Otra vez la justicia cogió piedra para el más chiquito
En los últimos tiempos hemos visto manifestaciones de fiscales, jueces, congresistas, funcionarios gubernamentales y políticos del sistema que han provocado en grandes segmentos de la población, ya alternado, ya azar, indignación, frustración e impotencia.
Los casos más recientes donde han proliferado las payasadas, las incongruencias y las irresponsabilidades son los sometimientos a la justicia por alegados actos de corrupción de los Ings. Díaz Rúa y Félix Bautista, y el encarcelamiento de una joven madre de 18 años por haber publicado en una red social una foto donde le daba a beber cerveza a su niñita.
En el caso de los Ings. Víctor Díaz Rúa y Félix Bautista, el Ministerio Público está cumpliendo con su deber consagrado en la Constitución y las leyes, pero el Poder Judicial está mostrando un cuadro complejo que dificulta entender si es que desconoce sus funciones, o cree que cumplirlas es una opción, o simplemente que se considera parte de la defensa.
Lo que está ocurriendo en el Poder Judicial puede ser la excepción en cualquier país latinoamericano donde actualmente se desarrollan procesos de mejoramiento de la calidad de vida de la población, aun sean estos dirigidos por sectores burgueses, pero en nuestro país es común, por no decir la norma.
Donde no hubo confusión ni dudas a la hora de condenar fue en el caso de la joven madre ya tratado. Ambos poderes se pusieron de acuerdo en un santiamén, y la mandaron a prisión por tres meses. En otras palabras, les fue fácil ponerse de acuerdo en coger un peñasco para el más chiquito, y para el más grande, para el monstruo, está por verse si se pondrán de acuerdo también en lanzarle el mismo peñasco, una gravilla, o un simple grano de arena. Ya veremos, aunque mi padre y sus contemporáneos me enseñaron a no creer en “cuentos de caminos”.
Hace mucho tiempo que por radio y televisión se transmiten para todo el país programas que contrarrestan la educación formal que se les enseña a los niños y niñas, sin que las autoridades competentes y los políticos el sistema digan nada. En la televisión, los programas predominantes y más vistos a cualquier hora del día y de la noche por toda la familia son telenovelas y películas cargadas de un erotismo que raya en la pornografía; tramas de corrupción, narcotráfico, infidelidad, robo, y todo tipo de violencia. Y por más que me quieran convencer de que hay que respetar la libre difusión del pensamiento, en el mundo muy primitivo que llevo en la cabeza desde que tengo uso de razón, nadie tiene derecho a contrarrestar por los propios medios propiedad del Estado, como frecuencias radiales y televisivas, los contenidos de la educación formal, que son precisamente responsabilidad del Estado.
Así las cosas, los políticos irresponsables que han dirigido al país le han dejado al gran capital nacional e internacional la orientación en alimentación y deporte que recibe la población. Y como la competencia entre sus integrantes es feroz y sin principio, han inventado las más perversas formas de captar y retener a los consumidores, al extremo de que han logrado alienarlos al punto de robotizarlos. Y un robot es un robot, que recibe órdenes, y obedece. No un ser humano, que piensa, que reflexiona, que toma decisiones en función de sus interese y expectativas.
De modo que el comportamiento de la joven madre que dio cerveza a su niñita es normal, para ella, claro está. Ha visto que esa cerveza ha organizado y promovido inúmeros eventos deportivos y festivales musicales, y que muchos artistas y medios radiales y televisivos manifiestan agradecimiento eterno a dicha bebida, y que cada vez que ha habido una fiesta en sus alrededores ha sido promovida por esa misma cerveza.
Siendo ella además un resultado de una educación en extremo deficiente y que no promueve valores, y de una moda de ponerlo todo en las redes sociales para llamar la atención y con ello salir del anonimato, terminó creyendo que ese comportamiento era plausible y hasta que con ello le hacía un bien a su querida niñita. El más lego de los legos puede demostrar que erró en el medio, pero corresponde a un sabio determinar si su fin no era bueno.
Esa joven madre, aunque usted no comparta mi propuesta, es una alienada social que no está consciente del daño le hace a su criatura, y que se hace ella misma, como no lo está la madre alienada mental que sale a caminar desnuda por el centro de la ciudad con su niña en los brazos.
Eso sí, entre las dos alienadas descritas hay una gran diferencia, y es que la última padece un trastorno mental donde se combinan de manera compleja elementos biológicos, psicológicos y sociales, mientras la primera es víctima de un estilo de gobernar que concentra las riquezas en una minoría, y en cambio condena a la mayoría de las personas a vivir en la pobreza, las instrumentaliza, y las convierte en objetos, sin identidad y sin autodeterminación.
Pero… Ya lo dijo la sabiduría popular: tanto va el cántaro al agua, hasta que un día se desfonda.
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