Templo de la Fama de Moca, ejemplo nacional
Aquel anciano venerable era respetado por todos en mi comunidad nativa. Era uno de esos iconos humanos que la sociedad tiene como portaestandartes de su identidad y de su historia. Había participado, muy joven aún, apenas 20 años, en el tiranicidio contra Ulises Heureaux.
Y siguió siendo fiel, hasta su muerte, a los sentimientos patrióticos, sobre todo a esos sentimientos que el destino reserva para hombres enteros, donde enfrentar la muerte y acosar sus arbitrios, resulta una tarea tan común como el alimento diario. Dudo que haya conocido pues, el miedo.
Como era un niño lo recuerdo entre brumas, pero no he de olvidar la mañana del 31 de mayo cuando mi madre, junto a los Guzmán-Bencosme, que eran nuestros vecinos -yo, con solo once años- acordaron que todos fueran a la calle Duarte, distante a cuadra y media de nuestra casa en la calle Imbert, para observar el momento en que el SIM, que había iniciado la cacería contra la familia de la Maza desde la noche anterior, apresaba en su hogar a don Vicente.
No recuerdo todo, pero he consultado a mayores que yo que estuvieron allí en ese momento, que me dicen que muchos sollozaban, casi a escondidas, por el abuso que se cometía contra aquel viejo ilustre, entonces con 82 años y la muerte lacerante de su hijo Octavio entre sus cargas silenciosas.
En ese justo instante, el integrante de una raza de hombres ya extinguida, salió sereno desde su hogar rumbo a las ergástulas trujillistas, seguro como estaba de que a esa hora sus hijos, con Antonio a la cabeza, y otros mocanos, habían cumplido fielmente la tarea que les correspondía para terminar con la Era de oprobio e indignidad de 31 racimos de sangre.
Don Vicente de la Maza moriría siete años después, a punto de cumplir 90 de edad, contribuyendo a la decapitación de dos dictaduras y alegre por la heroicidad alcanzada por sus hijos. Su obra de vida alcanzó a toda la sociedad dominicana, tenía sello de Nación. Fue la cabeza de la última camada de héroes que ha producido Moca.
RAMON DE LARA
Ramón de Lara nació en Moca en 1884. Se recibió de doctor en medicina en Bruselas. A su regreso al país, ejerció en su patria chica, en Santiago de los Caballeros y en Puerto Plata. Junto al médico italiano Vicente Grisolía, padre del afamado pianista dominicano del mismo nombre, fundó la clínica Mercedes en la ciudad del Yaque.
Ambos eran considerados, en ese momento, los dos mejores galenos del país. En Santo Domingo dirigió el Hospital Nacional, que estaba ubicado al lado de la Fortaleza Ozama. Aquí fundó también la Clínica Mutual Española, donde sirvió a las víctimas del huracán San Zenón. Rector de la Universidad de Santo Domingo, estando en San Juan, Puerto Rico, Trujillo canceló su nombramiento por ser parte de la resistencia contra la dictadura.
De todos modos, el doctor Lara regresó al país y se fue a Santiago a adquirir la clínica Mercedes que fundó junto al doctor Grisolía, porque quien la dirigía entonces, el también famoso médico Luis Eduardo Aybar, se había retirado de sus funciones. Mantuvo su oposición al régimen, hasta que en 1936 logró salir del país y radicarse en Caracas, Venezuela, en donde ejerció su profesión por veinte años. Murió en Nueva York de una embolia en 1956.
Cirujano y ginecólogo, hicieron fama sus exitosas intervenciones quirúrgicas. Fue una de las primeras víctimas de la dictadura, pues Trujillo lo persiguió, por su cercanía al ex presidente Horacio Vásquez, desde que tomó el poder en 1930. El Hospital Militar de la Base Aérea de San Isidro lleva su nombre.
ULPIANO CÓRDOBA
Don Ulpiano Córdova fue un educador boricua que se instaló en Moca hacia fines del siglo XIX, junto a su compatriota Salustio Morillo. Ambos fueron los fundadores de la instrucción pública en esa ciudad. Durante varios lustros ejerció la docencia formando a toda una generación de jóvenes mocanos que luego alcanzarían especial incidencia en la vida pública de su ciudad y del país: Elías Brache hijo, Manuel Cabrera, Manuel de Jesús Viñas, Juan Crisóstomo Estrella, Carlos María Rojas, José Brache, José Francisco Rojas, Gumersindo Belliard y Silvano de Jesús Guzmán.
Moca, para esa época, brillaba como una ciudad donde la educación ocupaba un primer lugar en los planes de sus autoridades, a un nivel de que jóvenes de otras ciudades iban a estudiar allí. Entre ellos, el vegano Manuel Ubaldo Gómez, el salcedense Zenón Toribio, el dajabonero Aquiles Miolán y el vegano Tadeo Álvarez.
Esa fue labor de don Ulpiano, abuelo por cierto de don Cuqui Córdova, maestro de nuestra crónica deportiva, fallecido en 2020. Una de las principales calles mocanas lleva el nombre de este educador pionero.
