Una explicación necesaria
La Biblia, como libro sagrado dentro del
cristianismo, constituye el único referente válido para toda creencia del
creyente. Como documento histórico y universal requiere un cuidado singular, en
relación a su verdadera interpretación. Asimismo, como ha causado muchos
conflictos y, por ende, una indeterminada segregación religiosa en el tiempo y
espacio, se requiere que cada persona creyente o no, sea cauto en el estudio de
ella. Muchas personas, han señalado que a la Biblia se les ha agregado
doctrinas y que también se les ha quitado; ella reclama que no se les puede
agregar ni quitar, entonces, ¿qué ha sucedido con la Biblia? Todo estudioso
sincero de la Biblia reconocerá que en los diversos manuscritos que han
existidos, la esencia doctrinal puede relacionarse y demostrarse la veracidad
de ella.
Pero, lo que nos ocupa no es la Biblia
en sí, sino un enfoque que presente fielmente una explicación necesaria del
pasaje de Mateo 16:13- 20. Esto nos permite saber sobre quién o sobre qué está
edificada la iglesia que Cristo fundó en la tierra. Saber esta realidad es
significativo, para el mundo creyente en el Hijo de Dios. Durante muchos años
hubo guerras, persecuciones, diferentes maltratos contra hombres y mujeres de
Dios. La historia de las iglesias parece ser una vergüenza y además algo
imborrable en la mente histórica. Porqué tantas situaciones sobre la iglesia
que Cristo edificó, ¿ha habido una mala interpretación y aplicación del pasaje
mencionado?
Por motivo de espacio no transcribo todo
el pasaje, pero lo trataremos en fondo. ¿Cuál fue el motivo de la conversación
entre Jesús y sus discípulos? Respuesta, «¿Quién dicen los hombres que es
el Hijo del Hombre?» Jesús quería oír de los discípulos lo que ellos
sabían de lo que la gente decía sobre él. Jesús tenía como objetivo que la
gente descubriera su realidad, por medio de lo que ellos oían y veían en él.
Sin duda que ellos sabían y les respondieron: «Unos, Juan el Bautista;
otros Elías; y otros Jeremías, o algunos de los profetas.» Esta
información dada, indicaba que se reconocía a Jesús como un profeta de
Dios; pero faltaba que el pueblo viera en él el Mesías esperado por ellos.
Entonces, Jesús preguntó a sus
discípulos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Ellos, como sus
discípulos debían tener una respuesta más acabado sobre Jesús, y en realidad a
sí era, por eso Simón Pedro dij «Tú eres el Cristo, el Hijo del
Dios viviente?» Exactamente, Jesús era el Mesías esperado. Pedro
utilizó la palabra Cristo, porque respondió en griego, pues él era galileo, por
lo que tenía una fuerte influencia del idioma «griego común.» Esa era
la respuesta que Jesús buscaba a su pregunta inicial, de quién era en la mente
de las personas. Esto no era para orgullo de Jesús, sino como una evaluación de
su ministerio, que tan eficaz estaba siendo.
Evidentemente Jesús elogió a Pedro, por
tal respuesta. De ahí que, le dice: «Bienaventurado eres, Simón, hijo de
Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los
cielos.» ¿Recibió Pedro una visión de Dios? ¿Cómo Dios le reveló a Pedro
tal verdad? A través de los sentidos, la observación y contemplación de los
hechos de Jesús. Juan escribió: «Hizo además Jesús muchas otras señales en
presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero
éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y
para que creyendo, tengáis vida eterna» Jn. 20:30, 31. También, escribió
lo que dijo Nicodem «Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro;
porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con
él» Jn. 3:2.
Establecido en la mente de Simón Pedro
que Jesús era el Cristo el Hijo de Dios, entonces pasó a anunciar lo siguiente:
«Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca
edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra
ella.» Tres posibilidades interpretativas existen sobre este versículo,
sobre la frase «sobre esta roca,» se refiere: Cristo como persona; a
la confesión de Pedr «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente;» o, a Pedro mismo. Según la Biblia, en ninguna parte se
refiere a Pedro como roca, pero sobre Jesucristo sí, se refiere como roca:
«Y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca
espiritual que los seguía, y la roca era Cristo» I Co. 10:4; I Pedro. 2:4-
8.
Como hemos visto, el objetivo del
diálogo era saber si los hombres y sus discípulos habían descubierto que Jesús
era el Cristo. El tema no era sobre Pedro, sino sobre Jesús. De ahí que,
«Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el
Cristo.» ¿Cuál sería la roca? Sin duda Jesús es la roca, y esa roca
constituye la base de la iglesia: Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
En consecuencia, la iglesia está edificada sobre esa declaración, por eso
los discípulos siempre que predicaban a Cristo, lo presentaban como el Hijo de
Dios, el Salvador del mundo. Jesucristo es el mensaje y propósito de la Biblia,
pues desde el Génesis hasta el Apocalipsis, él es el tema central, y por ende
la causa de la salvación de la humanidad creyente.
Jesús no dijo y sobre ti edificaré mi
iglesia, lo cual sería lo correcto; sin embargo, el dijo «sobre esta roca
edificaré mi iglesia.» En gramática, los pronombres demostrativos cuando
se refieren a lo más cercano de quien habla, se dice: éste, estos, ésta, éstas,
esto; cuando está más de otro con quien se habla se dice: ése, esos, ésa, ésas,
eso; y cuando está más cerca de él, máxima lejanía, entonces se dice:
aquél, aquéllos, aquélla, aquéllas aquello, Dicc. Encl. Lexus. En
consecuencia «sobre esta roca edificaré mi iglesia,» se refiere a la
declaración que se refería a Jesús, lo cual implicaba la roca, sobre la cual la
iglesia está edificada. Y además, la iglesia es propiedad de Cristo
Jesús.
No obstante, Cristo le concedió un gran
privilegio a Simón Pedro, el que recibiera las llaves del reino de los cielos,
tal como lo expresa: «Y a ti te daré las llaves del reino de los
cielos.» Esto fue lo único que recibió Pedro en este pasaje, que sea
diferente a los otros discípulos. Lo segundo que le concedió fue común también
a la iglesia: «y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos;
y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.» Esto
mismo fue lo que le dijo a todos: «De cierto os digo que todo lo que atéis
en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será
desatado en el cielo» Mt. 18:18.
Cada creyente tiene la responsabilidad
de buscar y aceptar la verdad que procede de Dios. La palabra de Dios (la
Biblia), es la que determina la iglesia verdadera; la iglesia es consecuencia
de la palabra, y no la palabra consecuencia de la iglesia. El apóstol Pablo
escribió a los corintios: «¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de
Dios, o sólo a vosotros ha llegado? La iglesia ha recibido la palabra de Dios,
para poder ser iglesia. De ahí que, siendo la iglesia propiedad de Jesucristo,
puesto que él dijo «edificaré mi iglesia,» ésta no es de propiedad de
hombres. Por tanto, nada podrá contra la iglesia, como dijera Jesús: «y
las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.» Ruego a Dios que
perdone a aquellos que durante estos 1981, años de existencia de la iglesia de
Cristo sobre la tierra, hayan hechos daños a ella. Dios le bendiga.