Un momento difícil

El pasado lunes regresé de México, donde duré diez días, en los cuales hice diez exposiciones de la palabra de Dios. Algunas personas, antes de ir a ese país, me aconsejaron que no fuera a ese viaje, porque hay muchas violencias; sin embargo, debo decir que en los lugares donde estuve no observé violencia, aunque esto no niega que exista. Ese miedo que se observa en las personas, nos indica que se está viviendo en un momento difícil, en el mundo. A mi llegada, no entendía las noticias que se daban, debido a las insólitas informaciones. Todavía estoy asombrado, porque de un momento a otro ha habido un cambio significativo en el comportamiento social. Una vez más, la ausencia de valores, y sobretodo la falta de la fe en Dios, se hacen visibles en las conductas desviadas de los pueblos. Este momento social es muy difícil, por causa de que no es fácil entender qué está pasando ni porqué está sucediendo, tales cosas. Es obvio que los medios de comunicación, permiten que las informaciones fluyan con rapidez, pero también, muchos comentarios interesados desvían la esencia real de los hechos. ¿Cuál es la verdad de estos hechos sociales? No es de fácil entendimiento, como diría José el coj «Esto es de alta política.» Hay cosas que están reservadas solamente para cierta estirpe, los hijos de Machepa no pueden entenderlas, aunque sean sean víctimas de ellas. Se aproximan unas elecciones electorales, que si Dios quiere, no serán las últimas en el país; pero sí, serán muy complicadas, por la diversidad de cargos electivos, pero también, por la crisis política que han vivido los tres partidos políticos mayoritarios. Si los políticos no entienden que tienen que guiar a un pueblo hambriento de justicia social; un pueblo que está lleno de necesidades; y un pueblo que está lleno de contradicciones, ignorancia y fanatismo. Si ellos no entienden ésto, entonces hay un momento difícil de superar. No es tiempo de ir a una iglesia, para ser creer al pueblo que creemos en Dios y manipular el sentimiento religioso de él. No es tiempo de dar un discurso, donde se hable bonito de Dios, pero con un corazón alejado de los principios de él. No es tiempo de presentarse como el más honesto y criticar a otros como si fueran diferentes. Tiempo es de presentar proyectos de transformación social, de progreso social, en los cuales se incluya el desarrollo material y el crecimiento espiritual de los pueblos, que determinen una armonía en la ciudadanía. Aveces no es el miedo un factor determinante para huir, pues el más cobarde de los hombres hace en un día una hazaña que sólo los valientes la pueden hacer. Un iletrado, dice una expresión con tanta sustancia, que el más intelectual puede quedar sorprendido. El mundo, y especialmente nuestra nación debe reflexionar y comenzar a cambiar, antes que situaciones adversas hagan presencia en el pueblo. Estamos en tiempo difíciles, pero se puede modificar, si todos ponemos de nuestras partes. La falsa expresión «que Dios nos encuentre confesado,» no es válida, porque en la mayoría que se confiesa no produce un arrepentimiento verdadero, sino que creen que con decir lo que han hecho ya todo está resuelto. Si no hay arrepentimiento no hay perdón, el apóstol Pedro dij «Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio» Hch. 3: 19. Sabemos que el mundo va por mal camino, que los pueblos hablan cosas vanas, que cada quien busca lo suyo propio, que no hay amor de Dios en las naciones; pero no debemos quedarnos de brazos cruzados, debemos poner en acción la manera de mejorar la situación. Una vez más, culpar a un individuo no es la solución; el problema es de que vivimos en una época donde se ha generalizado la maldad, pues, es un problema de fondo no de forma. Entonces, ¿qué hacer? Buscar la raíz del problema que queremos resolver, según mi entendimiento, la raíz de los males es que el hombre ha vivido sin Dios; la solución del problema es buscar a Dios. Los verdaderos hombres y mujeres de Dios no hacen daños al prójimo, porque han aprendido a amar. Solo Dios nos puede enseñar a amar de corazón a las personas; si tan únicamente tuviéramos el amor de Dios morando en las naciones, otras noticias se oirían. Las diatribas políticas no solucionan problemas, sino que los perpetúan. Los pueblos se cansan de los mismos entretenimientos, ellos quieren soluciones. Cada día las mismas promesas, ante los mismos problemas. No seamos incautos, se necesita soluciones. Como dice una canción de protesta: «No basta rezar, hacen faltas muchas cosas para conseguir la paz.» Dios no resuelve problemas, sino hay una conciencia en el hombre del mal hecho por él, y se arrepienta y entonces pida a Dios ayuda. Vivimos momentos difíciles. Dios le bendiga.

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