P. RICO: Sobrevivientes naufragio insisten hubo acoso de FURA
SAN JUAN.- Para muchas personas ver ballenas en su hábitat natural es uno de los mayores sueños de su vida, pero para una de las sobrevivientes del incidente ocurrido la semana pasada en aguas cercanas a Quebradillas y Camuy, en la que se volcó una yola dejando al menos una veintena de personas desaparecidas, reconocer la peligrosa cercanía de algunos enormes cetáceos se convirtió en el principio de una pesadilla de la que aún hoy siente que no ha despertado.
Damaris ahora debe comparecer ante un juez federal, pero entiende que la citación y el proceso desde que la detuvieron cuando todavía luchaba por su vida han estado llenos de irregularidades, mientras que pide que alguien pague por las acciones que calificó como violentas e inhumanas de parte de agentes de las Fuerzas Unidas de Rápida Acción (FURA) y la Guardia Costera.
Según Damaris, fueron las acciones de las autoridades las que provocaron que la embarcación se virara.
“Dios sabe que no estoy mintiendo. Esa gente hizo giros y entre más giros hacían, más se acercaban. Usted sabe que hasta en un vaso de agua que usted tenga con una cuchara, usted lo está removiendo y se forma un remolino, ¿verdad? Entonces no hay más nada que decir. Ellos provocaron un remolino”, declaró.
“Fue algo muy, muy, muy trágico que yo sé que no va a salir de la mente de nosotros… aún despertamos pensando que estamos en la embarcación, que estamos tomando agua (de mar)”, afirmó ayer aún con voz angustiada.
Y continuó recordando.
“Ellos nos rodearon. Nosotros le gritábamos que había mujeres embarazadas y menores, que nos iban a virar, que pararan”, pero de acuerdo con Damaris, los agentes alegadamente ignoraron los ruegos y continuaron rodeándolos, lo que entiende fue un acoso, porque ya estaban identificados y no podían escapar. La mujer confirmó que eran cuatro las mujeres embarazadas y al menos un menor de 16 años.
“En un momento a lo lejos yo alcanzaba a ver así ballenas… Yo decía: ‘Señor, claro que son muy bonitas… pero que no se acerquen’, porque ¿usted sabe qué sucede, el oleaje que iba a provocar? Yo decía: ‘No permitas que se acerquen, Padre Celestial’”, narró.
Antonia, otra de las sobrevivientes, todavía no puede caminar bien. Cojea del lado derecho, tiene abrasiones y las piernas hinchadas a consecuencia del viaje.
Dijo que uno de los pensamientos recurrentes que tiene ahora es la imagen de cómo los oficiales de la lancha de FURA, tras rodearlos en un sinnúmero de ocasiones, nunca regresaron para lanzarles salvavidas y sacarlos del agua después que zozobraron.
“Llegó un momento en que yo me di por vencida porque no sé nadar, creo que el surfista me vio porque me agarró, y yo me asusté… Pero la gente de la lancha nunca nos rescató… Después me llevaron a una lanchita y luego me llevaron al barco (de la Guardia Costera). Ahí duramos dos días… tengo un pie descompuesto, tengo muchas quemaduras y ellos me decían que no, que ni siquiera una pastilla ni nada podían darme”, como tampoco le dieron explicaciones de por qué permanecían en altamar, cuál sería su futuro, qué iban a hacer con ellos, ni le permitieron hacer una llamada para avisar a sus familiares que estaba viva, contó.
Asimismo, dijo que los papeles que le dieron para firmar estaban en inglés, idioma que no entiende, y aseguró que se los explicaron sin mucho detalle. Insistió en que no le abundaron sobre la importancia de contactar al Consulado Dominicano y que por lo general, las personas que migran dicen que no quieren esa ayuda porque “no era importante”.
Finalmente, emprendieron rumbo a la República Dominicana, pero como pasaron más días y no llegaban, le preguntaron a un oficial que les dijo “ustedes no van para Santo Domingo, lo están pidiendo”, así que desembarcaron en un muelle cuyo nombre no recuerda y otros oficiales, los recogieron. Luego les dijeron que regresaron porque su caso era “especial”.
