A los perredeístas de Nueva York
Una de las razones por las que el PRD se ha mantenido como una opción de poder, a pesar de las acciones depredadoras de una buena parte de su dirección, que se ha apandillado en la denominada “Convergencia”, es la capacidad del equipo de Vargas Maldonado para pactar las legítimas diferencias existentes entre los sectores que actúan al interior del partido.
En estos momentos en que por mandato de su dirección se están realizando las convenciones, en todos los municipios del país ha primado el espíritu de fraternidad y entendimiento, y en todos ellos, se han presentado propuestas consensuadas, que han recibido el respaldo general de todos los perredeístas. Esta brillante idea, ha servido para que la línea de crecimiento del proyecto, se mantenga en continua aceleración y apuntando a las elecciones de 2016.
Y es que la regla que el presidente del PRD ha impuesto a los adentros del partido, ha sido “evitar todo lo que pueda dividir, y privilegiar todo lo que pueda unificar”; claro, siempre con el tamiz que imponen los estatutos partidarios, ley suprema de la organización. A diario se escucha, en cada estamento del conglomerado blanco que: “es mejor un oportuno arreglo, que un imprudente pleito”. Y bajo este criterio se ha actuado. Y qué bueno que así haya sido.
Desde luego que esa política de compactación de las fuerzas internas, sumada a la sólida disciplina impuesta, actuará como elemento catalizador para atraer los sectores disidentes que se agrupan en el sector liquidador del partido. La avalancha de dirigentes perredeístas que quieren participar en el proceso que se avecina, es una realidad inevitable, motivada en este espíritu de concordia y reconocimiento que impone Vargas al PRD, y en la vocación de poder de un partido que ha podido sobrevivir a todas las crisis, a pesar del baldón que representan las viejas autoridades, hoy afortunadamente desplazadas de la dirección central.
Hago estas precisiones iniciales porque entiendo que esa línea maestra de acción de Miguel Vargas, no ha sido interpretada a cabalidad por los perredeístas de Nueva York, que se quieren enfrentar en una contienda donde nadie quiere entregar nada, pero si quedarse con todo. Es verdaderamente significativo el hecho de que ninguno de los dos grupos tenga puntos de coincidencia con el otro. No hay un sólo perredeísta que sea propuesto por los dos bandos en pugna y eso me preocupa, porque significa que ninguno pretende unificar el proyecto después de la convención sino, imponerse, avasallar, reducir al otro, aun a costa de sacrificar la salud del partido y disminuir por tanto las posibilidades electorales en el 2016.
Las reglas del juego político electoral, siempre implicarán sumar y multiplicar, nunca restar y dividir, y ésto deberían saberlo mis amigos perredeístas de NYC. Pero además, es lo que ha estado haciendo la dirección del partido durante los últimos dos años, y realmente no entiendo por qué no tratan de imitarlo, reproduciendo en Nueva York, lo que se ha hecho en más de cien municipios del país y las seccionales del Exterior.
Personalmente he realizado algunos esfuerzos para que los cabecillas de los dos sectores que se disputan la dirección del partido en la Gran Manzana se acerquen y presenten un acuerdo de caballeros para realizar una “Convención Pactada”, donde estén representados los mejores activos del partido y donde no se deje pauta para que un solo perredeísta se sienta desplazado.
Pero el intento ha sido en vano, por eso escribo esta nota de manera pública. Parece que nadie entiende que el PRD no gana con que un sector derrote al otro. Por el contrario, se fortalecería grandemente si todos los cuadros políticos que hoy siguen al presidente Vargas, se integran a los organismos de dirección. Pero además, debo decir, que lo que menos necesita el proyecto perredeísta en este momento es una lucha intestina excluyente.
Tengo que señalar también, que el grado de confrontación interna ha rebasado los parámetros permitidos por el juego democrático, y a resultas, se vislumbra que el sector derrotado entrará en un período de reflujo. Y desde luego que ello en nada conviene, si es que se está pensando en las elecciones venideras.
Quiero terminar refiriendo mis amigos perredeístas locales, a la sentencia de don Manuel Fraga: “la política es sólo el arte de lo posible”, y ello implica que si no se hace “lo que hay que hacer”, será imposible obtener los resultados apetecidos. El simple juego democrático, no garantiza por sí mismo el éxito político. Para que sea efectivo, hay que implementarlo siempre de forma inteligente y ágil.
Ojalá que la sensatez y el sentido común retornen a las cabezas de los perredeístas de Nueva York, ojalá.
¡Vivimos, seguiremos disparando!
jt/am