Un mundo en valores

El mundo humano es el resultado de la multiplicación de los primeros habitantes de la tierra, que según entendemos y creemos fueron Adán y Eva. Ellos recibieron de Dios el mandato de fructificar, multiplicarse, llenar la tierra y sojuzgarla. Bajo la bendición de Dios, el ser humano tenía que emprender la tarea correspondiente, pero con la inteligencia y sabiduría necesaria. sin embargo, el hombre ha llenado la tierra, pero no ha sabido sojuzgarla; ya que desde el principio de los tiempos ha fracasado, por su individualismo. Dominar y sujetar al mundo, es equivalente a dar buen uso de los recursos naturales y humanos que hacen posible la buena convivencia entre los humanos. Existe una interrelación entre la naturaleza y el ser humano. Esta, ha sido dada por Dios, en consecuencia, deben existir los valores necesarios, que en ambas circunstancias, permitan el bienestar y felicidad del ser humano. Hay que respetar, cuidar y perpetuar los valores, o leyes que son inherentes a la naturaleza, puestos por el bien del hombre. La falta de respeto que el hombre ha tenido contra la naturaleza, ha conducido a un mundo físico, insoportable para la convivencia de los seres que interaccionan en ella. De ahí que se hace urgente, que el hombre entienda que el surgimiento de enfermedades, aumento en la temperatura y el desequilibrio en el ecosistema, son productos de las manos del hombre, quien con brutalidad y egoísmo ha actuado, ante lo más preciado que Dios desde antes de hacer a Adán y a Eva, ha dado al ser human La naturaleza. Sin embargo, si el hombre ha sido cruel con la naturaleza, donde más se puede ver y sentir esa crueldad es entre el mismo hombre. De ahí que, «la explotación del hombre, por el hombre» es la evidencia de la falta de valores humanos, que han puesto al ser humano en una insensibilidad ante la vida. Es penoso y cruel, que el ser humano no pone al humano como su objetivo para llevarle la felicidad; más bien, el ser humano es el sujeto que ha traído la infelicidad de los demás. Hay que hacer conciencia en sí, de que toda acción del hombre implique dos razones fundamentales: Una convivencia en felicidad de todo el conglomerado humano; y unos valores en el humano, que sean capaces de que el hombre continúe en el sendero del bien y la obediencia a Dios. No se debe negar que el hombre está vinculado a Dios, por creación, por la historia, por la naturaleza y por ende por los principios o leyes que Dios ha dado. Sin esta realidad, la conciencia humana quedaría desprovista del bien común. Tres cuidados nos enseña la vida que cada ser humano debe tener: Cuidar mismo ser humano, a la naturaleza y a Dios. ¿A quién usted cuida? Si se cuida únicamente a sí mismo, entonces no se queje de la crisis social, ni del desequilibrio del ecosistema. Por eso el individualismo es el culpable de la situación en que se vive en el mundo. Un mundo en valores, requiere de personas comprometidas con el bien general. Decir: «A mí no me importa tu situación,» es culparse a sí mismo, y negar su obligación secundaria. Cuando alguien está participando de las mieles de las riquezas, y no piensa en ayudar a aquellos que no tienen tal privilegio, está demostrando que no se siente ser un ser humano consciente, sino, irracional. Un mundo en valores está ligado ha hablar con la verdad a su prójimo, pero a la vez ser practicante de esa verdad. No son los hermosos discursos, ni los discursos demagogos que hacen al buen hombre, sino sus buenas acciones, las cuales quedan reflejadas en los rostros de los demás congéneres. Criticar a los demás, diagnosticar la problemática y justificarse a sí mismo, no representan las soluciones a lo planteado. Nada debe hablar, aquel que habiendo tenido, o teniendo la posibilidad de mejorar la vida de su prójimo, no ha hecho lo que le corresponde. El mundo va cada día de mal, en peor; pregunto, ¿seguiremos con los brazos cruzados? Cada quien debe hacer algo por su prójimo, comenzando en la familia. Padres, sean responsables con sus hijos; esposos, as cumplan con sus deberes sociales y conyugales; hijos recompensen a sus padres y sean bondadosos con sus hermanos. Un mundo en valores sólo puede formarse, si los que vivimos hacemos todo lo posible para mejorar, cada día, la realidad; somos los responsables de transformar el mundo. Son los humanos, quienes creados a imagen de Dios, tienen la capacidad y responsabilidad de hacer un mundo mejor. Sin embargo, muchos que hablan de un mundo mejor, hablan de un mundo mejor para ellos. No seamos egoístas, vivamos, dejemos y hagamos que otros puedan vivir. Iglesias no colecten diezmos, pongamos el ejemplo, dejen que sus feligreses vivan mejor. ¿Cómo hacer un mundo en valores? Respetando a nuestro Creador, sometiéndonos a la fe en Jesucristo nuestro Salvador; amando y valorando al prójimo, lo que deseo para mí debo desearlo para los otros; aceptando los valores que permitan una buena convivencia entre los humanos; y manteniendo su cuerpo y espíritu alejado de toda contaminación del pecado. En tal sentido, es posible que cambiemos ésta realidad; todo dependerá del hombre, pues sí el hombre es causante de lo malo, entonces él debe buscar la solución. Algunos dicen: «Si hay Dios, ¿por qué permite todos estos males?» La razón es que Dios es paciente y espera el cambio en el hombre. La sentencia que existe para este mundo pecador es : «pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos… El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento» 2 Pd. 3:7, 9. Dios le bendiga.

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