OPINION: Una nación a la deriva

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EL AUTOR es ingeniero agrónoo con maestría en Economía, banquero, empresario, catedrático universitario y miembro del Comité Político del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC). Reside en Santo Domingo.

“…Cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias mas que por su trabajo, y que las leyes no te protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos; cuando descubras que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto-sacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocarte, que tu sociedad está condenada.”  AYN RAND

                                                                                                         

Cuando una embarcación va sin gobierno, es decir sin mando ni dirección, solo a merced de las olas y la corriente marina, se dice que va a la deriva. Y es esto precisamente lo que parece que le sucede al Estado Dominicano, que va sin gobierno, sin guía ni conducción; sin un rumbo cierto y sin control siquiera de la nave que empieza a coger agua y nos muestra una ostensible posibilidad de hundimiento.

Todo parece fuera de control, donde se cometen crímenes que son tipificados como crímenes de Estado y luego nos enteramos que el principal acusado es primo y compadre del Presidente de la República y que el solo hecho de serlo debería avergonzarlos y provocarles ser más cautelosos… y no lo son; que se ventila ya el alcance del robo más grande cometido contra el Tesoro Nacional, como es el caso de Punta Catalina dándose astronómicas cifras que enmudecen a cualquiera; que cada vez que se escudriña sobre alguna institución salen a relucir asqueantes temas de vicios de corrupción, que no lo habríamos de imaginar nunca; que se malgastan los recursos de los contribuyentes, que debería tener un fin de apoyo al progreso, en acciones provocativas y de gran necedad como lo fue el intento de disminuir el éxito de la Marcha Verde del Domingo 12 de Agosto, pagando con dinero del erario cuatro páginas de cubierta de todos los periódicos de circulación nacional.

Con esto se aumentó aún más la indignación en esa parte de la población que manifestaba su descontento, por la corrupción del gobierno y por el manto de impunidad que los protege, de una manera pacífica pero con mucha determinación, tanta que ni la lluvia los hizo amilanarse. A quienes se le ocurrió esta tonta e irrazonable idea no saben que cuando se provoca la indignación de un pueblo se pone en peligro mucho más que un sentimiento de supremacía momentánea. Realmente no lograron nada positivo con esto y sus planteamientos fueron de ambigüedad absoluta y de imprudencia e insensatez. ¿Qué les pasa?

El país se desmorona en la más grande de las aflicciones sociales que es cuando la gente pierde la esperanza de un manejo adecuado de los asuntos públicos para que las acciones a ejecutarse redunden en beneficio para la colectividad. La población, no comprometida, ya no cree en estos gobernantes pues sus acciones están muy distantes de sus discursos. Y obviamente la comprometida, es decir la que obtiene algún beneficio del gobierno mediante empleos conocidos popularmente como “botellas”, negocios o ayudas directas, tendrá que cargar eventualmente con el pesado fardo de su responsabilidad en el deterioro de la situación del país; y que por la venta de sus conciencias, muchos por unos centavos, se habrán de profundizar aún más los problemas nacionales que tarde o temprano nos afectarán a todos.

El gobierno está en el centro mismo de un inmenso torbellino de descrédito que lo arrincona y le reduce cada día su capacidad de maniobra para librarse de la condena sumaria y colectiva que le impone el sentimiento popular. Y es que no podría ser de otra forma pues han hecho todo lo posible para que sea así.

No solo la corrupción imperante es la que fatiga y agobia la estructura del Estado;  es también el sistema político prevaleciente en el país, instaurado por el partido de gobierno, que podría llamarse cualquier cosa, pero nunca una Democracia.  Podríamos decir que un término hibrido que lo identifica, sería Comucleptocracia que combina el Comunismo con la Cleptocracia. La base ideológica del grupo original del partido oficial era comunista. Los comunistas tratan de lograr el poder por el poder en sí, de control absoluto y de manera permanente y esto es lo que han hecho. Por un lado, logrando el poder por la autoridad que representa el dominio sobre los demás; de lograr el control total de todos los estamentos del Estado para mantenerse intocables y lejos de una justa y cabal administración de justicia, y que su mandato sea inacabable. Esto último, no solo por egoísmo político e insatisfecha voracidad sino también por temor a lo que les va a pasar cuando se le saque del poder.

Los verdaderos demócratas entendemos que lograr el poder político es una forma de viabilizar una sociedad y proyectarla al futuro, aceptando a la vez la alternabilidad de gobierno como una condición básica para el desempeño político a largo plazo. La Cleptocracia por su parte, es esa modalidad de gobierno que surge y se mantiene en base al robo de los recursos públicos. Una manera de hacer esto es desarrollando el clientelismo político que juega con la miseria de la gente, otorgando canonjías para amordazar a la oposición y permitiendo el nepotismo que solo beneficia a los funcionarios de turno, sus familiares y allegados. De esta forma, y es lo que han hecho, se llega más rápido al Populismo Autoritario que es la antesala de una dictadura. El resultado de la suma de estos factores lo podríamos visualizar en lo que ha sucedido en ciertos países latinoamericanos que han recorrido el mismo camino, algunos recientemente.

