El Papa canoniza a la Madre Teresa en nutrida ceremonia
CIUDAD DEL VATICANO.’ Muchos la consideraban santa desde hace tiempo. Pero la pequeña gran mujer albanesa que dedicó su vida a cuidar a los más pobres entre los pobres de la India, ahora lo es oficialmente. Este domingo el Papa Francisco ha proclamado Santa a la Madre Teresa de Calcuta en una misa multitudinaria.
Una reliquia de la madre Teresa de Calcuta ha sido colocada junto al altar mayor del atrio de la Plaza de San Pedro, donde el Papa ha celebrado su canonización ante más de 100.000 fieles. La reliquia ha sido llevada al altar justo después de la proclamación.
El relicario, realizado con madera traída de varias partes del mundo con forma de cruz, contiene una ampolla con la sangre de la madre Teresa y fue llevado al altar por dos hermanas de las Misioneras de la Caridad, la congregación que fundó la religiosa y que se caracteriza por sus saris blancos con ribetes azules.
Incrustada en la cruz, se encuentra la ampolla de cristal con forma de gota que representa el ‘Tengo sed’ que dijo Jesús en su martirio y que inspiró a la madre Teresa en «dar de beber» a los necesitados.
La elección de este día para celebrar la canonización de la religiosa no es casualidad. El lunes se cumplen 19 años desde el fallecimiento de la Madre Teresa en la India. La beatificación de la monja albanesa en 2003 por Juan Pablo II reunió en la plaza de San Pedro a más de 300.000 fieles. Y a su canonización, las autoridades vaticanas calculan que asistirán cerca de 600.000 personas de todo el mundo.
Un proceso de canonización que ha sido uno de los más rápidos que se recuerdan en el Vaticano. Se necesita que la Iglesia reconozca dos milagros auténticos para ser elevado a los altares: con el primero se es nombrado beato; con el segundo, santo.
El proceso no puede empezar hasta pasados cinco años del fallecimiento, algo que no sucedió en el caso de la Madre Teresa ya que Juan Pablo II inició el procedimiento de beatificación en 1998, un año después de su muerte.
En 2012, la Iglesia le reconoció un primer milagro, lo que permitió proceder a su beatificación un año más tarde y comenzar el proceso de canonización que concluye este domingo.
Se trataba de una mujer india, Mónica Besra, que padecía un tumor en los ovarios. La mujer acudió a un centro de las Misioneras de la Caridad, la orden fundada por la Madre Teresa. Éstas le colocaron sobre su estómago una pequeña medalla bendecida por la religiosa y rezaron por la curación de la mujer, pobre y madre de cinco hijos. Al despertar, Besra ya no tenía ningún dolor. El tumor había desparecido, reconocieron los médicos que la trataron.
Aunque éstos defendieron que la «milagrosa curación» se debió a que el cáncer, que estaba en una fase de desarrollo precoz, fue tratado con fuerte medicación. Pero tanto para la Iglesia como para Besra, que a día de hoy sigue convencida que en su curación intercedió la religiosa albanesa, se trató de un milagro.
Segundo milagro
En 2015, el Vaticano reconoció un segundo milagro a la Madre Teresa. En este caso, según la Iglesia, la religiosa habría intercedido en diciembre de 2008 en la sanación del ingeniero brasileño Marcilio Haddad Andrino, que padecía una grave infección bacteriana en el cerebro.
Todo comenzó cuando tenía 35 años y empezó a sentir fuertes dolores de cabeza. «Los médicos no conseguían dar con el tratamiento adecuado», relató Andrino durante el último Encuentro para las Amistades de los Pueblos que organiza Comunión y Liberación en la ciudad italiana de Rimini. Desahuciado por los médicos, y con la mitad de su cuerpo paralizado, el joven ingeniero consiguió cumplir su sueño de pasar por el altar con Fernanda Nascimento Rocha.
Tras dos años de sufrimiento, un sacerdote amigo de la pareja les animó a que rezaran pidiendo la intercesión de la Madre Teresa. Más tarde, unos exámenes médicos descubrieron que Marcilio tenía ocho abscesos cerebrales. Tenía que someterse a una operación.
«Puse la reliquia de la Beata que nos había regalado el párroco antes de casarnos en la cabeza de mi marido. Y recé», cuenta emocionada su esposa. Cuando el médico entró en la sala operatoria se encontró a Marcilio despierto. «Ya no sentía dolor. No entendía lo que me estaba pasando», recuerda el ingeniero, que este domingo estará en la Plaza de San Pedro junto al Papa Francisco para presenciar la misa solemne.
Las pruebas médicas demostraron que los abscesos se habían reducido en un 70% y que la hidrocefalia había desaparecido. Los médicos habían advertido a la pareja de que debido a los tratamientos nunca podrían tener hijos. Hoy el matrimonio vive con sus dos pequeños en Río de Janeiro. «Cuando veo a mis hijos, veo a la Madre Teresa. Este milagro hizo a mi familia más fuerte y unida», asegura Marcilio.
Agnes Gonxha Bojaxhiu -el nombre real de la madre Teresa- nació en 1910 en el seno de una familia católica en Skopje, hoy capital de la República de Macedonia. A los ocho años perdió a su padre y se trasladó a Irlanda para entrar en las Hermanas de Loreto. Con ellas llegó a Calcuta por primera vez. Y nunca más se marchó.
En un viaje en tren sintió «una llamada para renunciar a todo y seguir a Jesús», contó. Y fue así como fundó en 1950 la congregación de las Misioneras de la Caridad, que cuenta con cerca de 4.500 religiosas en todo el mundo.
Su labor humanitaria fue reconocida con el Premio Nobel de la Paz en 1979. Cuando en 1985 fue invitada a pronunciar un discurso ante la Asamblea de las Naciones Unidas, el entonces secretario general, Javier Pérez de Cuéllar, la presentó como la persona más «importante» que había pasado por la ONU. A lo que la Madre Teresa, mostrando el rosario que siempre la acompañaba y con gran humildad, respondió: «Yo soy sólo una pobre monja que reza».
«El mensaje de la Madre Teresa era éste: Calcuta está en todas partes. Es una santa para todo», ha dicho el padre Brian Kolodiejchuk, postulador de la causa.