Sequía en los corazones

imagen
EL AUTOR es investigador y empresario agroindustrial. Reside en Santo Domingo.

Por CESAR AYBAR

El corazón humano fue creado por Dios como un hermoso Jardín (el Jardín del Edén), donde habitaba el mismo Espíritu de Dios, y la belleza no tenía límites. Existían en ese Jardín toda clase de árboles agradables a la vista, y toda clase de hierbas y frutos buenos para comer.

Todo se desenvolvía allí de acuerdo a la armonía Divina. Lógico, en ese Jardín ni pensar en que pudiera algún día existir la sequía, y mucho menos pensar que poco a poco todas sus áreas verdes se irían convirtiendo en un árido desierto.

Todo sucedió cuando un día el ser humano confundió la libertad con algo que solo tiene apariencia de libertad y cambió la verdad por aquello que solo tiene disfraz de verdad, creyendo que le convenía.

De ese modo su corazón empezó a ser depredado sin control por él mismo, cuando sumido en total confusión, sacó de dentro de sí el amor, que es la única posibilidad de ponerle límite a la locura de poder individual e infinito que anhela, y que lo hace dañar todo equilibrio y toda belleza.

Desde entonces empezó la sequía, que ya abarca casi el corazón completo, dejando tras de sí un árido desierto sin vida, sin esperanza y lleno de dolor y angustia.

Un mundo en el que sus habitantes tienen sequía en sus corazones, es un mundo que se torna de por si árido, oscuro, sin esperanzas y sin futuro. Es un mundo en el que el ser humano pasa a ser instrumento de generación de bienestar y riquezas para unos pocos, instrumento que luego de ser usado hasta que sea conveniente, es simplemente descartado; un mundo donde la “cultura del uso y descarte” es predominante.

Un mundo caracterizado por la violencia y las guerras sin sentido, un mundo habitado por humanos, pero desprovisto de humanidad.

La sequía en los corazones de los seres humanos ha llegado a tal nivel, que no respeta ni siquiera su propia casa, la casa que es de todos, el hábitat de todo lo viviente: la tierra y todo su ecosistema.

Nuestra casa “clama por el daño que le pro¬vocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus pro¬pietarios y dominadores, autorizados a expoliarla.

La violencia que hay en el corazón humano, he¬rido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivien¬tes” (Encíclica Laudato Si`, Papa Francisco).

Todo este mundo afectado por la sequía en los corazones de sus habitantes, se refleja también en nuestra sociedad, en nuestra República Dominicana.

Para darse cuenta, basta con echar un vistazo: Inseguridad ciudadana, indiferencia social, caos en el tránsito, seguridad social insegura, enriquecimiento rápido e ilícito en perjuicio de la mayoría, exclusión social, etc.
Es necesario empezar a eliminar esta sequía en los corazones de la gente, de otro modo, en poco tiempo será casi imposible vivir en “nuestra casa”. Afortunadamente, esta sequía si puede ser eliminada por los seres humanos, no como la sequía de la naturaleza, que, en cierto modo, detenerla no nos es posible.

Para eliminar la sequía en los corazones, basta con un cambio de actitud, abrir la puerta al amor que todo lo puede y sacar de sí el egoísmo que todo lo destruye.
c.aybar@nikaybp.com

Compártelo en tus redes:
ALMOMENTO.NET publica los artículos de opinión sin hacerles correcciones de redacción. Se reserva el derecho de rechazar los que estén mal redactados, con errores de sintaxis o faltas ortográficas.
0 0 votos
Article Rating
Suscribir
Notificar a
guest
1 Comment
Nuevos
Viejos Mas votados
Comentarios en linea
Ver todos los comentarios