Reglas del debate        

El insumo de un debate político, económico, social, académico, jurídico o moral se genera en cualquier parte y a partir de cualquier suceso, estadística, propuesta o simple opinión. Solo se requiere que los intervinientes  posean calidad para debatir, que se acojan a  elementales principios éticos y que se alejen del ámbito de la injuria y la afrenta.

Cuando se trata de una denuncia sobre  supuesta colisión con la ley por parte de un funcionario público, lo aconsejable seria que  su tutor  ponga en conocimiento de los órganos jurisdiccionales de los elementos probatorios que le confieren merito, sin el consabido prejuicio de que la justicia es prejuiciosa o paralizada.

Si se elige la vía de la confrontación mediática, los contendientes deberían tener en cuenta que  no se trata de una lucha  de artes marciales en la cual a  los  boxeadores se le permite patadas o derribar al rival a como de lugar. En parangón al deporte  la regla de debe regir es la del Marqués de Queensberry.

Cuando el debate se origina en una estrategia partidaria que procura degradar la consideración personal y política del presidente  de la Republica, entonces no se puede pretender que  el escenario de confrontación sea el pulpito o la sala de audiencia, porque el propósito no es eclesial, ético ni jurídico, sino político.

Tampoco se debería obligar a quien es objeto de una bien dirigida ofensiva mediática a solo  cubrirse el rostro con sus manos porque quien golpea es una mujer, por demás  altamente talentoso. En esos caso, la ley de equidad de género solo obliga  a la debida cortesía y respeto a la contrincante, pero no a callar ante el infundio o la afrenta.

Muchos de los grandes debates en la historia política nacional han tenido su origen en un informe de prensa, por lo cual  el medio  en cuestión o todos, renuncian al rol de arbitraje y se ciñen los guantes para pelear, pero aun así deben cumplir con la obligación de abrir  sus páginas, micrófonos o cámaras a sus contrincantes.

Los órganos de control social y jurídico actúan básicamente por apoderamiento, cuando el tema del debate  se refiere a posible violación de le ley penal, pero en todo estado de causa a quien se imputa un ilícito penal se debe presumir inocente hasta que sea condenado  en instancia definitiva. Los medios de comunicación no pueden operar como patíbulo ni obligar a nadie a tomar cicuta  del  deshonor.

El debate político tiene su regla que se fundamente principalmente en  apego a la ética, sin manipular o mezclar maliciosamente mentiras con medias verdades con el propósito de crear falsas  percepciones colectivas. Es esencial que  el que  debate  al menos crea que posee la razón, ventaja y que no intentara sobrepasarse.

Creo firmemente que el  debido respeto es compromiso de doble vía, que nada tiene que ver con la equidad de género, aunque si con la caballerosidad, y que  todo ciudadano tiene derecho a rebelarse contra la injuria y la afrenta. El mejor ejemplo ha sido el de la vicepresidenta Margarita Cedeño.

 

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