Recuerdos y enseñanzas de la niñez

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CARLOS VIDAL. EL AUTOR es profesor. Reside en Enriquillo.

Por   CARLOS VIDAL

 

Recuerdo con mucha claridad, cuando salían las calles de mi pueblo del municipio de Enriquillo, Provincia de Barahona. Pueblo, al que diariamente recorría por todas las calles, en muchas ocasiones visitando personas, buscando comida para algunos animales que criaba, limpiando zapatos, caminando con las monjas, en fin haciendo algunas actividades para cubrir gastos propios, pues había que ganarse el sustento como una manera de honrar el trabajo y apalear necesidades del hogar.

En mis acostumbrados recorridos, porque me gustaba mucho caminar, siempre había la advertencia de una madre o un padre que decía. ¡no quiero pleitos¡ ¡no quiero que se encuentren nada en la calle¡ ¡lo que ven en la calle no le pongan la mano¡ porque ustedes saben lo que le pasa. Además, las cosas ajenas se respetan, si algo le van a dar tienen que ganárselo para que nadie les diga que ustedes están pidiendo. ¡Entendieron ¡con un tono muy autoritario… de un hogar con grandes principios éticos y buenas acciones morales.

Me recuerdo que por mi simpatía con las personas, acostumbraban a regalarme muchos objetos, animales (perro, gatos, gallinas, palomas, etc.), los cuales llevaba con mucha frecuencia a la casa. El llevar estos animales u objetos me costaba un interrogatorio muy fuerte sobre la procedencia de los mismos, lo que al final concluían agarrado de manos hacia la persona que yo decía que me lo regalo. Esa acción se hacía por a cada objeto regalado a cada uno de los demás hermano, lo que obligaba a caminar por la raya, como dicen en los pueblos.

¡Saludos!, eran la acostumbrada entrada de cortesía de la madre. ¿Se encuentra……? ¡Sí ¡dígale que por aquí anda la mamá de N…. que vino a preguntarle por un pollito que él dijo que ella le regaló. ¿Le regaló usted el pollito a N…….? ¡Claro que sí, yo se lo regalé porque me limpió unos zapatos ¡ Pero libre Dios, que eso fuera mentira, ya se sabía lo que tocaba por decir lo que no era.

Con esto quiero concluir que, en la crianza bajo normas morales positivas, el tener que rendir cuentas de tus acciones y el tener unos padres que monitorean lo que haces desde pequeño, llevan al ser humano que en lo adelante cuando sean adultos, estén formados para rendirle culto a la honestidad. La educación en la familia encaminada por valorar las acciones éticas, es vital para la formación de un ser humano íntegro y sobre todo respetuoso de las cosas que no le pertenecen y que hablen la verdad ante cada acto que usted cometa. En un hogar con buenas costumbres, se forman hijos e hijas con buenas costumbres.

 Los hijos son como la vasijas del alfarero, si la dejas sola en el torno, tomará la forma que ellos quieran, más sin embargo si usted se encarga de moldearlos como desee que queden, esa forma tomará. ¡Yo creo en esta crianza ¡

carlos90444@gmail.com

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