Una isla en el Caribe: hipocondría social

Según un excelente poeta nacional, esta isla, vilipendiada a grado sumo por aquellos que solo ven las manchas en el astro Rey,  está situada en el mismo trayecto del sol.

Por dicha, aunque algunos no lo perciban, recibiendo mucho más luz que oscuridad.

En este pequeño trabajo, vamos a mostrarles algunas vivencias de lo que hemos llamado: “hipocondría social” o el sádico deseo de algunos para que en esta Quisqueya de nuestros amores, suceda algo terrible con el insano propósito de poder decir: ¡Se los dije!

Comencemos:

— ¡Este maldito gobierno hay que tumbarlo! Ya volvieron a subir el precio del galón de gasolina y con los malditos tapones que se forman, no hay como moverse. Porque, en este país,  todo el mundo tiene carro.

—Gordo, ¿Y por qué no vuelves a hacer lo de antes, montarte en una bicicleta?

— ¡Y e’ fácil!

 

Seguimos:

—Mire tiguere, yo le voy a decir una vaina.  A este jodido metro hay que ponerle más vagones.  No hay forma de uno conseguir un maldito asiento. Y es peor cuando cambio a la línea número dos.  Hay veces que el tren viene tan lleno, que  tengo que esperar por otro.  Esto es lo que se llama un gobierno indolente.

—Gordo ¿y por qué no te vas mejor en una voladora?

— ¿Va a “Seguil”?

 

 

Otra:

— ¿Qué cómo estoy? ¡Vivo por cabezú!  Son diez empleados a los que tengo que cubrirle el seguro de salud, guardar una parte de los ingresos para las malditas prestaciones, las vacaciones y el doble sueldo. Abonarle al préstamo que me dieron en Banca Solidaria. Pagarle impuestos al gobierno porque ahora no cogen corte. Compré unas nuevas máquinas para el negocio y tuve que poner un contador industrial y ahora pago más energía y para colmo, cambié la yipeta y me subieron el seguro porque según ellos, ¡tengo un vehículo de lujo!

—Gordo, ¿Y por qué no vende todo esto, salda el préstamo de Banca Solidaria y vuelve a su patio donde usted era más feliz reparando calzados?

— ¡Oye el otro!

 

Una más:

La verdad es que uno no sabe qué hacer.  Esta semana a los muchachos le dieron en el almuerzo escolar, coditos el martes y espaguetis el jueves.  Se lo adornaron con unos trocitos de pechuga de pollo como para que no digan.  Para colmos el viernes no le dieron merienda porque dizque el camión de los jugos se dañó.  La verdad que el servicio en las escuelas está dejando mucho que desear.

—Gordo ¿Y por qué no envía sus muchachos al colegio como antes?

— ¿Y por qué tú no mandas los tuyos?

 

Y por último:

—Hay que admitir que han hecho un gran cambio en este hospital.  Equipos modernos, en la sala de espera hay donde sentarse.  Hay cafeterías, los baños están bien limpios, no hay que pagar un solo centavo, muy buena atención del personal, pero debieron esperar un poco más para inaugurarlo. ¡Este olor a pintura fresca no hay quien lo aguante!

—Gordo, ¿y por qué…?

— ¡Ya deja la maldita vaina coño! ¡Me tienes “jarto” con tus preguntas!

CarlosMcCoyGuzman@gmail.com

 JPM

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Dalton
Dalton
6 Años hace

lo peor es que despues de ser acusado y condenado en un tribunal de justicia ……tiene derecho al replica y pataleo…..hahahahahah…..mi amigo eso se llama psicopatia