Retos medioambientales de la frontera

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EL AUTOR es abogado y regidor. Reside en Santo Domingo.

Por JESUS BATISTA

 

A lo largo de los casi 400 kilómetros de frontera que separan a la República Dominicana y la República de Haití, observamos la constante y penosa realidad ambiental entre los paisajes de ambos países. Del lado haitiano resalta a la vista el tono marrón pardo, característico de las zonas desérticas, situación está que se contrapone al verdor que se observa, del lado ocupado por la República Dominicana.

 

La génesis de la problemática ambiental fronteriza del litoral haitiano se remonta a casi un siglo atrás de indiferencia al tema medioambiental. La primera razón  a juicio nuestro, fue la falta de una maduración institucional del Estado haitiano. Hemos sido testigo de cómo aspiraciones particulares de grupos a lo interno de esa nación, han malogrado consistentemente las posibilidades de que construya y consolide un Estado democrático de derechos, que permitan un desarrollo integral de ese pueblo.

 

Sin estabilidad institucional es imposible establecer políticas públicas de ningún tipo, y mucho menos aquellas que señalen a modificar costumbres ancestrales, como es la tala de árboles con la posterior intensión de convertirlos en carbón vegetal, ante la falta de otras fuentes de energía al alcance de una población sumergida en la extrema pobreza, llevada a cabo por una clase política que sólo piensa en sus intereses particulares, llevando al pueblo haitiano a la peores de la miseria.

 

La evaluación de la situación medioambiental de la República de Haití, realizadas por organismos multinacionales, como el programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), califican la condición actual del Estado haitiano en materia ambiental como crónica, lo que atenta seriamente en contra de su seguridad alimentaria, Haití tiene menos del 3% de su territorio con vegetación, lo que es algo sumamente grave y alarmante ya que junto con la deforestación de su nación, están destruyendo los bosques, los ríos y la flora de República Dominicana.

 

Desde la década de los años 70, el Estado dominicano ha venido impulsando políticas de protección medioambiental, como ejemplo de ello podemos citar:  la Ley No. 123, que prohíbe la extracción de los componentes de la corteza terrestre (arena, grava, gravilla y piedras); la Ley No. 146, sobre Minería en República Dominicana; la Ley No. 67, que crea la Dirección Nacional de Parques; la Ley No. 632, que prohíbe el corte o tala de árboles en las cabeceras de ríos y arroyos que nutren las cuencas hidrográficas de todo el país.

 

Otras acciones llevadas a cabo por el Estado dominicano han sido: el programa de reforestación a gran escala, Plan Nacional Quisqueya Verde, la transformación de la dependencia del carbón y la madera, al uso de gas para cocinar, complementado con el cumplimiento efectivo de las leyes y regulaciones medioambientales.

 

Al día de hoy el Estado dominicano mantiene su compromiso con el medio ambiente y más específicamente con el medio ambiente en la zona fronteriza, una muestra señera de esto lo es, la excelente actividad que en esta misma semana realizo el Ministerio de Energía y Minas, nos referimos al “Foro Frontera, de Energía y Minería”, en el cual el ministro Pelegrin Castillo dijo que el ministerio está desarrollando un programa de alternativas eficientes de energía que sustituyan el carbón vegetal, lo que consideramos una excelente iniciativa del ministerio, pues demuestra estar pensando en nuestras próximas generaciones.

 

En función de estos exitosos planes de acción ejecutados por el Estado Dominicano, el Programa de la Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), valoran como muy bueno el estatus actual de República Dominicana en material de gestión de su ecosistema medio ambiental. Sin embargo, lo correcto sería que esos organismos internacionales, enfoquen su energía para auxiliar e ir en la ayuda de Haití.

 

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