Un Presidente enfocado en gobernar

 
 
Estuve –el pasado 27 de septiembre- en el encuentro que el Presidente sostuvo con miembros de la comunidad dominicana en la escuela Hermanas Mirabal, en Manhattan, New York. Allí pude saludarlo, pero lo más significativo, escucharlo.
 
Y lo que pude ver y escuchar, fue a un Presidente sumamente enfocado-entregado en gobernar siguiendo –al pie de la letra- la ruta programática que, en nombre suyo y de su partido, ofertó al pueblo; y en lo que toca a la diáspora, que de paso, le anunció dos: su promesa de vivienda –con varios proyectos concretos- y la apertura del Instituto del Dominicano en el Exterior que hará realidad –y mientras el Congreso lo hace ley- vía un decreto provisional, este mismo año.
 
Así, y ya en el plano nacional, el Presidente se explayó en puntualizar cada una de las políticas públicas, iniciativas y programas en que, el gobierno que preside, ha centrado sus mayores esfuerzos, a saber: educación, agroindustria, relanzamiento de la agricultura, crédito a pequeños productores (a través del programa Visitas Sorpresa), ampliación de la cobertura de salud, revalorización salarial al magisterio –que ahora deberá, en sus palabras, centrarse en la calidad de la educación-, y la reafirmación, en el marco de la ONU y que reiteró, de su interés-voluntad de “…de enfrentar los retos y desafíos de equidad de género y empoderamiento de la mujer…”.
 
Sin embargo, al que no pude ver ni escuchar, al menos yo, fue al candidato Danilo Medina -2016-2020-. Y eso sí que resulta un hallazgo sociopolítico insólito, y a la vez de ruptura.
 
Por ello, ¿cómo explicar semejante fenómeno? Hagamos pues, el intento-ejercicio.
 
Una posible explicación -al dato-hallazgo atípico- podría tener dos lecturas: a) la inauguración real de una nueva cultura política basada en el ejemplo cívico de que un Presidente-candidato debe ceñirse a un protocolo político-institucional en aras de afianzar una ética pública; o b) El Presidente está convencido, cabalmente, de que el país valora, al margen de encuestas y politiquería, la obra de gobierno que viene realizando y, por vía de consecuencia, en su íntima convicción, esa valoración ciudadana –de cara a mayo-2016- lo reafirmará en la presidencia de la república, desterrando, de cuajo, la vieja cultura de gallera en que se sustenta toda campaña política-electoral en el país
 
Quiero adscribirme a estas dos lecturas o certezas, porque ellas marcarían rupturas políticas-institucionales con un ciclo histórico signado por el caudillismo, el mesianismo y el clientelismo político nauseabundo.
 
Por supuesto los dos escenarios –o lecturas- serán de difícil asimilación-aceptación y creencia, no sólo en el litoral de la oposición, sino también, en cualquier partido gobernante. Y más aun en un país subdesarrollado.
 
Mas sin embargo, y de aproximarme a lecturas correctas, no estaría de más aunar esfuerzos institucionales –si fuere posible, antes de mayo-16- en la línea de aprobar las bien engavetadas –por los tres partidos mayoritarios, ¡sin excepción!: PLD, PRD y PRSC- Ley de partidos políticos y la de reforma a la Ley electoral.
 
No obstante, y aterrizando en la realidad, me preocupan dos cosas: 1) que algunos miembros de la cúpula de mi partido (el PLD) no estén a la altura de la coyuntura política –¡ni del Presidente!-; y 2) que cuando tenga que ponerse la ropa de candidato, el Presidente no olvide el rasero alegre y carnavalesco con que sus adversarios aspiran a destronarlo, que tal y como ya aflora, será con campaña sucia, denuncia alegre (como la que hizo hace poco el candidato de la oposición y su equipo “técnico” sobre las Visitas Sorpresa, justamente, y para su mala suerte, cuando la ONU y la FAO acaban de valorar –“como un modelo solidario”- dicho programa) y tigueraje (porque no olvidemos que PRM es igual a PH16-Convergencia).
 
Ojalá, el Presidente, repare en esto, y al tiempo que afianza la nueva cultura política –que viene predicando y exhibiendo-, no descuide esos detalles de gallera y roba la gallina; pero, sobre todo, lo que es cultura y práctica arraigada en nuestro sistema de partido, para que su legado –político-institucional- no quede como un simple referente episódico, o peor, como algo anecdótico.
 
Coadyuvemos pues, para que el Presidente Danilo Medina siga al frente de la cosa pública -2016-2020-, y avancemos en ese salto histórico, político, cultural e institucional que nos quiere legar.
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