Un diputado dominicano en Suecia?…lo dudo

Como es mi estilo al enfocar un determinado tema y exponer mi humilde opinión en el mismo, siempre me gusta establecer los conceptos y a la vez, definir los mismos para una mejor interpretación por parte del lector que me pueda honrar con su atención. En esta oportunidad me voy a referir a unos personajes políticos muy conocidos en la República Dominicana por su «peculiar» manera de «ejercer su trabajo» en favor de la sociedad que representan: los diputados.

Esta figura pública ejerce su labor en el Congreso, que no es más que una institución política representativa, que podríamos decir que es el fruto histórico de la voluntad y de la lucha escenificada tanto por los hombres y mujeres, por imaginar y crear un instrumento de gobierno y de plena representación que reafirme los principios de igualdad, libertad y respeto mutuo, que estimule la participación en la vida política y la convivencia humana entre los hijos de una nación.

Al exponer mi opinión, voy a referirme en sí a los Diputados y con ello por igual manera infiero a los Senadores, pues la conducta inmoral, corrupta, denigrante, abusiva y nefasta que ejercen, son iguales en ambos casos, obviamente, con sus minúsculas excepciones.

QUE ES UN DIPUTADO?

No son más que aquellos ciudadanos que han contando con el privilegio de ser elegidos por el pueblo para que lo represente de cara al gobierno. Cada provincia tiene los suyos en la Cámara de Diputados y participan en la elaboración de leyes que tienen por objetivo velar por la salud, la seguridad y el bienestar de los ciudadanos a quienes representan. Dicho esto, paso al desarrollo del tema.

Pero, antes de hacerlo, quiero referirme a una nación y sus diputados que no es Rep. Dominicana y que es un país ejemplo a imitar por los valores morales, de trabajo, de honestidad, desarrollo, cultura y de consagración de todos sus funcionarios públicos, incluyendo obviamente, a sus diputados: Suecia. Ella es el parámetro que quiero utilizar para resaltar la diferencia entre un diputado sueco y uno dominicano, ambos haciendo la misma labor.

LA POLITICA EN SUECIA

El Reino de Suecia es una nación escandinava localizada en la parte norte de Europa y su capital es Estocolmo, que por su extraordinaria belleza, dinamismo, desarrollo y educación de sus ciudadanos, parece un lugar propio del paraíso. Es el quinto país más extenso en territorio de ese continente, con una población reducida de apenas unos 10 millones de habitantes. Se le considera una nación altamente desarrollada en muchos aspectos, con un nivel de vida muy superior y con una escala cultural envidiable y sostenible.

Por si fuera poco, consta su economía con un PIB (nominal) de $500,485 millones. Su índice de inflación es el más bajo de Europa (apenas un 2%) y su economía es considerada la segunda más competitiva y organizada. El índice per cápita de sus ciudadanos ronda los $58,000 coronas sueca.

El sistema de salud es considerado uno entre los mejores del mundo, es gratuita, universal y financiada con los impuestos de los contribuyentes. Se encuentra entre las cinco naciones con más baja mortalidad infantil. Su índice de alfabetización es uno de lo más alto en el mundo (99%). Con unos índices así, es obvio que la conducta de sus ciudadanos es altamente educada y ejemplar.

LOS DIPUTADOS SUECOS

Si en un hogar ( en este caso la Patria) a sus hijos se les inculca la honestidad, el trabajo, la educación y los valores éticos y morales, es obvio que el comportamiento de esos ciudadanos van a ser positivos, nobles y loables. Ese es el caso de la conducta y el papel que asumen cada uno de los diputados suecos en el ejercicio de sus funciones políticas al servicio de la sociedad que los eligió.

Los diputados suecos entre los «privilegios» de que gozan en Suecia están el vivir en un pequeño apartamento de apenas 40 metros cuadrados en donde residen en su semana laboral, cuya cocina y lavandería son compartidas. Para lavar sus ropas, tienen que previamente anotarse en una lista. Tienen jornadas de trabajo de 60 horas y carecen de las comodidades y el lujo de que disfrutan otros colegas en naciones pobres y subdesarrolladas.

No tienen vehículos oficiales, ni servidumbres en sus apartamentos, ni choferes y mucho menos «guardaespaldas». El sueldo percibido por cada uno de ellos es el mismo entre todos, pues no hay distinción entre si. Sus oficinas en el Congreso apenas tienen 18 metros cuadrados. Como podemos ver, fueron a servir al pueblo, no a recibir privilegios y a vivir de lujo por sus labores.

