Descubrimiento del crimen

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¿Qué es el crimen? ¿Cual idea es
preciso formarse? Tanta gente, tantas
respuestas diferentes. Cada uno, según su medio, su educación, su temperamento,
dará una solución particular a la cuestión así proyectada.

“No hay peor crimen que la
blasfemia contra Dios”, dicen unos. “La propiedad es inviolable”, “Ni Dios ni
amo”, responden los otros. “La propiedad es un robo”.

El duel necesidad de honor,
afirman estos; vestigio de barbarie, declaran aquellos.

La confusión más completa reinaría
siempre, y ninguna ciencia sería posible en semejante materia, si se
pretendía definir el crimen por la idea que cada uno se hace.

Es la gran tentación de los
sociólogos.

En lugar de observar las cosas,
describirlas y compararlas, nos conformamos de tomar conciencia de nuestras
ideas, analizarlas, combinarlas. En lugar, de una ciencia de realidad, no
hacemos más que un análisis ideológico.” (Emile Durkheim).

Es cierto que la confrontación de
los diversos sistemas elaborados por el espíritu de los hombres puede ser útil
al psicólogo, y ahí está su verdadero valor objetivo. Pero en cuanto a salir
del tema y alcanzar los hechos, objetos de la ciencia sociológica, y más
especialmente de la criminología, no debería considerar este método. “Hasta el
presente, la sociología mas o menos exclusivamente tratado, no cosas sino
conceptos”.

También, volviendo a la cuestión
inicial: ¿Que es el crimen? Debemos resueltamente descartar la segunda pregunta
explicitando falsa y peligrosamente la primera: ¿Cual idea es preciso hacerse?

Nuestra resolución es tomada y
bien tomada. No confundiremos más los hechos con nuestras maneras de
apreciarlos.

Más deseos personales erigidos en
formulas generales.

Ambas nuestras opiniones abordaron
el mejor, nuestras convicciones más firmes qué no vienen de una fuente que no
sea nosotros mismos.¿Y qué haría
nuestra ingenuidad, si le pedimos a nuestro favorito «tabula rasa
íntimo», sobre la vida y sus diversas manifestaciones, las luces que han
salido de ella misma, y no la vida, fuente común de ideas?

¿Qué es el crimen? Es el estudio
del criminal que enseñamos. ¿Pero cuál criminal? Aquí tenemos sólo la vergüenza
de elección.¿Lo cual no es un
delito a una persona? Basta que un oriental pase a Occidente o que un hombre de
color venga a Europa para que los puntos de vista se reviertan y que el honesto
hombre se vuelva malo. Es necesario pues que nuestra observación, para ser
verídica y verdaderamente solida, se extienda a todo el Universo; pero
entonces, un nuevo orden de dificultades surge. Si se ha podido decir: “Verdad
Deca de los Pirineos, error en el pasado o en el futuro? E incluso si me
hubiera examinado uno por uno a todos los criminales en mi tiempo, mi trabajo
no es necesariamente breve y temporal?

Es así que un método científico
verdaderamente sincero y desinteresado abre al sociólogo, sea cual sea el
objeto de sus investigaciones, un inmenso campo de observación, y, digámoslo,
un horizonte de trabajo ilimitado.

Es a tomar o dejar. Libre que
invertir la perspectiva y pretende mantener la pirámide en equilibrio, con la
punta hacia abajo. Es la universal realidad que enriquecerá nuestro espíritu o
es nuestra razón aislada que, orgullosamente e ingenuamente a la vez,
pretenderá dictar un mundo que no sabe el nombre de puntos de vista y sistemas
que pueden tener valor como que les da vida. Buena leche nervudo y fuerte
«, luchamos nuestra enfermera, o qué no reconocemos que la vida viene de
la misma y el secreto de la salud fue la?La
tentación es fuerte y es una de las formas, la más alta sea, la eterna lucha.
No se actúa solo y no se piensa solo. Si quiero actuar sin conocer el medio
donde mi brazo va a extenderse, este será aplastado tarde o temprano por las
fuerzas adversas desconocidas.

Si pretendo explicar el mundo sin
conocerlo o conociéndolo parcialmente, mi pensamiento no será sino una idea más
yendo

a perderse, rápido disuelta, en el
mundo de las ideas. Es necesario escoger y elegir y luchar resueltamente á
todo, para encontrar algo. Por lo tanto, la repetición de la pregunta que fue
el punto de partida de estas reflexiones:¿Que
es el crimen? Respondernos ahora: Pregunte a la vida real en todo momento y en
todo lugar.

Sin embargo, sigue habiendo una
medida de precaución. Nuestro objetivo es tener la vida real, ¿cuáles son los
caracteres constitutivos del delito, para llegar á desentrañar las causas y
encontrar los remedios. Pero ¿qué pasa con la investigación se debe hacer? El
gran peligro parece ya se ha informado en cada paso. Todavía no podemos ver
todo, escudriñando todo toda la mirada.Necesitamos
un hilo.Buscar la delincuencia
en el nombre de tan grande que puede ser cualquier definición ideal, es caer en
el error evitado una primera vez y todo tiene que ser hecho de nuevo.Pero la definición del delito,
conforme a lo dispuesto en la exitosa fórmula de Durkheim, «no la función
de una idea de la mente, sino de propiedades que son inherentes a él,»
entonces se puede lograr el objetivo deseado.

Y puesto que el pensamiento de ese
sociólogo se impone tan imperiosamente desde el comienzo de esas reflexiones,
que nos sea permitido tomar prestado de él, al menos provisionalmente, su
definición.

“Constatamos la existencia de un
cierto número de actos que presentan todos ese carácter exterior que, una vez
realizados, ellos determinan de parte de la sociedad esta reacción particular
que se llama la pena. Hacemos un grupo sui generis, que nos imponemos un tema
común, que llamamos delito cualquier acto punible y la delincuencia y hemos
definido el objeto de una ciencia especial, la criminología. (El método
sociológico).

Es cierto que en descartando desde
los comienzos toda opinión preconcebida sobre el fondo intimo y distinguiendo
los hechos a estudiar por un carácter puramente exterior sobre el cual nadie
puede diferir, se coloca ante sí un objeto bien neto, bien preciso, en el cual
el merito esencial es de ser ante tod un objeto.

Las precauciones esenciales se
toman ahora. El objeto de estudio existe, en los contornos detenidos: son los
actos castigables. Sobre su naturaleza, no más luz que Descartes sobre el hecho
del pensamiento, cuando este elemento indivisible y primordial detenía, como
una barrera, su duda metódica”. Sobre la evolución de sus caracteres, sobre la
manera en la cual los diversos legisladores los han comprendido o habrían
debido comprenderlas, en las diferentes épocas, bajo todas las latitudes, diferencias
y contradicciones.

Lo que no varía, es el carácter
exterior común a todos que tomamos como base de nuestras investigaciones.

Renunciando resueltamente a ir de
las “ideas a las cosas”, quizás iremos mas seguros “de las cosas a las
ideas”.

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