Un dato atípico, a propósito de candidatos…

Haití ha sido considerado -por algunas publicaciones especializadas- como un «Estado fallido». Falso o cierto el dato, no deja de ser un referente sociopolítico, diríamos, prima facie, a la hora de abordar la realidad haitiana desde cualquier perspectiva. Sin embargo, tal veredicto axiológico, no excluye que se produzca uno que otro evento contradictorio en el contexto de un supuesto “Estado fallido” que opera en una suerte de volatilidad sociopolítica ya histórica.
 
Para el caso, seamos más explícito y vayamos al dato concreto: ¿cómo es posible que, y en contexto de la fragilidad política-institucional de Haití, su Canciller, Pierre Duly Brutus, anuncia su renuncia para aspirar a la presidencia de su país?
 
Tal acto político, personal o de requerimiento constitucional -que no lo sé-, no deja de llamar la atención si sabemos que en Haití impera un régimen jurídico-político de “república presidencialista” y de ejecutivo “dual” (Presidente y Primer ministro) en el cual el papel, de ambas figuras, está tácitamente delimitado, contrario al nuestro que es: excesivamente presidencialista.
 
No obstante, no deja de ser atípico que en el contexto de una fragilidad sociopolítica e institucional como la de Haití, se produzca un hecho político de esa naturaleza, y que, en nuestro país, el único referente fresco y a mano, precisamente recaiga en el actual Presidente Danilo Medina que cuando decidió aspirar, en el 2008, y con anterioridad, renunció a su cargo de Súper-ministro de la Presidencia.
 
Quizás por esa ya histórica fragilidad sociopolítica-institucional de Haití, nuestra aspiración -como país vecino y solidario- ha sido que Haití alcance mayores niveles de institucionalidad democrática. Tal aspiración, no deja de ser pertinente y oportuna; y tal vez, quién sabe -y mirándolo con optimismo-: se pierde un canciller y se gana un Presidente más receptivo. Eso, por supuesto, nunca se sabe.
 
Sin embargo y para terminar, vale la pena volver al meollo de este artículo, porque no deja de ser incongruente o de contraste que, mientras en Haití -con toda su fragilidad política-institucional- se produce un hecho político de esa naturaleza (la renuncia de su canciller para aspirar a la presidencia), en el nuestro -con más institucionalidad y gobernabilidad democrática- no hay un solo ministro aspirante que renuncie o que -con la excepción de Reinaldo Pared Pérez, y en el ámbito del poder legislativo-, por lo menos y tan siquiera, cumpla con ¡su propia! promesa de hacerlo…
 
Tal parecería que, en nuestro país, más que a Presidente, se aspira a ser ministro por Réquiem etem…
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