OPINION: Francia Vargas, una militante que enarbola el magisterio

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El autor es escritor. Reside en Nueva York

Los anchurosos caminos y discretos vericuetos de la urbe neoyorquina, con sus mil y una historias para ser contadas, emparejaron nuestros pasos y sacaron a flote militancias comunes,  de larga data, poniendo sobre el tapete la necesidad de aunar esfuerzos en pos del logro de viejas banderas de lucha cuya vigencia sigue reclamando nuevos aportes de nuestra generación; los últimos, talvez, que nos permita la existencia.

Puntos comunes de encuentro, marcados por un afecto en el que ambos coincidimos, constituyeron el enlace inicial de una profunda amistad llamada a sostenerse de manera indisoluble, con el paso de los años.

La sola mención de su nombre evoca toda una urdimbre de reuniones y eventos gremiales y comunitarios así como trabajos organizativos en pos de las mejores causas y reivindicaciones enarboladas por la población inmigrante que reside en la ciudad de New York.

Y, por sobre todo, se le conoce como la indoblegable militante que ha sabido mantener sus posiciones políticas, sus banderas de lucha y sus principios, tanto en la lejana pero inseparable Patria como en medio de la veleidosa marea que, por lo general, permea el ambiente político partidario en el que se mueven los dominicanos que residen en la urbe, apegados como el que más a rancias ortodoxias y viejos esquemas.

Además de ser una amiga solidaria, compañera de militancias partidarias y atildada colega en los asuntos de las letras, la investigación y el conocimiento, Francia Vargas Andeliz es una excelente conversadora, con la que se pueden abordar mil y un temas sin caer en el aburrimiento ni la repetición.

Y en adición a lo anterior, he de señalar que quien da motivo a estas letras es una excelente maestra que ha dedicado la mayor parte de su vida, cuasi con carácter de sacerdocio, a la noble labor de la enseñanza, en aras de redimir por la vía del estudio y el aprendizaje, a las muchedumbres humildes y desposeídas que pululan en los países del tercer mundo, y de manera especial, las oleadas de inmigrantes de bajo nivel educativo que llegan de mas en mas a los Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida, para ellos mismos y sus dependientes.

No he de hacer hincapié en la abultada foja de cursos técnicos, licenciaturas, maestrías, doctorados ni en los múltiples  reconocimientos que acumula en su haber esta destacada y dinámica profe del ámbito neoyorquino, ya que podría causar mareos en más de un desprevenido lector.

Tampoco quiero saturarles con una extensa perorata sobre las delicadas funciones, asesorías, supervisiones y demás responsabilidades que han sido puestas bajo su eficiente y atinada dirección, en el curso de los años, tanto en la República Dominicana como en el Departamento de Educación del Estado de New York.

Sin embargo, quiero dedicar algunos párrafos para hacer mención de un acontecimiento que para Francia Vargas constituye una hazaña de suma importancia y que llena de profunda satisfacción a quienes formamos parte de su círculo de amigos y relacionados. Me refiero al reciente acto de puesta en circulación de la obra de su autoría que lleva por nombre ‘Las reformas educativas en América Latina y en los Estados Unidos; Sus incidencias en la calidad y equidad de la educación’.

El encuentro cultural tuvo efecto el pasado sábado 7 de julio del corriente año en uno de los salones del edificio de Alianza Dominicana, de la ciudad de New York, y se constituyó en un resonante éxito tanto en cuanto a la cantidad de familiares, amigos, relacionados que hicieron acto de presencia, aquel día, como en la cobertura de prensa, medios de comunicación y entidades del medio cultural establecidos en la ‘gran manzana’.

El libro en cuestión, como lo señala su extenso nombre, es el resultado de una profunda, concienzuda y objetiva investigación sobre el desenvolvimiento de los sistemas educacionales en los países latinoamericanos y los Estados Unidos en el curso de las últimas tres décadas, a la luz de la implementación de las reformas educativas aplicadas en dicho periodo. El estudio de campo aborda el cumplimiento de los compromisos de los gobiernos y la sociedad con la educación de los pueblos, la ampliación de los sistemas educacionales en lo estructural, lo logístico y lo pedagógico y de la elevación  de la calidad de la vida, entre otros aspectos, así como el papel de las comunidades y sus entidades representativas, en cuanto al papel de celosos vigilantes de la educación que deban recibir sus dependientes.

‘Que no se haga política con la educación, sino que se haga de la educación la mejor política’, es una frase que nuestra dinámica amiga ha estampado con letras doradas, cada vez que ha tenido la oportunidad de esbozar los motivos que le llevan a profundizar en los aspectos socio-educativos en sus estudios, hecho que le llevó a obtener, recientemente, el grado de Summa Cum Laude en el Doctorado en Educación de la Universidad de Baja California del Estado de Nayarit, México.

No es casual que en la portada de la publicación haya sido colocada una significativa imagen que hace homenaje a la histórica lucha enarbolada en años recientes por el grueso de la población en pro de la asignación, mediante ley del Congreso Nacional, de un 4% del Presupuesto Nacional, para ser destinado a los gastos de la educación pública en la República Dominicana.

Esas luchas, de las que Francia Vargas fue parte activa, forman parte del andamiaje estructural que le permiten esbozar la tesis de que en el Estado de New York la desigualdad e inequidad en el sistema educacional se presenta unas veces de forma sutil y otra(s) de forma más agresiva’ (…), al tiempo de señalar de manera concreta que ‘la única esperanza de escalar hacia la cima del desarrollo que implica la vida plena, libre de pobreza extrema, violencia y corrupción es la educación, asumida con responsabilidad, igualdad, equidad y sobre todo, justicia’.

Finalizamos estas glosas repitiendo junto a Francia Vargas la lapidaria sentencia de que, ‘después de Dios, solo la cultura salva a los pueblos’, al tiempo de exhortar a los dilectos lectores a adquirir esta enjundiosa publicación, que ha de formar parte del ABC en el que deben abrevar los padres y madres de los jóvenes en edad escolar del ámbito neoyorquino, así como fuente de referencia para estudiosos del quehacer pedagógico y público en general.

 Felicidades amiga, compañera y colega!

 

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