Víctor Gómez Bergés: la historia de una frustración o de una felonía
Víctor Gómez Bergés acaba de presentar una reedición de uno de sus libros más polémicos, el que hace treinta y dos años llamé la historia de una frustración o de una felonía.
La política es un amasijo de duras y abortadas acciones individuales y un conjunto de eslabones de perfidias, pasiones, resentimientos, ilusas perspectivas, maquinaciones y posturas taimadas.
El libro de Gómez Bergés es un libro fascinante. Su contenido constituye la revelación de un episodio de nuestra historia política y diplomática que, a pesar de haber ocurrido hace cuarenta y dos años, aún repercute por las extrañas decisiones que dieron al traste con la muy segura elección de un dominicano a la máxima dirección del principal organismo regional, la Organización de Estados Americanos.
Víctor fue víctima de maquinaciones dirigidas desde los más altos estratos del poder en nuestro país, a fin de impedir su elección. Y en ese libro reveló el misterio, desentrañó ante la conciencia pública los tejemanejes de aquella historia y ofreció como lección, a través de un relato ceñido a la verdad por los valores irrebatibles de los documentos, la identificación de muchos de nuestros problemas generales, como consecuencia de actitudes que llevan la impronta del chanchullo y el ardid del egocentrismo caudillista.
Se detuvo una candidatura triunfante y se frenó el destino de un joven líder de capacidad y carisma reconocidos entonces hasta por los enemigos del gobierno al que perteneció desde sus inicios.
TRES FASES
Tres fases conforman este hecho histórico. En primer lugar, la misteriosa “licencia” que le concediera el presidente Balaguer a Gómez Bergés después de la reunión de consulta de los ministros de Relaciones Exteriores celebrada en Quito en el último trimestre de 1974 y de dónde venía el entonces canciller dominicano eufórico por el apoyo continental que había recibido.
La segunda fase, como parte del empeño para detener esta segura elección, es la “crisis militar” que se manifestó con la renuncia de los jefes militares del gobierno de Balaguer. El autor asegura que, según confidencias, esa crisis fue generada para detener el triunfo de su candidatura a la dirección de la OEA.
Y, finalmente, la decisión que completa este ciclo la toma Balaguer cuando envía a Mon Castillo (el mismo que formó parte de la avanzada perredeísta de 1961 y que luego figuró como uno de los actores del golpe de 1963), para entonces embajador en Japón, a fin de que realizara gestiones específicas en el Departamento de Estado que permitieran conocer al gobierno de los Estados Unidos que el gobierno dominicano no apoyaba la candidatura de Gómez Bergés.
Releer esta obra –escrita en lenguaje sobrio, ameno y firme- es descubrir los vericuetos de la vida política y diplomática de una etapa difícil de nuestra historia contemporánea, y desde luego percibir el amargo sabor de la derrota a causa del misterio de una individualidad aún de características indescifrables como la del gobernante aludido.
JPM
sencillo, balaguer lo infló y balaguer lo desinfló.
algo sobre balaguer,a lo cual pocas veces nos detenemos a ponderarle,fue su capacidad de demostrar,a través del poder que siempre detentó,lo » frágil/ camaleónico/medradores/traicionero» del carácter de los dominicanos,con algunas acepciones.balaguer siempre supo y lo demostró,que un altísimo porcentaje de los dominicanos,por el precio adecuados,dan un giro de 180 grados y tiran por la borda sus principios.mon castillo y una larga lista de gente en nuestra historia reciente, después de largos años de supuestamente ser luchadores por las » reinvicaciones del pueblo», fueron a parar como mansos conejitos y a cambio de un sueldito,a los pies de balaguer