ESPAÑA: Mayoría de violadores son conocidos de las víctimas

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MADRID, España.-En contra de la creencia generalizada, el agresor no es un desconocido. El dato es muy claro: en más del 80 % de las agresiones con violencia sexual existía previamente algún tipo de vínculo entre víctima y victimario.

Esta es una de las principales conclusiones del primer informe de SEXVIOL, que parte del análisis de 178 sentencias emitidas por la Audiencia Provincial de Madrid entre los años 2016 y 2018, sentencias todas ellas asociadas a procesos de enjuiciamiento de agresión con violencia sexual.

Pero hay otros mitos o estereotipos como el de la nocturnidad o el del ámbito en el que se producen las agresiones sexuales que también desmonta este informe.

Así lo explica a EFEsalud Esmeralda Ballesteros Doncel, una de sus autoras y miembro de SEXVIOL, grupo formado por docentes e investigadoras de cuatro universidades públicas españolas (UCM, U. de Jaén, UC3M y U. de Valencia) que colaboran en el estudio de las violencias sexuales en España, desde una perspectiva comparada.

Para empezar, SEXVIOL destaca que:

La incidencia registrada: La violencia sexual es un delito que no ha dejado de aumentar desde que se disponen de estadísticas oficiales en España.

En 1989 se registraron 5.770 denuncias y en el año 2018 su magnitud se cifraba en 13.782, correspondiendo el 80 % a los delitos más agravados (agresión y abuso sexual), según fuentes del Ministerio Interior: Informe sobre delitos contra la libertad e indemnidad sexual en España 2019.

La incidencia real: La propensión a denunciar la violencia sexual es muy baja. Se estima que de cada 100 agresiones sexuales solo se denuncian 12, el resto quedan silenciadas.

El mito de la violación real: La caracterización social y mediática de las agresiones se ha construido en torno a un mito sin fundamento que identifica el asalto de un agresor desconocido, con un perfil patológico, que ataca violentamente en la noche, en un lugar aislado y por sorpresa y donde la víctima se defiende tenazmente y, en consecuencia, la agresión causa heridas, traumatismos o muerte.

Sin embargo, y según el grupo SEXVIOL, los principales hallazgos de esta investigación desmienten algunos mitos:

Vínculo.- En más del 80 % de las agresiones sexuales existía previamente algún tipo de vínculo entre víctima y victimario. En el 17,4 % el vínculo era íntimo (pareja o expareja).

Los victimarios desconocidos representan el 19,1 % de las agresiones sexuales.

Lugar.- Las viviendas son el lugar donde se cometen la mayoría de las agresiones sexuales (60,1 %), seguidas del espacio público (20,2 %).

Armas.- El uso de armas únicamente aparece en un 13,5 % de los casos de agresión sexual enjuiciados.

Violencia extrema.- En el 90 % de las agresiones no se emplea violencia extrema.

En un 4,6 % de las sentencias las víctimas presentan lesiones graves o mortales; más de la mitad de los casos reportaron lesiones leves (51,5 %); en un 31,5 % de los casos no se identificaron lesiones.

Hora del día.-La hora del día en la que se producen las agresiones sexuales es irrelevante: un 45,2 % tuvieron lugar de día frente al 54,8 % que ocurrieron de noche.

El mito de las manadas.- Las agresiones sexuales en grupo representan el 2,8 % del total de sentencias analizadas.

La investigación de Cazorla (2021) sobre el análisis de 244 sentencias con victimario múltiple, dictadas en España entre 2005 y 2020, matiza además que el 63,5 % el grupo era un dúo y en un 21,3 % era un trío.

La violencia sexual es violencia de género.- El 95,5 % de las víctimas de las agresiones sexuales eran mujeres. El 99,4 % de los victimarios son hombres.

Los agresores sexuales no responden a un patrón antisocial o patológico.- Un 70,2 % de los victimarios no contaban con antecedentes penales de ningún tipo. Un 1,7 % de los procesados tenían antecedentes por agresión sexual.

Violencia sexual: las víctimas necesitan respeto

RESPETO

Los integrantes de SEXVIOL consideran que las víctimas de violencia sexual no necesitan nuestra piedad, exigen nuestro respeto.

Defienden que solo se podrá restituir la dignidad de las víctimas «si contribuimos a sensibilizar, concienciar, producir conocimiento científico contrastado … si conseguimos iluminar las sombras en las que permanecen los mitos…».

También si trabajamos para «disponer de recursos que persigan el delito, si se establecen servicios suficientes de acompañamiento, asesoría jurídica y atención especializada que atiendan los daños físicos, psicológicos, sociales y afectivo-sexuales que causan estas agresiones contra la libertad y autonomía de mujeres, niñas y niños».

En este sentido, Esmeralda Ballesteros aboga por ampliar la valoración pericial del efecto de la agresión, «porque existe una cultura biológica predominante que lleva a señalar las marcas o señales que el agresor deja en el cuerpo de la víctima, pero no se habla del cambio de vida que supone este tipo de agresión para la víctima».

«No se habla de su miedo a vivir, de su dificultad para establecer relaciones afectivas, de su autoaislamiento social, de sus periodos depresivos… Se trata de un daño social y de salud mental que debe empezar a recogerse».

La socióloga y profesora universitaria llama también la atención sobre la cultura del silenciamiento que impera en la sociedad y que tanto daño ha hecho a las víctimas con vínculos cercanos al agresor.

«Ese tapar, tapar y tapar para evitar también el estigma hacia las víctimas».

Finalmente considera que tiene que haber un cambio de diseño en las políticas públicas, a la luz de algunos datos, como el del vínculo entre víctima y agresor, y añade que «nadie está libre de sufrir violencia sexual y nadie es prescindible en el trabajo para su erradicación».

cfl-am

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