Ucrania: entre Occidente y Oriente

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Ucrania acaba de escribir una nueva página de su historia contemporánea. Fiel al origen etimológico de su denominación, U Kraju, es decir, al límite, Ucrania vive literalmente al límite. Con un territorio enmarcado entre Occidente y Oriente, Ucrania siempre ha oscilado entre otroras potencias y grandes imperios, Polonia, Imperio Otomano, Imperio Ruso, Imperio Austro-Húngaro, etc., con un común denominador: el Imperio Ruso sea en su variante zarista, en su versión soviética y con muchas manifestaciones similares en la actual Rusia. Con una población de 44,573,205 de habitantes (2013) de los cuales el 77,8% son ucranianos y el 17,3 rusos (el restante 4,9% pertenece a diferentes grupos étnicos), un 67.5% declaró la lengua ucraniana como lengua materna frente al 29.6% que declaró a la lengua rusa como lengua materna (censo de 2001). En realidad, una gran parte de la población es bilingüe siendo Kiev su mejor expresión. Sin embargo, y a pesar del dominio de ambas lenguas, la identificación con ellas responde más a un carácter geográfico, geopolítico de pertenencia al Occidente o al Oriente. En la primera de éstas, el Oeste, la mayor parte del territorio se identifica con la lengua ucraniana, con la Iglesia Católica Ortodoxa, con su relación con Europa, símbolo de los valores democráticos y libertad. Por su parte, el Este, fronterizo con Rusia y con fuerte presencia de éstos, se inclina más por la lengua rusa, la Iglesia Ortodoxa Rusa y por los valores de un paneslavismo que Moscú siempre ha fomentado. En este intento de pertenencia es donde debemos buscar algunas de las claves para entender a la Ucrania actual. Ucrania representó siempre un interés especial para Rusia. Desde el punto de vista histórico, sería allí donde tuvo lugar la creación del primer Estado, la Rus de Kiev (siglo IX). Desde el punto de vista geográfico, geopolítico, Ucrania significa para Rusia su “contención” hacia el Oeste y el Noroeste. Su estratégica posición hacia el Sur, con el Mar Negro de trasfondo, destaca la importancia de la Península de Crimea, territorio cedido a Ucrania en 1954 y causa de diferendos entre Moscú y Kiev ya que a través del Mar Negro Rusia exporta su gas a Europa, mantiene allí dos bases navales en Sebastopol y Odesa, además de la estratégica importancia respecto al Cáucaso, Asia Central y los Balcanes. Desde el punto de vista económico, el gas ruso que llega a Europa llega a través de Ucrania. De allí la importancia política, económica, geográfica, estratégica de Ucrania para los intereses de Rusia y para lo cual Moscú ha llevado a cabo una serie de políticas con miras a mantener dentro de su esfera de influencia a Kiev; al menos a su clase política. Ésto fue precisamente lo que provocó los acontecimientos que se inician en noviembre del pasado 2013 cuando el entonces presidente Viktor Yanúkovich anuncia la posposición de la firma del Acuerdo de Asociación que la Unión Europea había propuesto a Kiev, propuesta de por sí mínima, 610 millones de euros por parte de la UE y el FMI más un mercado comunitario en el cual la misma Ucrania hubiera salido perdiendo debido a la dificultad de ésta para competir con los productos europeos, para quienes un mercado de más de 44 millones de habitantes es más que atractivo. De allí que la propuesta de Moscú de un préstamo de 15 mil millones de dólares norteamericanos más la reducción (un tercio) del precio del gas resultara mucho más provechosa para la ya élite prorrusa del Gobierno de Yanúkovich. Naturalmente, éste y otros funcionarios gubernamentales no podían prever la lucha y la constancia con que la llevaron los diferentes grupos civiles que se fueron haciéndose fuerte en la Plaza de la Independencia (Майдан Незалежності). Tras la destitución de Yanúkovich y la convocatoria de elecciones para el próximo mayo, el verdadero reto para la democracia de Ucrania apenas empieza. No es la primera “revolución” reciente: frescos están aún los recuerdos de la “Revolución Naranja” de la cual salió triunfante Viktor Yushenko en noviembre del 2004, quien con anterioridad, entre 1999-2001 había sido Primer Ministro de Ucrania bajo la presidencia de Leonid Kuchma, quien a su vez y ante la imposbilidad de presentar su candidatura había designado como contrincante de Yushenko a Viktor Yanúkovich, el recién depuesto presidente de Ucrania. Las reglas del juego democrático son aún débiles en Ucrania. Entre los principales opositores al Gobierno de Yanúkovich, quienes dirigían las manifestaciones contra éste, se encontraban los líderes de diferentes fuerzas políticas entre las cuales destacan Batkivshchyna, Unión de todos los Ucranianos Patria, de Yulia Timoshenko, de centroderecha, UDAR, la Alianza Democrática para la reforma, de Vitali Klitschko o el Svoboda, Unión de todos los ucranianos y cuyo precedente fue el Partido Social-Nacional de Ucrania, partido ultranacionalista y xenófobo. En el 2004, Viktor Yushenko y Yulia Timoshenko fueron los rostros de la “Revolución Naranja”. Habrá que esperar hasta saber quiénes serán los rostros de este nuevo proceso que recién empieza.

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