¿Salir de la CIDH? ¡Pero raudos!

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Dada la incomprensión demostrada en la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, frente a la problemática que se vive en la República Dominicana con los migran tes haitianos y sus descendientes, la sociedad dominicana y sus gobernantes tendrán que evaluar la conveniencia de retirar su membresía de dicho organismo. En todas las demandas incoadas ante la CIDH contra la República Dominicana, nuestra imagen ha salido maltrecha, pues casi siempre las mismas son acogidas con la constante campaña que nos proyecta como un país de xenófobos que maltrata, discrimina, veja y expulsa de manera arbitraria a los nacionales del hermanos país, lo cual no es cierto. La CIDH ha llegado al extremo de emitir una sentencia que desconoce el derecho de soberanía del Estado Dominicano, cuando prácticamente le ordena cambiar su Constitución Política para sustituirla por una que reconozca el derecho a la nacionalidad dominicana a personas que siendo hijas de extranjeros ilegales nacieron en territorio dominicano, obviando las razones históricas de como obtuvo la nación dominicana su independencia nacional y los enfrentamientos de toda índole para echar a nuestros vecinos del territorio que hoy poseemos. En esa corte no se reconoce la inversión que hace el Estado Dominicano para ayudar a la población haitiana a mitigar sus necesidades de salud, de educación y de falta ingresos. Por cualquier hecho, real o supuesto que se estime pueda perjudicar a un nacional haitiano, es sometida y acogida una petición de condena contra la patria de Duarte y Luperón. La última decisión de la CIDH lleva a reiterar el criterio de que dada la realidad que vivimos frente a la nación haitiana que padece miseria extrema y teniendo al lado a nuestro país que tiene mejores condiciones de vida y una frontera prácticamente virtual, siempre decidirá migrar hacia nuestro territorio porque sus otras opciones son morirse de hambre en Haití o convertirse en alimento de los tiburones en el canal del viento, a la República Dominicana no le queda otro camino que no sea desafiliarse de la CIDH para poder lidiar con esta situación sin las presiones e incomprensiones a que dicha corte le somete por nimiedades, si se toma en cuenta el alto costo que a nuestra economía cuesta dicha migración. Habrá quienes argumenten sobre las consecuencias de no pertenecer a un organismo de integración tan importante, a esos les digo por adelantado que Canadá, Cuba, Estados Unidos y Venezuela no son miembros de la CIDH y esos pueblos no han perdido ni su independencia ni la libertad de sus países. La República Dominicana tiene que continuar su dialogo bilateral en la mayor armonía con la República de Haití y avanzar en el proceso de regularización de los extranjeros residentes en condiciones de ilegales; pero también debe frenar en seco la migración ilegal hacia su territorio a los fines de evitar que continúe el éxodo sin control.

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