Que los maestros pongan empeño en solucionar sus distorsiones

 
 
Al maestro moderno hay que investirlo del sacrificio, del don de enseñar, de llevar una vida que norme el ejemplo. Son cualidades perdidas en medio de luchas salariales, reivindicaciones sociales y tratar de dar un salto adelante.
Para dar clases hay que tener vocación. No es pararse frente a un pizarrón y poner letras con una tiza. Al maestro de hoy se le enseña a luchar para que se le aumente el salario, pero no a tener el don del sacrificio y de ser el conductor de nuevas generaciones.
Ya está en el olvido la vieja figura del maestro que con un traje hecho jirones, descolorido, con sufrimientos y miserias, era el personaje preferido del pueblo. Faro que iluminaba y guiaba a las conciencias en desarrollo.
Hay nuevos tiempos. Nadie se conforma con estar pasando hambre, o vestir ropas  sin colores. Al maestro de hoy se le prepara para que sea un tecnócrata que lo primero que exige es buen salario, seguro médico, inclusión en programas de viviendas, de autos y ser beneficiado con los préstamos de una cooperativa.
Contrario a lo que un chusco podría pensar, el primer ausente en un aula es el maestro. No fue porque no le dio la gana, porque tiene una reunión sindical, porque le duele la cabeza, o sencillamente porque es viernes y viene el largo fin de semana.
Para tener una escuela que tenga fuertes columnas en el siglo 21 hay que preparar el material humano. Con maestros que se enganchan por el salario, no se va a llegar muy lejos. Buenos sueldos es necesario, pero hay que depurar el concepto de la vocación. Usted no puede educar a otros, si no siente la necesidad de preparar a los que en breve serán las mujeres y los hombres que dirigirán el país.
Reconozco al maestro dominicano por su trabajo, por su dedicación, porque hay educadores serios, responsables, de vocación, pero también es necesario que se exponga la crítica de un sistema que no está funcionando. Si ocultamos verdades y realidades para ser complacientes, no eliminaremos los males.
Las fallas que tienen los estudiantes universitarios y los profesionales graduados, se deben fundamentalmente a que fueron orientados por malos maestros. Las Pruebas Nacionales nos demuestran todos los años que la educación nacional está congelada.
Hay que dar un salto adelante. Que los maestros pongan empeño en solucionar sus distorsiones. El camino es empedrado y difícil, pero  puede llevar al triunfo si se hacen autocríticas individuales y del gremio aglutinante. De por medio está el futuro del país. Sin educación, nunca saldremos del sub-desarrollo. 
JPM
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