París: la ciudad más bella y organizada del mundo

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Torre Eiffel

Conocer una buena parte de los atractivos de París (la Torre Eiffel, los Campos Elíseos, el Museo del Louvre, el Arco del Triunfo, el paseo en barco por el emblemático río Sena, así como el Palacio de Versalles y los Castillos de Loira en las afueras de la ciudad), para el autor constituyó una experiencia que superó gratamente sus expectativas.

Con el debido respeto a las opiniones y gustos ajenos, creo que París es muy probablemente la ciudad más bella, organizada e interesante del mundo, ya que combina de manera excepcional la arquitectura clásica con los elementos modernos, como es el vastísimo y eficiente sistema de trenes que nada tiene que envidiar a los de Washington, New York u otras ciudades norteamericanas y europeas.

Y es que ni Washington, ni Madrid, ni Bruselas, ni Roma, ni Barcelona, me parecen equiparables a la hermosura y armonía arquitectónica de las avenidas, monumentos y edificaciones de París, ciudad que hay que visitar y transitar en sus calles y avenidas durante varios días para poder apreciar su encantadora belleza.

Sólo he estado en una ocasión en París , pero ha sido de las pocas ciudades que conozco que me dejó impregnado el deseo profundo de volver y de conocerla mucho mejor.

Aunque ciertamente los franceses son conocidos por su nacionalismo y su amor por su idioma, su capital y por las cosas que producen, no comparto el criterio de que la mayoría sean ariscos y antipáticos como se dice. Creo más bien que en su mayoría son gente acogedora, aunque sí muy educados y finos en el trato.

Estuve en París precisamente en los días subsiguientes a los atentados ocurridos en enero de este año, en medio de una alerta roja que provocó la militarización de la ciudad. El despliegue militar y policial en toda la ciudad me dió la impresión de estar en una de las ciudades más seguras del mundo, y no me imagine, ni siquiera someramente, que podía ser posible otro ataque terroristas de las proporciones que ha habido en estos días, por lo menos en tan poco tiempo.

Una ciudad como París, caracterizada por la libertad de tránsito y la seguridad, que varias veces ha sido la metrópoli más visitada del mundo por turistas de todas partes del planeta, de manera insólita, este año ha sido víctima de dos ataques terroristas que han consternado al mundo y han llenado de pánico a sus habitantes.

Lamentablemente, el fundamentalismo y la intolerancia religiosa, y el anarquismo de los grupos terroristas, han ocasionado un grave daño a Francia y a su capital, tanto en términos de vidas como en el aspecto económico y psicológico, ya que se trata de un país en el que el turismo desempeña un papel muy importante y su población está acostumbrada a vivir en paz, en orden y en libertad.

Hoy, ese pueblo Francés extraordinariamente culto, cuna de la cultura y el arte mundial, se encuentra abatido y aterrorizado, víctima del terrorismo internacional que ha incubado células malignas entre su propia gente, tal como se ha evidenciado en las investigaciones sobre los últimos ataques.

Han atacado el pueblo de Descartes, Pasteur, Montesquieu, Rousseau, Voltaire, Víctor Hugo, Flaubert, Napoleón, Charles de Gaulle, y tantas otras figuras emblemáticas de la historia política, la filosofía, la literatura, la cultura y el arte mundial.

Los terroristas del denominado Estado Islámico han herido a un pueblo brillante, motor de la libertades públicas, de la civilización y del sistema democrático, que en su momento produjo una revolución que estremeció al mundo y cambió el curso de la historia, al fulminar un sistema monárquico de siglos sustentado en la esclavitud, la servidumbre, el feudalismo y el absolutismo, y dar paso a la República, a la división tripartita de los poderes del Estado, a la elección popular de sus autoridades y a la consagración del principio de igualdad entre las personas.

Esa Francia, cuya guerra civil fue descrita magistralmente por Víctor Hugo en «El Noventa y Tres», y cuyos pensadores e intelectuales pertenecientes al período de la Ilustración elaboraron las bases teóricas y filosóficas para el nacimiento de un Estado Democrático de Derecho que ha sido ejemplo para el mundo, hoy en día es una de las siete potencias económicas, políticas, científicas y militares del planeta.

Por esto último, aunque el terrorismo es una hidra de siete cabezas muy difícil de enfrentar, creo que Francia, con el talento que ha adornado históricamente a su pueblo, sabrá recuperar el sosiego y la paz en su territorio. Espero que así sea, para felicidad de su pueblo, y para que siga siendo el deleite de millones de personas que le visitan año tras año para disfrutar de todos sus encantos y de su enorme atractivo cultural y artístico.

EL AUTOR es abogado. Reside en Santo Domingo.
EL AUTOR es abogado. Reside en Santo Domingo.
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