Baja calidad de la democracia en RD
Al examinar la realidad política de República Dominicana se tiene que concluir que el modelo democrático vigente es de muy baja calidad, a juzgar por las falencias sistémicas y estructurales que presenta.
Satisfactoriamente, la democracia dominicana solo proporciona libertad de palabra, de movimiento y democracia electoral (derecho a elegir y ser elegido). Fuera de esos elementos, los déficits democráticos son ostensibles, a pesar del discurso que pretende presentar a la República Dominicana como un paraíso democrático.
Los asesinatos extrajudiciales en cuarteles policiales -puestos de moda en la actual administración de gobierno-, evidencian un deterioro alarmante del estado de derecho y las libertades ciudadanas.
Si bien es cierto que en los últimos cincuenta años hemos logrado cambiarle la cara al país, evolucionando de aldeas rurales a ciudades con calles asfaltadas y edificaciones de varios pisos, esa “modernidad” se trata de un espejismo, de una ilusión óptica, que oculta nuestras debilidades, especialmente la pobreza y marginalidad en que vive la mayoría de la población.
Mientras en el país tengamos necesidades básicas insatisfechas no podemos hablar de plena democracia ni de desarrollo humano. A tono con esto, estoy hastiado de escuchar y/o leer declaraciones del eterno Gobernador del Banco Central Héctor Valdés Albizu santificando el crecimiento económico de la República Dominicana.
En los pueblos del sur no se percibe esa bonanza o crecimiento, porque las siete provincias del suroeste viven en el marco de la más absoluta pobreza, medida y compendiada por el mismo gobierno en el atlas 2014.
Elías Piña, Pedernales, Bahoruco, Independencia, Barahona, Azua y San Juan no reciben las bondades de ese astronómico crecimiento macroeconómico que tanto pregona el señor Valdez Albizu, porque al examinar la realidad social más de cuarenta por ciento de la población no recibe agua potable por acueducto; miles de casas aún tienen piso de tierra; la distribución de la tierra es asimétrica; el desempleo es lacerante; la agricultura y ganadería están disminuidas; las carreteras rurales están inservibles; la atención sanitaria es deficiente y el déficit habitacional es gigantesco. Y entonces, ¿Dónde está el crecimiento económico?
Insisto, tenemos una democracia de baja calidad, aunque nos hayan cambiado las fachadas de los pueblos.
jpm-am

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