Hostos y la revolución cultural de RD

Eugenio María de Hostos impulsó una singular revolución cultural en la República Dominicana con sus iniciativas de profesionalización del magisterio y de construcción de un modelo educativo ordenado, sistemático, crítico y emancipador.

Los aportes del maestro antillanista a la sociedad dominicana, en el marco de la revolución cultural que realizó, podemos esquematizarlo en el siguiente decálogo:

1. Formó la primera escuela de formación profesional de maestros, para promover la enseñanza racional en toda  la República (1880).

2. Fue el gran inspirador de la juventud dominicana, a los que contagió con sueños de emancipación intelectual, profesional y política.

3. Fue un profeta de la ciencia que se alzó en contra del dogmatismo religioso.

4. Fue un propulsor del liberalismo social y político, coincidiendo en esta perspectiva con Juan Pablo Duarte, Gregorio Luperón, Espaillat y los otros liberales de la centuria antepasada.

5. Le imprimió racionalidad a la praxis educativa local, confiriéndole sentido y pertinencia científica, moral y ética a los procesos de enseñanza y aprendizaje.

6.- Contribuyo a la formación integral del pueblo dominicano, porque su discipulado prosiguió abonando con sus enseñanzas a toda la sociedad.

7.- Impulsó la utopía de la hermandad y confraternidad antillanista.  El ilustre maestro soñó con la independencia de su patria Puerto Rico y que libre,  formara parte de un ente geopolítico  caribeño integrado.

8.- Fue propulsor de la liberación femenina, a través de la educación científica y humanística de la mujer.  Se constituyó en el gran inspirador de la insigne Salomé Ureña, generando una revolución educativa de gran impacto.

9.Fue pionero en el estudio de la realidad social dominicana, a partir del riguroso análisis científico, sentando las bases para el inicio de las ciencias sociales, muy especialmente la filosofía, la ética, la sociología, el derecho y la pedagogía, y,

10.- Con su discurso promotor de una educación laica, desmarcada de la ideología religiosa, potenció una perspectiva crítica y liberadora de los sujetos sociales y de la escuela nacional.  Siempre consideró que los centros de formación de los niños y jóvenes tienen que estar al margen de la guía religiosa, porque la religión ata a los individuos a las cadenas del dogma y el oscurantismo.

Su paradigma de enseñanza  encuentra actualidad y pertinencia, en estos momentos en que la escuela dominicana se encuentra prisionera de los dogmas religiosos.  En República Dominicana, a los ojos de todos, existe un control ideológico del sistema educativo nacional por parte del catolicismo y las élites eclesiásticas, en una derrota del pensamiento positivista-liberal que sembró Hostos.

El enfoque religioso-dogmático no solo impregna todo el basamento filosófico-conceptual del currículo, sino que directamente  la iglesia administra más de trescientos establecimientos educativos  en los niveles inicial, básico, secundario y universitario.  Estos centros educativos, bajo el control religioso, están diseminados en toda la geografía nacional.

Hostos, lamentablemente murió de tristeza, de abatimiento, por el infinito dolor de no ver consumado su ilusión de libertad de su isla y padeciendo ver como se estropeaba su obra educativa en el país por diatribas políticas intestinas.

Sobre  el impacto de la muerte de don Eugenio María de Hostos, los hermanos Henríquez Ureña emitieronn consideraciones muy punzantes: Pedro, quien de joven lo conoció y trató, concluyó que: “Hostos murió de enfermedad  brevísima, al parecer ligera.  Murió de asfixia moral”.  Max Henríquez Ureña, sobre la ida de Hostos señaló: “Eugenio María de Hostos ha muerto!  Ha caído agobiado, vencido por la tristeza y el desencanto, apagada la antorcha de los ideales que amó su alma generosa”. Y También escribió: “A Hostos lo mató la tristeza, lo mató el dolor del ideal irrealizado”.

Los médicos que le asistieron en sus últimos momentos Arturo Grullón, Rodolfo Coiscou y el mismo Francisco Henríquez y Carvajal consignaron que  el prócer antillanista había fallecido: “de una afección insignificante a la cual hubiera vencido fácilmente cualquier otro organismo menos debilitado y, sobre todo, menos postrado por el profundo abatimiento moral que minaba hacia algún tiempo la existencia del insigne educador”.

JPM

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