos presenta los valores significativos siguientes:
1. «Pieza de tela fruncida que se pone como adorno en los bordes de prendas de vestir, cortinas o tapicerías»
2. «Chorreras y vueltas de una camisa o una blusa»
En virtud de las citas precedentes, se aprecia a todas luces que no existe la menor relación semántica entre los conceptos que los dos diccionarios consultados aportan acerca del término “arandela” con las navidades dominicanas y con el sentido que el llamado «Cantor del Yaque» (Juan A. Alix) lo emplea cuando embriagado del espíritu navideño invita:
«Así, pues señores,
sin más dilación,
entremos cantando,
sin más dilación,
entremos cantando,
arandelas son».
Por esa razón, igualmente notamos la ausencia de vínculos semánticos e ignoramos qué habrá querido decir el musicalizador que modificó los «Cánticos» del iluminado decimero mocano – santiaguero en su ultrapopular e histórico estribillo:
«A las arandelas,
a las arandelas,
a las arandelas,
de mi corazón…»
a las arandelas,
a las arandelas,
de mi corazón…»
El autor es profesor universitario de Lengua y Literatura. Reside en Santiago de los Caballeros.
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