SALCEDO: Tatá Pantaleón es sinónimo de lucha revolucionaria
SALCEDO.- Con 85 años sobre sus hombros, serios quebrantos de salud, pero con una mente muy lucida que a cada momento les traen tibios recuerdos de su juventud, Doña Tatá Pantaleón, asegura, que de morir ahora, lo haría con el orgullo de haber cumplido su misión a favor de los mejores intereses del país y de su natal Salcedo.
Dice que a pesar de los achaques muy propio de la edad, prefiere vivir con la esperanza de que algún día, las generaciones pasadas y la actual recobren el orgullo patriótico para que el pueblo dominicano salga según ella, del callejón en el que por décadas se encuentra sometido por los diferentes gobiernos que luego de la Guerra de Abril de 1965, en donde estuvo ejerciendo su papel de cuidadora de heridos, han gobernado esta media isla.
Para esta noble mujer, la palabra muerte y muy a pesar de sus achaques de salud, los cuales dice son comunes en una persona a su edad, no le aterran, ya que en toda su trayectoria de vida ha sabido cumplir con su misión de dar amor, sentir compasión por los demás, ayudar al prójimo, y sobre todo defender en el momento preciso, la patria que la vio nacer.
Amiga entrañable del fenecido dirigente del 14 de junio Alexis Brache, con quien junto a su hermano Rafael Pantaleón, organizaban células para la lucha revolucionaria, la que tanto ella como la juventud comprometida de esa época por los mejores intereses de la nación, esperaban con ansias, ese momento cumbre que llego en el 65, pero que de acuerdo a su criterio, el país fue engañado para despertar a una realidad mucho peor.
“La muerte de Alexis Brache, para mí y mi hermano Rafelito, fue muy dolorosa, pues ese 23 de septiembre de 1963, cuando nos enteramos de su asesinato, fue un duro golpe para el movimiento y para nosotros sus amigos, pues como te dije ahorita, tanto yo como mi hermano, junto a él formábamos células en los barrios de Salcedo, para arreglar esto que estaba muy mal”, dijo.
Sin embargo, a la muerte de Alexis, los adoctrinamiento continuaron hasta que su hermano Rafelito, a quien evoca con nostalgia y un profundo sentimiento de amor, se marcha para la estatal Univerdad Autónoma de Santo Domingo (UASD), en donde cursa la carrera de derecho, no sin antes aclarar, que es precisamente en la capital en donde los disturbios de abril de 1965 les cogen, y en donde este se enrola en uno de los comandos que les hacían resistencia tanto a los anti constitucionalistas como a los interventores.
Es ahí cuando Doña Tatá Pantaleón, luego de un primer intento por llegar hasta donde estaba su hermano el cual sufría de gastritis, logra dar con el, y esta decide quedarse en la ciudad capital en donde logra hacer buenas relaciones con Emma Tavares y con el mismo Francisco Alberto Caamaño Deño, el cual, en una ocasión, según refiere, le presta su fusil para que se tomara una foto que de manera muy celosa guardan sus familiares.
En la capital, de acuerdo a sus propias palabras, Doña Tatá decide quedarse en una casa ubicada en la calle Isabel la Católica con Padre Billini, por la cercanía del Comando 14 de Junio, en donde ayudaba con los combatientes que necesitaban atenciones luego de ser curado o con piernas rotas como resultado de los combates. “Alguien tenía que ayudar en esos menesteres, y como yo decidí no ir junto a las demás muchachas que si se fueron a pelear con un fusil, decidí hacer mi humilde aporte ayudando a los enfermos a que se recuperaran, ahí conocí a muchos hombres valientes que si estaban junto a Francis en el campo, peleando”, sostiene.
Una vez finalizada la guerra, Doña Tatá Pantaleón regresa a Salcedo, en donde junto a otras personas organizan un caluroso recibimiento a los hombres y mujeres que de esta ciudad combatieron defendiendo la patria, acto al que concurrieron decenas de personas de diferentes extractos sociales, y el que nunca en la vida se le podría olvidar por el inmenso significado, que según sus pasadas palabras han significado para ella y quienes esa tarde, se dieron cita al llamado Samán de la Señorita Gómez.
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