Antes y después del 27 de Febrero
Roberto Cassá ha prestigiado nuestro Archivo General de la Nación al aceptar la designación como director general. Historiador y catedrático de la más alta casa de estudios, la Universidad Autónoma de Santo Domingo, este incansable y profundo investigador ha sacrificado tiempo para indagar los pormenores de la época alrededor de la cual se generó el milagro del grito de la independencia dominicana casi a la medianoche del 27 de febrero de 1844.
Luego de leer detalladamente la segunda edición de su ensayo histórico que lleva el título de este artículo me adhiero al contenido del prólogo escrito por Ramón Rodríguez Espinal, decano de la facultad de humanidades de la Universidad estatal.
Refiere Rodríguez Espinal: “El pensamiento duartiano descansa en los siguientes componentes: Autodeterminación nacional, que implicaba la soberanía popular; la democracia política, que se concretaba en la Constitución, el poder de las leyes y en la separación de los poderes del Estado; y democracia social, la cual se sustentaba en el mestizaje como figura unitaria del pueblo dominicano, sin discriminación racial en el disfrute de los derechos”.
Comenta la polémica acerca de los tres Padres de la Patria “y demuestra, a partir de nuevas fuentes primarias, que la formulación de esa trilogía fue el producto de la manipulación y un acuerdo consagrado por el presidente Ulises Heureaux para zanjar disputas entre los historiadores de la época”.
La lectura serena y sosegada del texto le permite al lector ambientarse en la época que le tocó vivir al patricio, el pobre desarrollo social y económico de la parte oriental de la isla de Santo Domingo, así como vivir las peripecias de la cultura y mentalidad colonial de aquel entonces.
Fotos y pinturas ilustran y embellecen la obra escrita con la rigurosidad y destreza de un experto cirujano de la historia social dominicana como lo es el maestro Cassá. Es y no parece un texto de investigación; sorprende lo suave que resulta su prosa, lo bien hilvanada en el tiempo, así como el cuidadoso seguimiento de un hecho en el cual participan actores diferentes, y en lugares distintos.
Mientras leía, viajaba tras la magia de la imaginación, por Haití; el sur, el norte y el este del país. Se nota la amplitud de ramas del conocimiento humano por donde transita con destreza la mente de Roberto: la sociología, psicología, economía y sobre todo política.
Las citas bibliográficas al pie de la página resultan de mucha comodidad y ahorro de tiempo para el exigente receptor. Lo que más me impresionó fue la capacidad de síntesis del autor evidenciada por este cierre de película: “José Gabriel García tuvo el mérito de demostrar por vez primera que Duarte fue el inspirador de la conciencia nacional con sentido democrático, reafirmada en un proceso prolongado y plagado de vericuetos. La concreción del anexionismo en el 1861 fue respondida con defensa de la patria desde el primer instante. Aunque Duarte continúa siendo ignorado, su legado objetivo quedaba ratificado en una dimensión que expresaba la prevalencia de la vocación por la libertad por encima de la riqueza o seguridad”.
¿Qué la parece amigo lector, un historiador alabando a otro historiador de su propia nacionalidad?
JPM