Como un parto de mula

 

 

 

Como parto de mula es la posibilidad de que el presidente Danilo Medina y su Partido de la Liberación Dominicana  propicien la elección justa y sensata de jueces del Tribunal Superior Electoral y  de la Suprema Corte de Justicia. El mandatario ha convocado  para tales fines el Consejo Nacional de la Magistratura,  para el próximo 15 de mayo.

Desde su fundación en 1973 y durante 23 años, el PLD estuvo calificando a la democracia con términos despectivos y aseguraba que ese sistema (la mentada)  había fracasado en América. Ese partido  no cree en la democracia, aunque use sus facilidades y recursos para  fines grupales  e individuales: crear fortuna, por ejemplo.

Como los líderes y patriarcas del PLD  han perdido  el pudor, en nada les duele el empleo de  los métodos marrulleros de los que se valen para  mantenerse en el poder. Ellos  vulneran derechos individuales, retuercen procedimientos y adulteran resultados de elecciones.  ¿Son esos actos cónsonos  con  la democracia? No.

El Consejo Nacional de la Magistratura está compuesto por ocho personas, sólo dos de las cuales  representan a la oposición política. Estas son  el senador José Ignacio Paliza y la diputada Josefa Castillo. La glotonería de poder demostrada por el PLD justifica  dudar  que dos voces prevalezcan en pro de la equilibrada escogencia de los jueces.

El gobierno podrá proclamar su deseo sacrosanto de  escoger  profesionales probos y competentes   para  los puestos,  podrá firmar pactos, asistir a diálogos con el padre Agripino, pero es difícil que alguien lo aparte de sus intereses. El temor a verse fuera del poder genera crisis de nervios entre los actores gubernamentales.

Ojalá ocurra  como  ha dicho  Flavio Darío Espinal, consultor jurídico del Poder Ejecutivo, quien  reveló –sic- que el presidente  Medina  «está comprometido a llevar un proceso de selección transparente, basado en las normas y ley orgánica del Consejo de la Magistratura». Así es como quiere la gente y así es como debe ser.

Es casi seguro que mi  padre no conociera la razón por la que las mulas no paren, pero estaba definitivamente seguro de que era imposible que eso ocurriera. El imaginario colectivo asociaba  el hecho a razones míticas  (se acaba el mundo, la Virgen  maldijo la mula) y era cómodo  para él acogerse a esas creencias de sus coetáneos.

Es buena la intención atribuida por Espinal al mandatario, pero más fácilmente pare una mula que el PLD  entienda que la democracia  conlleva la participación de todos.   Vale recordar que cuando mi padre  vio la foto de una mula con una cría al lado en un periódico de la época,  dijo con absoluta tranquilidad: “El papel aguanta todo”.

rafaelperaltar@gmail.com

JPM

 

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