Un nuevo camino
El camino por donde esta clase política nuestra viene conduciendo este país en el actual proceso político electoral, sinceramente, que no augura un final feliz. De un tiempo a esta parte no hay un día en que en la prensa nacional no tenga un tema en controversia que haya sido generado por los principales actores del sistema político formal.
Es increíble que el pan nuestro de cada día sea los dimes y diretes, las controversias entre los partidos y los líderes políticos, así como los candidatos presidenciales.
Esto es una suerte de intranquilidad total, de incertidumbre perenne, de intranquilidad que espanta, en fin una zozobra que se convierte en paranoia colectiva.
Un país no puede andar así, los actores e instituciones políticas deben entender que el ánimo social no puede agitarse tanto, que las contradicciones no pueden tomar tanta velocidad que en ocasiones se vea como que son indetenibles.
Este es un país pobre, en vía de desarrollo, con una economía dependiente y una enorme deuda social acumulada que lo hace vulnerable y susceptible de cualquier situación que lo conduzca a la anarquía, al desorden, al desastre.
Este proceso político-electoral singular que se viene experimentado debe llevarse con más calma, con sensatez, con pies de plomo y cabeza fría, no nos podemos llevar de las pasiones que muchas veces generan los intereses.
Hay que parar la actitud de algunos sectores de la clase política, social y económica, que entienden que todo le debe ser favorable a sus interés y que de no ser así nada sirve y por lo tanto hay que provocar un conflicto. Eso no puede ser, por el amor de Dios.
Y que no me vengan con la manida tesis de que el ejercicio de la política en esencia es confrontación, porque no es cierto, la política además de ser la ciencia más bella y sublime es a su vez el arte de lo posible. Tomemos un nuevo camino.
JPM/of-am