OPINION: A quién quieres engañar, boricua?
Por CRISTINA MARRERO
Son muchos los que se benefician del inmigrante indocumentado, demostrando con esto que el rechazo hacia nosotros es una moneda que tiene dos caras.
La manera que tengo de medir el sentimiento general de la población en relación a los dominicanos, es a través de los comentarios en las redes sociales. No es una forma fiable, porque el ciberespacio está lleno de “trolls”; y no todo el mundo le gusta irse pico a pico con desconocidos escudados en una pantalla.
Aún así los leo y reviento. Rara vez comento. En todo caso aprovecho y promociono el blog (www.elcanaldelosmonos.blogspot.com), buscando que alguien me haga caso, lo lea, se ría y reflexione.
El comentario más recurrente es sobre las plazas de trabajo que los dominicanos ocupan, quitándoles oportunidad laboral al residente local.
El otro es sobre las ayudas federales que supuestamente recibimos. O sea que restamos porciones al pastel que les corresponde a ellos.
En relación a este último, es ridículo pensar que los cientos de miles de dominicanos que viven en la isla reciben ayudas. La mayoría son indocumentados, por lo tanto no cualifican para la obtención de beneficios (al menos el PAN y la Reforma que son los que normalmente citan).
Cuando hablan de las plazas de trabajo me imagino a un niño haciendo una perreta por un juguete que ni le interesa. Pues muchos dominicanos, independientemente de su preparación, toman trabajos dentro de la economía informal -por llamarlo de alguna manera- limpiando casas o en negocios de comida que siempre están contratando gente porque según entran dos, a la semana siguiente se les van tres.
No se. Es una percepción mía, pero no me parece que los puertorriqueños andan matándose por limpiar una casa o servir una mesa. Así que, porque la hostilidad?!
La razón de este escrito, que reconozco no tiene nada de simpático, es para denunciar la explotación laboral que son víctima muchos inmigrantes. Se presume que como vienen a trabajar y no tienen documentos de estatus TIENEN QUE aceptar las condiciones impuestas, aunque atenten contra sus derechos más básicos.
Es lamentable que compañías establecidas y exitosas, desconozcan estos derechos, degenerando en explotación laboral y silencio total de la sociedad.
Lily es mi amiga y colega. Profesional graduada en periodismo. Ocupó puestos de trabajo importantes en la República Dominicana. Preparación le sobra. El azar, más que la necesidad, la trajo hace un buen tiempo a este territorio americano. Cuando empezó un trabajo nuevo hace dos años, sus pertenencias más importantes eran una visa vencida y la esperanza de que su talento brillara por encima de sus circunstancias.
Una prestigiosa compañía local que vende artículos de bebés la contrató en su sede de San Juan. Primero, unos días a la semana y luego permanentemente.
Lily fue sincera. Les dijo que sus documentos estaban en proceso -lo cual era cierto- pero su caso en particular podría tardar y de hecho tardó bastante. Mientras, ellos le hacían todos los descuentos de ley, como Seguro Social y Medicaid. Trabajaba horas extras que no le pagaban e inexplicablemente su cheque llegaba de distintas sumas -siempre menos de lo acordado-. El ambiente de trabajo no era el más alentador. Por más que se esforzara y les REGALARA de su tiempo nunca era reconocida de manera positiva.
Un día -como ocurría con frecuencia- la jefa dijo: “Puedes coger tu cartera e irte…” Normalmente cuando lo decía, era a todas las empleadas en general, pero aquel día lo dijo directo a ella. Su nivel de dignidad le impidió quedarse. Por eso, cuando la jefa agregó -tal vez asustada de ver que a Lily no le tembló la mano cuando sujetó su bolso-: “tómate dos días libres sin paga”. Mi amiga dijo: “No. Yo no vuelvo más”.
Doy fe que ella no es una malcriada. Su respeto hacia sí misma pudo más que un salario mal recortado mes a mes.
El factor discriminatorio vino después, cuando recibió su liquidación correspondiente y ella preguntó qué pasaba con los descuentos que le habían hecho a lo largo de casi dos años. La respuesta de la compañía fue que: “Por tu problema del seguro social esas aportaciones se pierden”.
Cómo que se pierden?!?!?
Les explico a los lectores:
La conveniencia de emplear a personal sin documentos es que a estos no se les realizan descuentos, y la compañía contratante no tiene que pagar al Departamento de Hacienda ni las aportaciones descontadas ni otros gastos aplicables. Es una acción ilegal que en cierta forma conviene a ambas partes.
El caso de esta empresa fue que actuó como si estuviera reportando el salario de mi amiga, cosa imposible porque la paga se debe adjudicar a un seguro social que en ese momento ella no tenía. En conclusión, le robaron, porque le quitaron dinero de su salario para beneficio y ahorro de la empresa.
Cuando Lily les planteó la situación ellos se lavaron las manos y con desprecio hicieron referencia al seguro social, invitándola si así lo deseaba, a investigar en el Departamento del Trabajo.
Obviamente ellos dudaban que mi amiga lo hiciera. Por qué? Porque para la mayoría del puertorriqueño, un inmigrante indocumentado no tiene derecho a reclamar ni exigir NADA.
Ciertamente ella siempre agradeció que la emplearan en su situación (y lo demostró no reclamando las horas extras). Pero, se cae de la mata que el inmigrante que viene a trabajar tiene que ganarse el pan sí o sí. Con o sin papeles. Este acto no legal será una constante, sobretodo mientras haya quién contrate.
Entonces pienso, por qué menospreciar tanto la presencia de inmigrantes si todos se benefician? Se beneficia el indocumentado al recibir empleo y se benefician los negociantes que los explotan y sacan partido de la situación.
Una vez quise denunciar una realidad alarmante, pero por falta de información y evidencia no lo hice. Cierta persona trabajaba en un hospital. Aparentemente, existe una red -según me dijeron hace un año, aliada a personal del Departamento de Hacienda- que toman los números de seguro social de los hijos nacidos en Puerto Rico de inmigrantes indocumentados que por su condición no rinden planillas. Usan estos SS para reportarlos como dependientes y recibir dinero por ellos. Algo así era.
A lo que voy, repito y concluyo, la hostilidad no corresponde cuando se obtiene un provecho del ente discriminado.
Exhorto a todos los dominicanos a informarse sobre sus derechos y a los puertorriqueños a amarnos un poquito más. Como buenos aliados, démonos la mano en este mal negocio. Porque aquella señora que lava tu baño, la que te sirve arroz con habichuela en algún negocio de Santurce o el que recoge los escombros en tu patio, no te está robando una oportunidad de empleo, ni tiene una ATH del Departamento de la Familia… Sólo busca su sustento y el de sus dependientes.
El rechazo no luce y discriminarnos pasó de moda. Sino pregunte a las empresas prósperas de este país que están contratando mano de obra indocumentada y vea lo bien que les va.
Les dejo con esta cita:
“Hay que mirar con amor al inmigrante que huye de la pobreza”, José Monegro, Subdirector del periódico El Día, en RD. -En relación a la migración haitiana y los conflictos de los gobiernos que comparte La Española.
jt/am