La banda terrorista de Constantino Féliz
Provistos con armas de fuego, cadenas de hierro y bates de beisbol, decenas de facinerosos asaltaron la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en el sector de Villa Juana de la capital, destrozando su inmobiliario y maltratando a sus feligreses que padecieron una triste experiencia de temor y angustia debido al exceso de violencia que interrumpía su recogimiento de semana santa y los preparativos para la conmemoración del Domingo de Gloria.
Este suceso acaecido el 10 de abril de 1971, fue dado a conocer a través de varios órganos de prensa que emitieron notas editoriales defendiendo la propiedad privada, censurando el vandalismo y exigiendo de las autoridades aplicar la ley, tomando medidas drásticas para detener y castigar a los responsables de aquella acción vandálica.
El periódico “Última Hora” en su editorial de la edición del jueves siguiente, titulado “Otra Banda”, reveló -luego de condenar el hecho- que testimonios de residentes de Villa Juana coincidían en asegurar que los autores de ese acto criminal contaron con el estímulo y la protección de la Policía Nacional.
El artículo indicaba que la “actuación más resaltante de esa banda fue ejecutada el sábado en la noche, cuando algunos de sus integrantes penetraron en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús y detuvieron a algunos presentes” que fueron introducidos en un carro patrullero y conducidos hasta el cuartel policial de la zona.
Igualmente señaló que los asaltantes pertenecían a una entidad parapolicial que procuraba enfrentarse a grupos que enarbolaban “banderas de doctrinas extremistas” y “se habían dedicado a realizar acciones típicas del gansterismo político”.
El diario vespertino pidió a las autoridades desmantelar ese tipo de organización cuyo accionar conducía sin remedio “a duelos callejeros que pondrían en peligro la vida de muchos inocentes”.
Sin embargo, ese reclamo fue desoído porque la nueva pandilla surgía con claro respaldo de un poderoso sector oficial que entendía que la simpatía por las organizaciones progresistas había crecido tanto a nivel juvenil que pudiera afectar la aceptación pública y la estabilidad del sistema de gobierno.
En esa instancia del poder se había calculado la conveniencia de endurecer la política represiva del Estado e infiltrar los partidos políticos de izquierda para propiciar su división; y el momento preciso para materializar esa intención, se presentó el 1 de enero de 1971 con la designación del mayor general Enrique Pérez y Pérez como jefe de la Policía Nacional.
Este era un militar de línea dura que había sido ministro de las Fuerzas Armadas durante el gobierno provisional del doctor Héctor Rafael García-Godoy Cáceres y en el primer período constitucional del doctor Balaguer, aupado por asesores militares extranjeros y políticos de la extrema derecha que lo consideraban como excelente aliado en la lucha contra el avance de las ideas y partidos socialistas.
Por eso, como nuevo jefe de la Policía, Pérez y Pérez endosó su amparo silente a la iniciativa de estructuración de una maquinaria parapolicial, integrada por jóvenes de los barrios a los cuales se les facilitó la logística material y armas de fuego para que desarrollaran la tarea militar de destruir a los grupos de izquierda en los centros escolares, los clubes culturales e instituciones juveniles.
Origen de la banda
En los primeros días de la gestión policial de Pérez y Pérez, se organizó a nivel nacional el denominado “Frente Democrático Anticomunista y Antiimperialista”, asesorado por el teniente de la Policía Nacional Oscar Núñez Peña, orientador de las acciones vandálicas realizadas en el año 1971 que motivaron que esa organización fuera bautizada en el seno del pueblo como “La Banda”.
Esta novedosa estructura criminal estuvo conducida en su primera etapa por un joven del barrio de Villa Consuelo llamado Constantino Féliz, residente en la calle Eusebio Manzueta, quien unos días antes de que se cumpliese el mes del atropello contra la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, ofreció una declaración a la prensa que aseguraba que su grupo contaba con 900 afiliados en los barrios de la capital dedicados a auxiliar la Policía en la persecución de los malhechores, a controlar los hechos violentos que generaban los grupos de izquierda y otros perturbadores del orden público,
El cabecilla de La Banda comunicó que la meta de esa entidad era inscribir decenas de jóvenes en las provincias del país, para buscar su reconocimiento legal en la Secretaría de Estado de Interior y Policía y la Junta Central Electoral, aunque su interés primordial no era ser un partido político. Féliz justificó las actividades de su grupo en los barrios de la capital y algunos pueblos cercanos, pero fue parco en explicar con qué autoridad los pandilleros se movían por las calles a bordo de vehículos patrulleros con placas oficiales y armados de revólveres y pistolas.
