Nunca debemos cansarnos de tratar de mejorar

El autor es escritor y político. Reside en Santo Domingo

Por ABUKARMA CABRERA
Fecha: 29/01/2023
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POR FAUSTO JAQUEZ

Si te detienes frente a un espejo mirarás tu cuerpo; si lo haces en una obra de arte, verás tu alma.

El “David” es una de las obras maestras del Renacimiento y una de las esculturas más famosas del mundo realizada por Miguel Ángel, por encargo de la Catedral de Santa María del Fiore de Florencia, ciudad donde se encuentra expuesta en la actualidad, en la Galería de la Academia.
Cuentan que el día que fue expuesta al público por primera vez, un amante del arte de la época le dijo a Miguel Ángel que era una maravilla lo que había logrado, a lo que él célebre artista contestó: “Yo no he hecho nada, todo lo hizo Dios, sólo quité lo que sobraba”.

Esta ocurrencia me recuerda las salidas repentinas que acostumbraba el gran artista dominicano (ya fallecido)

Alberto Ulloa. Le conocí a mediados de los 80’s cuando tenía su estudio de artes plásticas en una especie de enramada sobre el techo de la vivienda que aún se encuentra en la calle Duarte #249 en el corazón del Distrito Nacional. Además de dicho estudio había hecho una cangrejera y un fogón, donde entre trazos y trazos tomábamos algunas cervezas y sancochábamos cangrejos y trozos de plátanos.

El maestro José Félix Moya y el ya evocador de duendes Ulloa (parece que su amigo Freddy Ginebra Giudicelli lo había contagiado) tenían delirios de ser grandes tenores y entonaban Arias en una competencia atroz, pero bien divertida. El lugar se convertía en magia cuando las noches de luna llena emergía antes de la puesta del sol y los colores de su tenue luz competían con la crepuscular que se reflejaban en las centenarias paredes de las Ruinas de San Francisco.

Pasaron los años, después Ulloa estuvo trabajando por mucho tiempo en una vivienda cerca del Colegio Médico Dominicano (dónde cuando era mi pasión la pintura tuve el honor de exponer con él) mudó su estudio a una vivienda campestre entre San Cristóbal y Santo Domingo.

Regresaba yo de una actividad en San Juan de la Maguana, cuando en las inmediaciones de Azua un tronco de guayacán de unos 150 cm parecía me estaba llamando, me detuve, y de entre unas ramas secas de guasábara recogí la madera y la coloqué en mi vehículo.

Al llegar a la casa del maestro me detuve a saludarlo y le enseñé el ya mencionado tronco. Me dijo ¡Ahí habita un duende! Ni tonto ni perezoso lo desmontó, y algunas semanas después me llamó para invitarme a uno de sus famosos cocinados y me sorprendió con la figura de un nativo de la isla, que había dejado después de quitar la madera que sobraba.

Los seres humanos somos una roca a la que el creador nos dio el regalo de poner alma. La vida nos ha moldeado de diferentes formas. Todos cargamos dolores y traumas de alguna etapa vivida, pero estoy seguro que podemos quitar daños de nuestro ser, cada uno con la forma que le vaya bien, la oración, los mantras, las plegarias, los rezos, la meditación y los no creyentes, con Mindfulness o terapias, pero nunca debemos cansarnos de tratar de mejorar, para felicidad de los seres que amamos y nos aman, y de toda la humanidad.

jpm-am

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