Irreverencias: el mundo está al revés 

POR LEGUIS A. GOMEZ

Odia el hombre a su hermano porque no quiere compartir con él lo bien que le ha ido en la vida. Odia el hombre a su hermano, porque no tiene su mismo nivel.

Los colombianos se creen a si mismos mejores que los peruanos, ecuatorianos y bolivianos e incluso mejor que los venezolanos, cuando de inteligencia se habla, pero ninguno de esos países sujeto de menosprecio ha violentado tanto los derechos de sus ciudadanos como lo ha hecho Colombia.

Los venezolanos se creyeron mas que los colombianos cuando los segundos en busca de mejores condiciones de vida, cruzaban la frontera para encontrar un buen trabajo y así poder enviar dinero a sus familias.

Hoy la historia se ha invertido y la bonanza petrolera de otrora se venido al piso. Los colombianos olvidan que miles de familias al otro lado de la frontera, sobrevivieron gracias al dinero que otros miles de trabajadores enviaban desde Venezuela. Eso si, ningún colombiano era recibido en Venezuela, ni en su mejor momento, con beneficios de ninguna especie, como está pasando con los venezolanos que logran pisar suelo colombiano.

Odian los nacidos en el país que no tiene nombre y que se ha apropiado del que identifica un continente entero, a todos aquellos que vienen del Sur del río Bravo, pero, a su vez, los mexicanos odian a quienes usan su país como puente para cruzar la frontera y hacerse americanos.

Odian los argentinos a los chilenos, porque estos ayudaron a los británicos durante la guerra de las Malvinas en vez de apoyar al país hermano; y rechazan igualmente su pasado indígena, pero mucho mas a los negros, a los que han borrado de su historia, aunque aman el tango y es orgullo nacional, siendo de origen negro.

Odian los ingleses a los irlandeses y a los escoceses porque no son precisamente como ellos, pero los necesitan como a un mal necesario, así como necesaria es la Commonwealth. Los ingleses aun creen que de ellos es el control del mundo, que han nacido para ello, por eso han colonizado prácticamente a todos los países del globo. Los indúes pueden contar un poco de la historia, los dividieron los colonizadores. 

Hoy no se la llevan bien con sus hermanos, los paquistaníes, gracias a estar divididos, como lo están los coreanos entre si, viviendo en el mismo territorio. Los kuwaities, que odian a los iraquies, siendo alguna vez Kuwait una parte de Irak y los panameños a los colombianos, siendo cada una de estas parejas de la misma nación original.

Menosprecio sienten los italianos por los que migran a su país, especialmente si son latinos y africanos, es el mismo menosprecio que sienten los rumanos por los gitanos y que tanto manifiesta Donald Trump en los estados que están juntos. Los negros afroamericanos también son menospreciados por los blancos de su país, pero para estos, no son negros los que fueron traídos desde África hasta América Latina.

Los españoles no se quedan atrás, pues sienten que los inmigrantes les quitan los empleos, empleos que estos mismos a veces no quieren aceptar. Los puertorriqueños menosprecian a los dominicanos, a quienes ven por debajo de sus hombros y los segundos a los haitianos, a quienes ven como vecinos incómodos e indeseables.

Así que les niegan derechos que los dominicanos reciben como inmigrantes en otros países: un hijo de haitiano, nacido en la República Dominicana, no es dominicano, pero un hijo de dominicano en cualquier otro país, recibe la nacionalidad del país donde nace.

No aceptan los canarios que tienen origen africano, pero aman a sus antepasados los guanches, quienes cruzaron en algún momento desde las costas de Marruecos y se asentaron en las islas afortunadas. No son españoles, ni estos los consideran peninsulares. Los Canarios son diferentes, son otros, como otros son los costeños entre los colombianos. Otros son los haitianos en la isla La Española.

Haití sigue pagando, doscientos años después de obtener su independencia de Francia, por atreverse a luchar por una libertad que no merecía, que aun no merece. Los negros deberían seguir siendo esclavos, pero era mas fácil hacer que pagaran por sus propios gastos, por eso se acabó la esclavitud, los ingleses lo sabían, hacer libres a los negros, era convertirlos en consumidores, elemento muy necesario en el mercantilismo, padre del capitalismo de hoy.

Un blanco vale mas que un indio y este a su vez mas que un negro. Así se escribió la historia, la que narran los vencedores, los que colonizan hasta nuestras mentes. 

Una noticia recientemente publicada por el London College y el Natural History Museum, concluyó que la pigmentación clara de los habitantes del Reino Unido es mas reciente de lo que se pensaba y que el primer hombre que pisó el territorio británico tenía la piel oscura y los ojos color azul. El hombre, conocido como Cheddar Man, era similar a los africanos del paleolítico.

El modelo de lo estéticamente hermoso que el mundo sigue y venera, lo heredamos de los griegos, pero estos adoraban los cuerpos tonificados de los africanos, solo que el mármol es de color blanco y con ello las estatuas que conocemos.

No me olvido de los franceses, que también se sienten superiores a los demás, de allí son Montesquieu, Buffon y Gobineau, y sus ideas aun los animan. Francia aun come de sus antiguas colonias: para poder aceptar sus independencias, los obliga a depositar parte de su Producto Interno Bruto (PIB), en los bancos que están en París, perpetuando así la dependencia de varios países africanos.

Cada vez que un presidente se opone a esta política tan beneficiosa a los intereses nacionales del país galo, otro presidente africano acaba siendo víctima de una invasión.

Y así se sigue escribiendo la historia donde a los dueños ancestrales de la tierra, se les niegan hasta el derecho a vivir en sus reservas. Para desgracia de ellos, allí también hay riquezas por explotar.

Llamarlos indígenas es un oprobio, porque ser indígena sigue siendo algo negativo, como lo es ser negro o tener alguna ascendencia que lo recuerde. 

El mundo está al revés y el que tiene más mujeres es un verdadero macho, mientras la mujer que tiene más de un hombre es una puta. Trabaja tanto o mas que los hombres, pero recibe solo la mitad de su salario.

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