Ser y Estar/ Alegría y Tristeza

El Salmo cuatro, en el versículo ocho hace alusión a la alegría que da el Señor Dios Padre, señalando que esa alegría es interior y comparándola con la alegría exterior que provoca en otros el vino, pues esta  alegría es  superficial y pasajera.

Así dice el verso ocho del Salmo cinco: El Señor me ha dado más alegría interior que cuando ellos abundan en alegría y en mosto (Biblia de Jerusalén).

Es importante reflexionar sobre esto, pues el verso en cuestión está lleno de sabiduría. Muchos piensan que las personas religiosas, específicamente cristianas, no tienen emociones, excepto una: la alegría, y esperan que estén siempre sonrientes y alegres.

Incluso, cuando no es así, juzgan duramente: ¿Cómo puede estar triste éste? ¿Y no es cristiano? ¿Dónde está su alegría? ¿Y su sonrisa? ¿Acaso no está Dios con él? Por eso muchos cristianos intentan andar siempre con una sonrisa dibujada en los labios, con ojos y cara de maniquí.

Y no debe ser así. Estar triste no tiene nada de malo, es la manifestación expresa de una emoción por algo que ha pasado. Lo que podría no ser bueno es permitir que esa tristeza sea permanente, lo que significa que el acontecimiento que ha provocado la tristeza no ha podido ser superado.

Cuando eso sucede, hay que poner atención, porque si no se hace algo al respecto para que el acontecimiento que provocó la tristeza en esa persona, sea superado, entonces puede esa tristeza convertirse en depresión, pudiendo llegar la persona a hacerse daño a sí misma y a los demás.

El cristiano es una persona normal, común y corriente, no se distingue necesariamente por tener una alegría exterior permanente, sino por su comportamiento, caracterizado por dar frutos producto del amor con el cual ha sido capacitado para amar.

Una persona  muchas veces puede estar triste, y eso dice de su humanidad. Las emociones son parte del ser humano, la tristeza y la alegría, como la conoce el ser humano, nada tienen que ver con la alegría interior de la que habla el salmo.

La alegría a la que se refiere el Salmo no depende de las emociones, pues es una alegría que la da el hecho de que la persona a conectado con su identidad, con su procedencia, es decir que la persona que estaba perdida, se ha encontrado a sí misma, y de no tener sentido de pertenencia en el ámbito existencial, ahora si lo tiene.

Ahora se ha encontrado con su Dios, su Padre, quien le dio la vida a través de su Espíritu, quien le ama y le espera, ahora sabe que en este plano todo es circunstancial y pasajero, pero que él no, gracias a su procedencia.

Él es eterno, y ese conocimiento le provoca una alegría que es eterna también, y que, por lo tanto, no depende del sufrimiento emocional ni del sufrimiento corporal que le pueda provocar un determinado acontecimiento; ahora ha conocido la verdad, y la verdad le ha hecho libre.

Por lo tanto, esa persona que es feliz, pero que puede estar triste circunstancialmente, nunca permitirá que esa tristeza empañe  la alegría interior que viene de saber que «Dios le distingue con su amor» y evite que la misma pueda ser luz que llegue a otros seres humanos mediante sus actos de amor.

Muchas veces he dicho que una persona puede estar triste y ser feliz, así como también estar alegre y ser triste. Parece un juego de palabra, pero no es así.

Ser y estar indican cosas diferentes. El ser indica permanencia, el estar indica cambio. Cuando Dios le dijo a Moisés en su primer encuentro: YO SOY EL QUE SOY (Éxodo 3:14-16), le habló de SER que no cesa, que es infinito, que no cambia.

Estar es diferente, el estar es cambiante: ahora puedo estar triste, dentro de dos horas puedo estar alegre, el estar es circunstancial, el ser es permanente.

Por eso si te digo: estoy triste, pero soy feliz, te estoy diciendo que algún acontecimiento que ha sucedido, me ha provocado una emoción que se traduce en tristeza. Como ser humano, no la puedo evitar, la puedo esconder, disimular, pero no evitar.

La felicidad como estado del ser que es permanente, no sé ve afectada por ese acontecimiento, por lo tanto esa tristeza no me aniquila, puedo seguir actuando y haciendo obras de amor aún con ella, y tan pronto pasa la emoción que la provocó, adiós tristeza, pero la felicidad que ES y que viene de saber que «Dios me distingue con su amor», no pasa nunca, siempre que mantenga mi conexión con Él.

De ahí que lo importante no es afanarse buscando una alegría efímera, ni pretender mostrar una alegría que no tenemos ni sentimos, lo importante es buscar la razón de ser de cada uno de nosotros, para qué hemos venido al mundo y qué nos impulsa a seguir.

Lo importante es saber distinguir lo real de lo ilusorio, buscar con sinceridad nuestra identidad, buscar el agua que sea capaz de saciar esa sed permanente que ninguna agua de ningún lugar ha podido saciar.

Buscar nuestra identidad, es decir: a qué y a quién pertenezco, de donde procedo y a donde voy. Buscar nuestra trascendencia, no descansar en nuestra búsqueda, hasta encontrarnos con quien nos dio la vida, Él es la verdad, y la verdad nos hará libres.

c.aybar@nikaybp.com

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