La concepción errada de lo que debe ser un Estado, para los líderes del partido en el gobierno, especialmente para su Comité Político en su absolutismo delirante, que se creen todos una nueva versión de Luis XIV, por aquello de que el Estado soy yo, es lo que los ha llevado a este desorden institucional, tanto administrativo como judicial, que ya no es tolerable bajo ninguna ponderación.

Existe una descomposición de tal magnitud en nuestro ordenamiento social que se hace cada vez más difícil subsistir. La ley existe, pero su aplicación está supeditada a lo que representen los grupos de presión ante el gobierno, por eso nos encontramos con una exigencia de la Unión de Choferes que de repente le reclama al gobierno que este tiene que quitarle todas las multas o contravenciones que le fueron impuestas por violar la ley.  Se manifiestan día tras día los casos más asombrosos e inadmisibles que entorpecen y evitan lograr un manejo político atinado y  razonable.  Importándole muy poco todo esto, algunos de los dirigentes del partido en el poder sin tener algo distinto que ofrecerle a la nación que no sea el descaro de sus impropias actuaciones públicas, se lanzan en procura de una candidatura presidencial como si nada hubiera ocurrido, como si todo estuviera bien. Y realmente no lo está.

Estamos trillando un camino equivocado y pretenden que sigamos como gregarios, aceptando servilmente las ideas o iniciativas ajenas por más absurdas que estas sean.

Así nos encontramos con la intención del Presidente del partido oficial de lograr convertirse en Presidente de la República nuevamente, no obstante sus más cercanos colaboradores en sus gobiernos estar señalados no solo por el rumor público sino por la propia justicia, aunque dominada por ellos, y que momentáneamente tiene otro “dueño”.  El gran artífice de esta estructura mafiosa de dolo y protección; el verdadero responsable de que la República sea una vergüenza con ribetes de categoría global; el que anda por el mundo dictando conferencias de cosas en las que no cree y que solo busca ocultar su desprestigio moral y político. El tres veces Presidente de la República, que ahora piensa que lo va hacer diferente; el principal culpable de todo esto y que debería estar sometido a la justicia por todo cuanto ha hecho, como seria en cualquier otro país, aspira a ser gobierno de nuevo.

Por otro lado, el Presidente de la República, desgastado en el poder, espera cualquier abertura para filtrar su proyecto reeleccionista basado en unos supuestos indicadores económicos y sociales que lo presentan como un verdadero coloso sin serlo, pues lo único que es colosal es el endeudamiento en que se ha incurrido para mantener esto, incluyendo el crecimiento económico. Su gobierno ha sido señalado como uno de los más corruptos de la historia republicana y que protege con una capa de impunidad a sus colaboradores más cercanos, llegándose al extremo de que gobiernos extranjeros presionen al nuestro para que sean llevados a la justicia los implicados en los actos dolosos cometidos contra la Hacienda Nacional.  Todavía se creen y nos hacen creer el cuento de la alta popularidad del gobernante, igual que la “contundente” victoria en las elecciones del 2016, que conllevaba un contundente respaldo de una inmensa cantidad de recursos provenientes de la corrupción y sobre todo del caso de Odebretch en Punta Catalina. Esa popularidad del Presidente se basa en el manejo irresponsable y abusivo que le da el gobierno a los recursos del país.

“…el Estado no tiene más dinero que el dinero que las personas ganan por sí mismas y para sí mismas. Si el Estado quiere gastar más dinero, solo puede hacerlo endeudando tus ahorros o aumentando tus impuestos. No es correcto pensar que alguien lo pagará. Ese alguien eres tú. No hay “dinero público”, solo hay dinero de los contribuyentes.” Margaret Thatcher

En el caso de que el proyecto reeleccionista no prospere, el Presidente actual promoverá algún otro dirigente que lo pudiera proteger, como por ejemplo al Presidente del Senado, quien ha sido también implicado en actos de corrupción cuya investigación todavía no se le ha dado curso. O por un ex Procurador que parece desconocer la magnitud del problema de corrupción cuando “ingenuamente” manifiesta de manera pública que todo el escándalo de corrupción fue por cuatro o cinco personas corruptas dentro de su partido y posteriormente dijo que la mayoría de los dirigentes del partido oficial son serios, íntegros, honestos y transparentes. Creo que deberíamos buscarle prestada la lámpara de Diógenes. O a otros que manejaron los recursos del 4% para la educación y cuando  se investigue el manejo de estos, será lodo del mismo lodazal.

El que este grupo siga dirigiendo los destinos del país significaría que se mantendrá la corrupción y la impunidad pues ninguno de estos que llegara a la Presidencia de la República, sometería a la justicia a los que se han robado los recursos del país, pues son ellos mismos. En adición, el equilibrio necesario en la estructura social se verá cada vez más afectado por el manejo insensato y poco político de los asuntos de Estado.

Y es por todo esto que muchos sentimos que el país va a la deriva. Esperemos encontrar el rumbo antes de que sea demasiado tarde!

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