También obvió aclarar por qué ellos decían ser agentes policiales que habían cambiado las macanas por bates de beisbol y por qué utilizaban, además de armas de fuego, gruesas cadenas de hierro para golpear a los izquierdistas buscados.
En esta entrevista, Féliz pidió excusas por los excesos que cometieron el viernes 7 de mayo de 1971 en la escuela intermedia República de Argentina, donde apresaron y maltrataron al dirigente de la Juventud Comunista Justo Girón Alcántara y originaron un gran desorden.
Sin embargo, su disculpa se esfumó en la madrugada del domingo siguiente cuando La Banda desmanteló pupitres y pizarrones de la escuela primaria República Dominicana, convirtiéndola en “Hotel El Pato”, su refugio para pernoctar en los momentos de inactividad o descanso.
La acción de los pandilleros continuó el lunes 10 de mayo con allanamientos en Villa Juana y el apresamiento del joven Leonardo Mercedes, estudiante de ingeniería civil y secretario general del Bloque Revolucionario Universitario Camilista (BRUC) que operaba en la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
El joven camilista caminaba por el sector cuando fue detenido por miembros de la banda fuertemente armados, que intentaron subirlo al vehículo en el que viajaban. Mercedes resistió lo que parecía ser un intento de secuestro, al asumir una actitud valiente que generó la solidaridad de las personas que pasaban por el lugar y formaron un círculo que desanimó a sus atacantes que decidieron marcharse.
La banda endurece acción delictiva
En la mañana del miércoles 12 de mayo La Banda mató a balazos al joven José Francisco Hernández, de 26 años, durante un intenso tiroteo en los alrededores del colegio Cristóbal Colón, situado en la calle Doctor Tejada Florentino No. 50 de Villa Consuelo. Ese crimen ocurrió en el momento en que la pandilla encabezada por Francisco Corporán, alias Frank el loco, de 26 años, intentaba penetrar en ese centro educativo privado, que estaba bien valorado por la calidad de su cuerpo profesoral y el rendimiento académico de sus estudiantes, que satisfacía las expectativas de los habitantes de esa barriada, en su mayoría humildes ciudadanos que realizaban extraordinarios sacrificios para educar a sus hijos aislados de los disturbios y problemas de las escuelas públicas.
El profesor Luis Encarnación Nolasco, propietario y director de este colegio, lamentó el incidente que dejó un saldo de un muerto y cuatro heridos de balas que fueron internados en la cercana clínica del doctor Rodríguez Santos. También deploró que esa academia hubiese sido escogida por La Banda como campo de batalla, donde golpearon estudiantes y pegaron afiches promocionando la figura política del presidente Joaquín Balaguer.
En este episodio intervino también el mentado Ignacio Loyola Arias, mejor conocido como Carabina, quien armado de una pistola calibre 32, hizo varios allanamientos en la calle Doctor Tejada Florentino, apresando y golpeando severamente a los jóvenes Aquiles Sánchez y Reynaldo Reinoso, miembros del Comando Revolucionario Camilo Torres (CORECATO).
La violencia proseguiría durante la mañana del jueves 13 de mayo en la escuela primaria República de Chile, situada en la calle Montecristi esquina Juan Bautista Vicini de la capital, que fue asaltada por 18 miembros de La Banda, a punta de pistolas y ametralladoras, amedrentando a unos 30 niños que salieron aterrorizados de las aulas y corrieron en tropel hacia las calles aledañas.
En este plantel hirieron a la profesora Sabina del Rosario cuando intentaba socorrer a varios alumnos, pero les falló el plan de sorprender y apalear a los muchachos simpatizantes de los grupos de izquierda que tenían por costumbre reunirse en el patio durante la hora del recreo. Ellos eran, entre otros, José (Tembleque) Padilla, José Vargas González y Jorgito Puello, hijo del legendario dirigente del Movimiento Popular Dominicano (MPD), Jorge Puello Soriano, aunque entonces ya no se encontraba en el país.
Este último adolescente había sido objeto de la ira del presidente Balaguer, quien en un discurso televisado a todo el país la noche del 4 de febrero de 1967, lo acusó de ser parte de una trama internacional contra su gobierno. Entonces Jorgito que aún no cumplía los 15 años de edad, ocupó la primera página de los periódicos y fue bautizado por el diario “El Nacional” como “El Angelito Negro”, considerando los términos de la referida alocución presidencial y el hecho de que junto al dirigente emepedeísta Henry Segarra Santos, había sido detenido en el Aeropuerto Internacional de Punta Caucedo cuando intentaba viajar a Europa.