DANILO RODRÍGUEZ
Danilo Rodríguez siempre fue un gerente agrícola de gran dimensión. Enamorado de la agricultura, desarrolló una hacienda de producción modelo. Fue un ejemplo vivo y dinámico del amor que se le debe a la tierra, sobre todo a esa tierra fértil que en el país solo Moca posee.
Lo recuerdo siempre con su equipo de trabajo y su ropa de faena, rumbo a su finca, sin conocer, como lo supe mucho después, que aquel hombre estaba sembrando una historia y dejando un legado a su pueblo nativo y al país. Hoy es un auténtico ejemplo y una referencia de trabajo y gerencia agropecuaria a nivel nacional.
FREDDY BRETÓN
Monseñor Freddy Bretón es mocano de Canca La Reina. Arzobispo de la diócesis de Santiago y presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano. Sin descuidar sus responsabilidades como sacerdote y pastor, es un escritor de valía, novelista y poeta, con un buen grupo de libros publicados y premiados.
La poesía mística que practica continúa una tradición en la literatura dominicana iniciada por Antonio Fernández Spencer, Manuel Rueda, Máximo Avilés Blonda, y en años recientes por Tulio Cordero, Fausto Leonardo Henríquez y el sacerdote anglicano Daniel Baruc, además de Mikenia Vargas García, Jit M. Castillo y Ofelia Berrido.
Es probable que sea el sacerdote de origen mocano que ha ostentado las más altas posiciones dentro de la iglesia Católica. Otro mocano de Villa Trina, monseñor Diómedes Espinal, es el obispo de la diócesis de Mao-Montecristi.
Y no olvidemos que el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, aunque nativo de La Vega, está emparentado con familias mocanas por ambos apellidos. Monseñor Bretón está a punto de formalizar su retiro pues acaba de cumplir 75 años en este 2022.
LUIS OVALLES
Luis Ovalles regresó a Moca después de establecerse en Santo Domingo con la fama de ser un virtuoso del saxofón y un músico de alto nivel. Lo recuerdo muy joven cuando llegó al primer ensayo de la primera big band formada en el país después de la super orquesta José Reyes que dirigió el maestro mocano Papa Molina.
El joven Ernesto Baba planificó crear en Moca una gran orquesta y Luis fue invitado a formar parte de ella. La dirigía Fausto Ramírez hijo, miembro de una familia de músicos, siendo su padre, don Fausto, uno de los fundadores de la Orquesta Sinfónica Nacional.
La orquesta “Interrogación”, que así se llamó, levantó un crédito enorme en todo el Cibao y fue dueña de las más memorables fiestas de la mocanidad de los años sesenta. Luis Ovalles estaba allí escribiendo su historia.
A los dieciséis años de edad formó junto a Adriano Miguel Tejada, que era el cantante, el grupo de rock The Bad Boys. Luis Ovalles, hoy reconocido como maestro, fundó Los Juveniles y luego Luis Ovalles y su Orquesta, que de orquesta de pueblo se convirtió en una agrupación popular a nivel nacional. La de Luis es una de esas historias prendidas en nuestras solapas de juventud, para siempre.
JUAN MORRIS DURÁN
Juan Morris Durán fue, por muchos años, solo Juan para los que le conocimos desde muy joven. Me llevaba varios años, pero era asiduo a mi hogar, pues mi madre tenía por él un inmenso cariño. Para entonces no se identificaba con su apellido -que él decía con su sonrisa de negro alegre y perspicaz, que era de origen inglés- y prefería que le llamaran Juan. Así lo conocí.
Un día se fue a Puerto Rico a trabajar, y de allá vino con dos mujeres afroamericanas del Salvation Army (Ejército de Salvación), una organización fundada por protestantes metodistas que realiza servicio social. Mantener a las dos servidoras de esa entidad costaba dinero y Juan no tenía los recursos. Habitualmente, las llevaba a mi casa a almorzar y luego, como decía, ya se la buscaría para ver donde les conseguía la comida del día siguiente.
El proyecto finalmente no prendió en Moca y Juan dejó partir a las “monjitas” evangélicas, como les llamábamos por su atuendo. Quizá fue la primera manifestación de servicio comunitario de Juan Morris, que luego, para sorpresa de todos los que le conocimos entonces, desarrollaría un liderazgo excepcional en barrios y juntas de vecinos. Probablemente, haya sido uno de los líderes comunitarios más efectivos que ha tenido Moca, junto a la incansable y cariñosa Milagros Rosario Candelier.
TEMPLO DE LA FAMA
Moca ha elevado a su Templo de la Fama a estas siete personalidades. Lo hace anualmente, desde hace nueve años. Un pueblo que consagra a sus grandes hombres y a sus extraordinarias mujeres en diferentes campos, es un pueblo que sabe orientar sus caminos hacia el porvenir.
Un pueblo que inscribe en su nómina de ilustres a sus auténticos valores, que sabe tasar a los que dentro de su sociedad han trascendido como ejemplos de virtudes y haberes emblemáticos, es un pueblo que con su pasado sabe construir presentes, encaminando siempre sus miras hacia el futuro. ¡Qué ejemplo para la Nación!
JPM