Mensaje de Año Nuevo

Es común escuchar la expresión “Año nuevo, vida nueva” desde la época navideña. Su uso se va haciendo más común en la medida en que se acerca el fin de año. Es un decir que hemos empleado todos en más de una ocasión. Pero lo usamos de manera mecánica, irreflexiva, como una costumbre más, sin detenernos a meditar en lo que se quiere decir con esas cuatro palabras.

 

            “Año nuevo, vida nueva” trae implícita la idea de que el Año Nuevo implica un periodo de tiempo absolutamente independiente en el que todo se inicia de cero. Pero esta es una impresión falsa, completamente desligada de la realidad.

 

Los días del “Año nuevo” vienen ligados estrechamente a los que los precedieron, y transcurridas las festividades del día primero de enero, debemos enfrentarnos nuevamente a nuestros compromisos en todas las esferas de la vida. Debemos retornar a nuestro ámbito de trabajo, los que hacemos docencia tenemos que aprestarnos a continuar con el desarrollo de los programas escolares, quienes no tienen trabajo deben reiniciar la búsqueda de uno, aquellos que tienen deudas deben mantener sus reajustes económicos a fin de poder dar cumplimiento a sus obligaciones de pago, llegado el día de honrar las obligaciones.

 

Es cierto que se trazan planes. Hay incluso, quienes elaboran detalladamente un programa de objetivos a lograr durante el año, y eso es muy bueno, siempre que sus planes encajen con las posibilidades de logros reales, y sin olvidar que, querámoslo o no,  de un modo o de otro, más o menos estrechamente, el Año Nuevo está ligado al que lo precede y mucho de lo que pueda lograrse en el mismo estará sujeto a la dependencia que se tenga del año anterior.

 

Otra cosa que no hay que olvidar es que los festejos son tan solo de una noche, Solo durante esa noche parecemos andar sobre camino llano e iluminado en donde tropezar no parece posible. Pero transcurrida esa noche, como es natural, comenzarán a aparecer obstáculos de todo tipo en el camino. Algunos mayores que otros, pero obstáculos al fin. Lo más importante sobre ellos es nuestra actitud.

 

Debemos ver los obstáculos no como impedimentos, que es la visión del pesimista, sino como desafíos. Desafíos a los cuales hay que superar para continuar el camino que conduce a nuestros objetivos y metas.

 

Y algo más. Nuestros planes deben ser sensatos. No hay que olvidar que el año que se inicia puede ser nuestro último año de vida, y más aun, el día que vivimos puede ser nuestro último día como ser vivo. Parte de la sensatez es considerar a Dios en nuestros proyectos y darle su lugar. Pedirle dirección y sabiduría. Suplicarle que guíe nuestros pasos y nos conduzca por los senderos del bien cada uno de los días de nuestra vida.

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