Es bueno recordar que la misma noche del asalto a la escuela Chile, ocurrieron dos acontecimientos que estremecieron a los moradores de los sectores de Villa María y María Auxiliadora; siendo el primero, la muerte a tiros y cuchilladas de un joven mecánico de 31 años, llamado Antonio de la Cruz Jiménez (Antolín), residente en la casa No. 32 de la calle Respaldo Vicente Noble del barrio María Auxiliadora, de la Capital; y el segundo, el asesinato del joven Pedro Antonio de la Cruz González (Pepe), señalado como miembro de La Banda, que fue atacado a balazos frente a una casa en construcción marcada con el número 13 de la calle Respaldo Yolanda Guzmán, en el momento en que conversaba con su amigo Rafael Fortunato.
La primera muerte fue atribuida a siete miembros de la banda, cuyo cabecilla era el joven Eddy de la Cruz Candelario, quien fue detenido por la Policía pero puesto en libertad en menos de 48 horas, debido a que fue descargado por el juez Rafael Arias Mota, quien consideró que el expediente formulado por la Fiscalía del Distrito Nacional no contenía suficiente material probatorio de su responsabilidad en el hecho. De la Cruz se desligó de ese asesinato, así como de las heridas de gravedad ocasionadas al joven Juan Bautista Polanco, aunque reafirmó que la misión de su grupo era enfrentar las movilizaciones, los micromítines, la subversión y el terrorismo.
La muerte del presunto bandolero fue responsabilidad del comando clandestino Luis Pérez Naut, del Movimiento Popular Dominicano.
La Banda ataca liceo Juan Pablo Duarte y barrio de Cristo Rey
El lunes 17 de mayo, actuando combinadamente con la Policía, La Banda abrió a tiros la puerta de hierro de malla anticiclónica que protegía al liceo secundario Juan Pablo Duarte y penetró a la fuerza en el recinto, venciendo la férrea resistencia de los estudiantes, uno de los cuales recibió un tiro en la cabeza y fue llevado de emergencia a curar en un centro de salud. En la ocasión, Julio César Hernández, integrante de La Banda, amenazó con dispararle al periodista del diario El Nacional y al reportero gráfico Valentín Pérez Terrero, obligándoles a apartarse del escenario.
Los exabruptos de La Banda seguirían el sábado 22 de mayo, cuando aproximadamente un centenar de sus miembros patrullaría por el barrio de Cristo Rey, atacando viviendas, apresando a diez dirigentes de base del partido blanco y provocando que algunos de los moradores abandonaran sus hogares para evadir los atropellos de ese escuadrón de maleantes capitaneado por Eddy Antonio Martínez (El Ombligú).
La Banda escoge directiva y nuevo cabecilla
El lunes 31 de mayo se anunció el fin del mandato de Constantino Félix, al escogerse a Eddy de la Cruz Candelario como secretario general y cabecilla de La Banda; además de que fueron incorporados a su directiva Ignacio Loyola Arias (Carabina), Julio César Hernández (Colorao), Francisco Antonio Diloné (Cabeza), Francisco Corporán (Frank el loco) y Miguel Mejía Salazar (Muñeco).
También, Salomón Soriano Martínez (Come Hierro), Miguel Reyes Báez (Fantasma), Julio T. (Malapalabra), Francisco A. Mota Jiménez, Luis Enrique de la Cruz, Juan Ignacio Vargas Bautista, Julio César Mejía, José Lucía Rodríguez, Wilfredo Vargas Nova, Rafael Enrique Ariza, Pedro Antonio Ramírez, Héctor Bienvenido Martínez, Moisés Arias García, Fernando Adolfo de Castro, Miguel Mata Peña, Timoteo Calderón, entre otros.
Las últimas hazañas criminales de este grupo dirigido por Eddy de la Cruz y más tarde por Ramón Pérez Martínez (Macorís), será el contenido del próximo relato.
JPM
caramba que pena que muchos de esos esbirros no hayan purgado penas por sus crímenes. todos y sus jefes bien merecen como homenaje a sus fechorías, ser colgados y ahorcados en plazas publicas, junto con todos los tecatos y micro traficantes de los barrios y urbanizaciones de ricos.
extraordinario documento historico de nuestro pasado reciente, un calido reconocimiento al autor.