Triple penalidad

 

Cuánto esfuerzo y eficacia se concentran para perseguir a los conductores que no pagan el impuesto correspondiente a la circulación de sus vehículos en el plazo establecido por las autoridades.

Cuán eficiente resulta la AMET (policía de tránsito) para localizar a quienes no acudieron a tiempo a honrar tal compromiso tributario.

Es como para desear semejante vigor en cuestiones más apremiantes. Desde la víspera del plazo fatal, la Dirección de Impuestos Internos y la AMET anunciaron que al día siguiente -31 de diciembre- no darían tregua a los conductores de vehículos que no llevaran el marbete que indica que ha renovado el derecho de circulación.

Miles de vehículos no lograron hacer el pago, por lo que a partir de la Nochevieja no pueden circular, además de que pagarán 600 pesos adicionales. Mientras tanto, otros ciudadanos hacen mofas de quienes “lo dejan todo para el último día”. Pese a que se interpreta que esa morosidad es parte de nuestro carácter.

Ya el seis de este mes, la prensa publicaba informes oficiales acerca de la detención de 1,600 vehículos por falta del llamado marbete. Encima de eso, sus propietarios han de pagar una multa –dispuesta por AMET- de mil pesos, mientras la DGII le agrega 600 pesos al monto inicial del impuesto.

¡Cuánta eficiencia para sacarle dinero a los que ganan menos! Se ha dicho que el mayor número de vehículos sin renovar marbete es del año 2009 hacia atrás. Son los que deberían pagar mil 200 pesos, es decir el monto más bajo, en vehículos de uso privado, y obviamente deben corresponder a la capa de menor ingreso entre los propietarios.

Tal condición no ha de exceptuarlos del impedimento de circulación, pero esa ha de ser la penalidad. Quien no renueve placa pierde el derecho a circular en su auto, pero la voracidad financiera oficial no se limita a eso y hace oportuna la ocasión para de este modo meter sus manos en los bolsillos de los ciudadanos.

La AMET, que además de policía, se abroga las funciones de tribunal (pone multas) y de oficina recaudadora, se solaza en la persecución de los conductores morosos porque de este modo su comandante gana puntos con el Presidente. Muchos agentes chatean mientras conductores desaprensivos pasan semáforos en rojo.

A diario, la gente se queja del servicio de los agentes de tránsito y hasta se le atribuye la responsabilidad en la formación de los tapones, pero la AMET se espabila para buscar a quienes no han pagado el impuesto de la placa. Así se pone a esta pobre gente a sufrir tres penalidades: persecución policial, multa y recargo.



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