Un mundo nuevo
No quiero que este año 2019 llegue a su final sin hacer una reflexión que me viene martillando desde hace unos meses, cuyo contenido debe preocupar a todo aquel que sueñe con un mundo mejor y un hombre nuevo.
Me refiero, señores, a lo inaceptable que resulta a estas alturas de la posmodernidad el comportamiento degradante que en los últimos años se viene evidenciando en algunos colectivos sociales.
Me resulta lacerante que en pleno siglo XXI profesionales de todas las clases, dimensiones, calidades y calibres, estén exhibiendo y promoviendo conductas despreciables y vergonzosas como si fueran las correctas y dignas.
Aquí parece que la mayoría de los profesionales, que se le supone un mayor nivel de conciencia y formación, han entendido que la vergüenza, la dignidad y la ética, son valores que quedaron sepultados en el siglo XX.
Es penoso ver como se arrastran y se le arrodillan al poder, en cualquiera de sus manifestaciones y dimensiones, aún en desmedro de sus principios y convicciones.
No importa, lo importante es el aquí y el ahora, la acumulación rápida y abundante de dinero, aun esto implique convertirte en la vergüenza de tu familia y el patito feo de la sociedad.
Pero lo lamentable y preocupante de todo este fenómeno es que ya casi cerrando la segunda década de este siglo XXI, algunos sectores políticos económicos y sociales, llamados a detenerlo y erradicarlo lo que hacen es legitimarlo y en cierto modo estimularlo. Que lastima.
De verdad que me avergüenza y me preocupa ver la condición humana degradarse de esta manera, sueño con un hombre nuevo, que a partir de sus ideas, trabajo y esfuerzo, sea capaz de transformar el mundo.
No deseo ver a mis hermanos dominicanos y dominicanas convertidos en miserables objetos, los quiero ver gravitando como sujetos que con su talento e independencia se conviertan en un ente de cambio en su medio social. Que Dios nos ilumine, y feliz navidad para todos.
Domingo.quezada.alberto218@gmail.com
JPM