La opinión de los ciudadanos suecos, frente al estilo de vida tan peculiar que llevan sus diputados de una de las naciones más avanzada y próspera, es la siguiente: «Somos nosotros que pagamos a los políticos. No vemos ninguna razón para que el dinero del contribuyente sea usado para darles una vida de lujo». Esa es la manera de pensar de una población culta, responsable y con sentido común.

LOS DIPUTADOS DOMINICANOS

Dentro del conglomerado social y político dominicano, estos señores sí que forman una «casta» muy especial. Podemos señalarlos como los ‘privilegiados». A diferencia de sus colegas de Suecia, estos viven dentro de mayor de los lujos, el boato y los placeres que brinda el poder político.

Viven en suntuosas mansiones o apartamentos en sectores exclusivos; devengan un sueldo mensual de RD$175,000.00 , sin incluir el sueldo #13; tienen «gastos de representación de RD$35,000.00 y una dieta que ascienden a unos RD$45,000.00 mensuales. Son administradores del famoso «Barrilito», una especie de plan social de unos RD$140,000.00, para hacer «habichuelas con dulces, pagar entierro (como si fueran funerarias) o pagar recetas médicas (como si fueran hospitales) y la gasolina que consumen sus vehículos también cubierta por el erario.

Dado su «extraordinaria» labor congresional , tienen bonificaciones de unos RD$400,000.00; dos exoneraciones abiertas anuales de dos autos (generalmente lujosos); personal de apoyo, choferes, secretarias, guardaespaldas, asistentes, relacionista público y, como si todo esto fuera poco, poseen pasaportes diplomáticos, gastos de viajes, almuerzos libres así como celulares abiertos sin costo alguno. No podemos olvidar sus casas de veraneo y sus fincas de recreo o esparcimientos.

Pero como si no fuera suficiente para calmar la sed de riqueza de estos comerciantes y mercaderes de la política dominicana, existe el llamado «Hombre del Maletín», eufemismo que describe a la persona que representa a cualquier empresa privada o al propio gobierno, que se encarga de repartir jugosas sumas millonarias para aprobar leyes a su favor.

Son tan «agotadoras» sus jornadas de trabajo en el Congreso, que son los únicos funcionarios públicos que tienen cinco meses de vacaciones, cuando les sumamos los días festivos de navidad, Semana Santa y los 82 días del verano que no laboran y para coronar tan «pulcra y loable labor», se aseguran su pensión para el resto de sus vidas con su sueldo íntegro.

Esta barbarie política es lo menos que puede esperarse de un Congreso formado por truhanes, carcamanes, vividores políticos, terroristas del transporte, merengueros, personas abyectas y nescientes. De estos, son culpables los partidos políticos que no les importa la calidad moral de sus postulados; la propia sociedad dominicana carente de madurez política y juicio crítico y, por último, el propio Estado Dominicano que en ciertas medidas, avala y patrocina estos desafueros.

La diferencia de este proceder político entre los congresistas suecos y los dominicanos, no estriba en el abismo económico que separa ambas naciones, sino más bien, en la formación social, cultural y de educación política de sus ciudadanos y sobre todo, de aquellos que ven el ejercicio de la política como la vía más expedita para escalar la cima social, hacerse rico rápidamente y asegurarse para sí y los suyos el futuro inmediato bajo el prima de una conducta política deshonesta. Esa fue la razón de la interrogante que de manera hipotética formulé en el título de esta modesta y humilde opinión.

Sobradas razones tuvo el autor de «Flor de fango», «Auras y las violetas» y «El cisne blanco», el escritor colombiano José María de la Concepción Apolinar Vargas Vila Bonilla cuando dijo: «La corrupción del alma es más vergonzosa que la del cuerpo».

Compártelo en tus redes:
ALMOMENTO.NET publica los artículos de opinión sin hacerles correcciones de redacción. Se reserva el derecho de rechazar los que estén mal redactados, con errores de sintaxis o faltas ortográficas.
0 0 votos
Article Rating
Suscribir
Notificar a
guest
22 Comments
Nuevos
Viejos Mas votados
Comentarios en linea
Ver todos los comentarios