Por su parte, Máxima, quien también sobrevivió, mantuvo la cabeza agachada y apenas habló. Es la más afectada, dijeron sus compañeras que aseguraron todavía repite y pregunta lo mismo muchas veces, llora frecuentemente y entienden que sigue en “shock”.
Máxima también sufrió abrasiones en las piernas. Recuerda pasar algunos días bajo un mal tiempo terrible y estar vomitando casi toda la travesía antes de llegar cerca de la costa de Puerto Rico y luego la tragedia.
Las tres mujeres tienen hijos y, aunque dos de ellas tenían trabajo en su país, lo que les pagaban no era suficiente para sobrevivir, mientras que otra de las mujeres debía quedarse en su casa para cuidar sus hijos porque uno de ellos tiene una condición de salud que le impide quedarse solo. Con la aspiración de darles un mejor futuro si conseguían un buen trabajo aquí, se embarcaron sin tener una idea clara de los peligros que les rodearían.
Ahora esperan que no las deporten y ganarse la vida con trabajo duro para ayudar a sacar adelante a sus respectivos hijos.
“Me gustaría que me dieran una oportunidad. Que nos dejen trabajar… conseguir un trabajo y trabajar decente. Derechito. Eso es”, expresó Máxima.
“ASESINATO”
Para José Rodríguez, portavoz del Comité Dominicano de Derechos Humanos, la acción de FURA se trató de un asesinato que se tiene que investigar a fondo.
“Esto es uso y costumbre en FURA, hacerle ese giro alrededor de la yola. Ya ha habido muertes por esa misma práctica y ellos vuelven y lo hacen, pero esta vez con la salvedad de que hay testigos que lo confirmaron”, dijo en entrevista separada.
Recordó que el Negociado de la Policía sigue bajo una monitoría federal que obligó a implementar unas reformas ante denuncias de continuos abusos por parte de agentes.
“Hay gente que no se ha comunicado con su familia. Hoy estamos recibiendo fotos y nombres de algunos que no aparecen por ningún sitio. Entonces, ese es el llamado que hacemos: tiene que haber consecuencias porque la Policía está en una reforma y esto que hicieron fue un asesinato, a todas luces. Están los testigos, están los testimonios. Fiscalía Federal debe abrir una investigación de esto”, pidió.
El secretario del Departamento de Seguridad Pública, Alexis Torres, dijo que las alegaciones en contra de los agentes de FURA eran “erradas, injustas e irresponsables” y que el único culpable de lo sucedido fue el capitán de la embarcación que no quiso detenerse a pesar de los llamados que le hicieron. Adelantó que ya lo identificaron y será acusado a nivel federal esta semana por cargos relacionados con trata humana.
“Culpar a FURA de cometer un acto ilegal, de falta de trabajo o de no dar primera respuesta es irresponsable. Le damos la bienvenida a cualquier investigación federal”, afirmó.
Mientras, el portavoz de la Policía, coronel Pedro Sánchez, sostuvo que las alegaciones eran “falsas y calumniosas”.
“Tan falsas son como que los agentes, en medio de peligrosas condiciones marítimas, rescataron a once tripulantes de la embarcación y le brindaron primeros auxilios, incluyendo resucitación cardiopulmonar, a una mujer embarazada”, sostuvo por medio de declaraciones escritas.
Torres dijo que también revivieron a otra mujer que estaba más cercana a la orilla.
Ricardo Castrodad, portavoz de prensa de la Guardia Costera, rechazó que oficiales de esa agencia hubiesen obrado mal, al tiempo en que señaló que el buque patrullero donde acogieron a las 11 personas rescatadas apenas tiene equipo médico de primeros auxilios que dicta el protocolo se tienen que brindar. Contrario a Torres indicó que no era necesaria ninguna investigación sobre posibles irregularidades.
La semana pasada, el portavoz del Negociado de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) para la región del Caribe e Islas Vírgenes, Jeffrey Quiñones, afirmó que la falta de precisión en las declaraciones de las personas rescatadas tras el naufragio complicaba los esfuerzos por localizar a más sobrevivientes.
Según el funcionario federal, de los 12 individuos con estatus migratorio no definido que fueron llevados a la base del CBP en Aguadilla, algunos indicaron que en la yola de apenas 32 pies de eslora viajaban cerca de 30 personas, mientras que otros apuntan a que la cifra supera los 50.