¡Seguiremos apedreando!

 
Quizás aplicando un método inductivo para morigerar o disuadir los ímpetus del presidente del Colegio Médico Dominicano (CMD), la ministra de Salud, Altagracia Guzmán Marcelino, acaba de revelar que ella también tiró piedras durante movilizaciones  escenificadas en el campus universitario de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
En lo que compete a nosotros que también hicimos otro tanto cuando éramos estudiantes universitarios en esa misma institución docente, esa actitud era normal, pero en su caso  parece dejar establecido, según señaló, que “ahora somos más juiciosos”. Lo que es lo mismo a  significar que los que ahora formulan demandas, no tienen juicio y se dedican a las “pedreas”.
Si acaso la ministra insinúa que, teniendo razón o no, el titular de la CMD, Waldo Ariel Suero debe dejar de lado las movilizaciones, huelgas y otros movimientos en demanda de las reivindicaciones que reclama el colegio de profesionales de la salud; su posición  es incoherente, acomodaticia e irresponsable.
Esto último, porque en el sentido que ella le da la expresión  de haber  tirado piedras en otros tiempos, parecería una exhortación a que se dejen lado las justas exigencias. Otra cosa  es el entender que esos reclamos son inoportunos, lo que sería más sensato.
Y a propósito,  bien recordamos que como periodistas, trajinamos al lado  de una elegante, robusta y enérgica Guzmán Marcelino, cuando era presidente  del organismo y reclamaba reivindicaciones para los hospitales públicos en la aciaga etapa que encabezó Joaquín Balaguer.
Pero como dice el pueblo, “una cosa es con violín y otra con guitarra”. La ministra debería apelar a otros argumentos, para rechazar las embestidas  de los miembros del sector salud.
Rememoramos que, al igual que Guzmán Marcelino, un otrora amigo, casi consorte como dicen los cubanos, le manifestó a una persona que nosotros todavía éramos unos “tira piedras”.
Correspondiéndose con lo externado por Guzmán Marcelino, ese funcionario, hasta hace unos años tal vez igual o más pobre de solemnidad que nosotros, entiende que los que todavía reclamamos ciertos derechos-al margen de métodos considerados errados-, no debemos  asumir  ciertas posiciones, y en cambio,  consentir una acción de gatopardo: hacer escaramuzas para que todo continúe igual.
El mantener la coherencia tal vez, exactamente, no se corresponda con el transfuguismo de cambiar de un partido a otro, sino mantener la verticalidad de nuestros prístinos ideales y no trastabillar en el camino. Esa actitud debería tener el carácter de lo ineluctable. Eso es ser coherente, estemos en cual que sea la parcela político-partidaria.
El estar en el poder no debe obnubilarnos hasta el extremo de llegar a la mezquindad en cuanto a las necesidades del pueblo dominicano  y la lucha que no debemos abandonar, si ciertamente lo que perseguimos es el bienestar de los dominicanos.
Pero tanto para la doctora Altagracia Guzmán Marcelino, como para el otrora amigo funcionario (en nuestro caso todavía nos consideramos como tal), los que no estamos con el sistema y demandamos reivindicaciones al igual que ellos en otra época; todavía somos tira piedras.
Pero si la bonanza los ha desanimado y defenestrado  su capacidad de asombro, les diremos que todavía muchos seguiremos desenvolviéndonos  “sin juicio y  a pedradas”, esto, en el sentido de reclamar lo que es justo.
jpm
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