Ya la pava no pone donde ponía

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EL AUTOR es comunicador. Trabaja en el Comisionado Dominicano de Cultura en USA.

Por: Jankarlos Núñez

 

El camino hacia el poder del estado, a menudo es largo, intenso y sinuoso. Se necesita una gran dosis de paciencia, sobre todo inteligencia de la fina para trazar estrategias que culminen satisfactoriamente con los objetivos perseguidos.

Paciencia, cordura e inteligencia emocional es lo que menos ha habido en el sector leonelista, que a capa y espada, y contra todo pronóstico, trata de abrirse paso en la densa situación política actual, existente en el Partido de la Liberación Dominicana.

Desde hace meses, hemos visto tanto en diversos medios de comunicación como en las redes sociales, pronunciamientos altisonantes por parte de altos dirigentes de la facción leonelista, mientras que en el danilismo primaba el parsimonioso ejercicio del silencio, aplicando los postulados del legendario Baltasar Gracián y sus diversos aforismos en el «Arte de la Prudencia».

Ocurrió entonces que el silencio táctico tocó fondo y varios exponentes del danilismo encabezados por Roberto Rodríguez de Marchena, José Ramón Peralta y Gonzalo Castillo  entre otros salieron al frente. Tras de ellos, ráfagas de pronunciamientos en toda dirección, en defensa a un posible proyecto reelexcionista, que se sabía en camino.

El Presidente Medina, experto en el manejo del arte del silencio, solo hasta estos últimos días  ha dado señales audibles. Ante cuestionamientos periodísticos sobre el tema de la reelección, se ha limitado a decir «pronto» y más recientemente «casi, casi». Ese silencio de corte flemático, que casi enloquece, mantiene en ascuas a todo un país.

Soy de los que se aferra a la idea de que si Leonel no insiste con tanta vehemencia en volver a palacio, después de tres períodos de gobierno, el Presidente Danilo no lo hubiera intentado.

En cambio, hubiese sido el primer impulsor de una figura nueva que continuara la misma línea de progreso de este gobierno. Es bien sabido que al Presidente Medina nunca le ha interesado el poder por el poder, sino más bien se conoce en él, los afanes de un hombre comprometido con las causas y reivindicaciones sociales.

Pero en esta coyuntura política, en que la lucha de poder a lo interno del PLD, se ha tornado al rojo vivo, no es cierto que cedería las riendas así como si nada. Sería anti histórico.

El leonelismo llegó demasiado lejos. Apretaron la tuerca al máximo y en estos casos suele correrse la rosca. En su más reciente intento de presión frente al congreso, suceso conocido por todos e inusual en el PLD, todo se le vino encima, como un bumerán que regresó por sus gargantas.

Por suerte, aunque el gas llegó a los pulmones, la sangre no llegó al río, pero la opinión pública fustigó la bochornosa embestida al congreso y a la sociedad dominicana.

Los leonelistas debieron optar por procedimientos menos traumáticos, para exigir sus reclamos, porque aquello de «quemar diputados» o encadenarse en el salón del congreso, como que estuvo muy fuerte.

No dejaron opción y las fuerzas del orden tuvieron que actuar, sobreponerse al calor y la tensión del momento y hasta soportar el puñito de Marcos Cross.

La lección no pudo estar más clara, si bien es cierto que el Dr. Leonel Fernández fue el líder indiscutible del PLD, es indiscutible que hoy no lo es. El sector leonelista debe despertar de su quimera. Entender de una buena vez, que como dice Milanés «el tiempo pasa» y ya la pava no pone donde ponía.

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