San Agustín, Doctor de la Iglesia
De los 400 sermones que dejó escritos, se ha obtenido un material precioso donde se aquilatan sus valiosas enseñanzas.
Sin embargo, cuando Agustín se convirtió al cristianismo escribió sus Confesiones, donde narra su vida interior, su transformación espiritual que lo ha hecho famoso en todo el mundo y que está considerado como un best-seller. Lo mejor es, que gracias a su lectura muchos se han motivado a reencontrarse con Dios al ver como su gracia hubo transformado a un gran pecador en un gigante espiritual.
De todas las grandes enseñanzas recibidas a traves de este gran hombre de Dios queremos focalizarnos en su amor a la verdad. Agustin, fue un inquieto buscador. Aun desde su juventud y a pesar de haber andado errando en su busqueda, no descansó hasta toparse cara a cara con El: Jesus: Camino, Verdad y Vida.
En tal sentido, invita a que amemos la verdad, que la busquemos y la encontremos..
Por esto, tambien arguye a favor de la falta de diligencia en encontrarla. Veamos sus palabras: “El hombre debe esforzarse por evitar la ignorancia, la cual es culpable, porque ignora por su descuido, lo que, puesta la debida diligencia, debiera saber.
El Señor, mi Dios, instruye al que en El cree, y consuela al que en El espera, exhorta al que le ama, presta su ayuda al que se esfuerza y escucha al que le invoca.
No se te imputa como culpa la ignorancia involuntaria, sino tu negligencia en averiguar lo que no sabes”.
Theodore Tack en el prólogo de su libro:”Si Agustín viviera” dice: “Han transcurrido dieciséis siglos (ya son 17) desde la fecha de su nacimiento, 354 d.C., y aunque gozaba de amplia notoriedad en la Iglesia de su época, se le conoce aún mejor y se lee con mayor profundidad y despliegue en nuestros días. En la actualidad sigue siendo uno de los autores a nivel mundial sobre el que existe más bibliografía. Este dato lo podemos confirmar en el internet. Basta escribir su nombre en un buscador y vemos páginas enteras hablando de su vida y de su obra.
San Agustin, tambien alcanzó el orden episcopal. Su actividad como Obispo de Hipona fue enorme y variada. Predicó en todo tiempo y en muchos lugares, escribió incansablemente, polemizó con aquellos que van en contra de la ortodoxia de la doctrina cristiana de aquel entonces, presidió concilios y resolvió los problemas más diversos que le presentaban sus fieles. Se enfrentó a maniqueos, donatistas, arrianos, académicos, etc.
Para terminar quiero reflejar la gran humildad de este gran hombre de Dios citando las mismas palabras con que él dió fin a su grandiosa obra: “Pienso haber saldado, con la ayuda de Dios, la deuda contraída. Aquéllos a quienes le parezca que me he quedado corto o que me he excedido, han de perdonarme. Y quienes crean que lo hecho es lo justo, no me lo agradezcan a mí, sino a Dios conmigo”. (XX, 30,6).
JPM

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