Venganza contra indignación

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La Corte de Apelación de la provincia Santo Domingo, en una actitud que se corresponde con el deseo de venganza de un procurador fiscal del municipio Santo Domingo Oeste, encerró por tres meses en una celda a un conocido abogado de la capital, por abofetear al funcionario judicial. Si tuviéramos en un país donde los representantes de la justicia, en su generalidad, se respetaran – y hay muy honrosas excepciones – diríamos que la sentencia contra el abogado Héctor de Jesús de la Mota Acosta se correspondería con un acto justo; pero no. Lo que pasó con el abogado es que sintió profunda indignación ante un aparente gesto de prepotencia del procurador fiscal, quien haciendo galas de su investidura, lo humilló en la puerta de su despacho, éste se indignó, y ahora se ha cebado todo el poder de algunos funcionarios judiciales contra él. Todos sabemos cómo se manejan ciertos funcionarios cuando tienen un poquito de poder. Esto los lleva a medir a todos los hombres con el mismo rasero. El amigo fiscal cometió una equivocación con el abogado, a quien conocemos muy bien, pues es nuestro vecino. Se tropezó con un hombre que no conoce la genuflexión ni admite desconsideración alguna, aunque se le imponga por la fuerza. De modo que le propinó un par de bofetadas al procurador. No utilizó un cuchillo, un bate, un machete, ni mucho menos un arma de fuego. Fue con sus puños que lavó la afrenta, midiéndose de hombre a hombre en un gesto de indignación que lo llevó a perder la paciencia de la que se abusaba. En principio al Dr. de la Mota se le condenó a una medida en garantía económica de 2 millones de pesos, impedimento de salida y presentación periódica, pero esto lo hicieron tras mantenerlo en prisión por unos 6 días. Hasta ahí la situación era tolerable, pues en cierta forma se correspondía con lo acontecido. Pero no conforme con esto, y ahí es que vemos el gesto de venganza, la Corte de Apelación de la Provincia Santo Domingo varió la medida de coerción dictada por la Oficina de Atención Permanente, como debió ser, y la convirtió en medida de coerción de tres meses de prisión. Esto es tres meses en una celda a un hombre que no es un asesino, que no intentó matar, que es un ente productivo para el país, honesto a carta cabal – uno de sus principios es no defender narcotraficantes – de quien dependen muchas otras personas. Habría que ver, cosa que no ponemos en dudas, si del procurador fiscal Edward Manuel López Ulloa se podrá decir lo mismo. Lo que si creemos es que la justicia se quitó la venda en este caso y obedeció más a un deseo de venganza que a su consagrada misión de hacer prevalecer lo justo.

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