Razón, interés y emoción en la política dominicana

Por FELIX REYES

De alguna forma relacionada con los tres tipos de alma (racional, concupiscente e irascible) descritos por Platón, una característica presente en la política dominicana consiste en la intervención de actores que concurren al escenario político con motivaciones diferentes, sean estas el convencimiento razonado, el interés, material o la emoción, inducida o no.

Como en toda tipología contrastada con la evidencia empírica, está claro que ninguna de estas motivaciones se manifiesta de manera pura, pudiendo concurrir en un mismo actor más de una motivación.

La motivación política que se origina en el convencimiento razonado nos remite a la dirección política de las fuerzas que aspiran obtener o retener el poder. Son ellas las que señalan los caminos a seguir (estrategias) para lograr los objetivos señalados.

Es válido observar que en nuestro país, esas direcciones políticas no se reducen a direcciones partidarias, sino que pueden incluir actores externos a los mismos, como renombrados comunicadores, “think tanks” y centros que influyen o pretenden influir en las políticas económicas, sociales y culturales, así como organizaciones que se reclaman representantes de la sociedad civil.

Los actores cuya motivación es el interés material son aquellos que participan en la política procurando obtener o mantener beneficios económicos como retribución por el aporte que hacen. Esta motivación ayuda a explicar algunos rasgos de nuestro sistema político, como el clientelismo y la concepción patrimonial del Estado, en los que el intercambio de favores define la relación política.

En la República Dominicana, sin distinción de partido, la promesa de un empleo, la conservación del mismo, el disfrute de sinecuras, el acceso privilegiado a contrataciones públicas, entre otras, pueden citarse como ejemplos de situaciones en las que predominan actores cuya motivación principal es el interés material.

En muchos casos en que la motivación es el interés material, este es disimulado bajo el eufemismo de “participar en el poder” o “servir a la nación” en el ejercicio de una función pública.

Lo anterior no significa que las aspiraciones basadas en estas motivaciones no sean legítimas. De hecho, en sociedades donde el sector privado ha sido incapaz de generar los empleos necesarios para la reproducción material, el estado ha suplido este déficit, sirviendo al mismo tiempo como ente dinamizador de procesos de movilidad social y de circulación de las élites.

Finalmente, encontramos aquellos actores cuya intervención en política está motivada principalmente por la emoción. Se trata de aquellos actores que, expuestos a formas de comunicación propagandística de las fuerzas enfrentadas, participan en esos escenarios movidos principalmente por sentimientos y emociones. En un sentido son los “verdaderos creyentes” de los que habla Eric Hoffer.

En los escenarios electorales de sociedades democráticas, debido a que por cada “servidor público” existe más de uno que aspira a sustituirlo, entre las fuerzas enfrentadas existe una tendencia al equilibrio cuantitativo de los actores movidos por convencimiento racional y los intereses materiales, constituyéndose los actores movidos por la emoción inducida en el factor que decide la victoria o derrota de una y otra fuerza.

En la República Dominicana, es más que evidente que, debido a la situación de emergencia creada por el covid-19, los partidos políticos intentan disimular su enfrentamiento, declarando intenciones de unidad nacional para aparecer como los más sensatos y confiables ante el segmento de la población votante que, como he señalado, es el decisivo.

Durante un tiempo, entre estos actores la emoción predominante que los movilizó fue la indignación suscitada a partir de diversas matrices (la corrupción, la migración haitiana y la inseguridad), culminando con la instrumentación magistral de “los muchachos y muchachas de la plaza“ por parte de las fuerzas de oposición.

Hoy el escenario es completamente diferente, siendo las emociones predominantes el temor y la incertidumbre. Por ello los discursos cambian, tratando de adaptarse a la nueva situación.

La conclusión de este escrito es de que la fuerza que resultará victoriosa será aquella que logre instalar en la población el mensaje de que tiene mayor capacidad para gestionar las enormes tareas que nos impone la nueva situación, despertando la esperanza de que el mundo y nuestras vidas no serán tan diferentes a la que teníamos antes.

JPM

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Louis
Louis
4 Años hace

UF! Quién es este Félix Reyes.? Seguro que otro digno representante de la diáspora dominicana. No cabe mejor conceptualizsción sobre la fauna política de nuestro país que las consideraciones expuestas por el articulista de marras. Me luce que faltó destacar la heredad o génesis que ha permitido articular esa realidad en el mundillo dominicano. Señor Reyes, usted ha enunciado y desnudado una verdad incuestionable: bastaría observar el comportamiento del liderazgo actual. El que supuestamente, anularía las prácticas de los tres caudillos idos hace décadas. Muy por el contrario, las han dimensionado, desde los conceptualizadores, pasando por los moralistas y finalizando… Leer mas »

Julia Alicia Arias Mejía
Julia Alicia Arias Mejía
4 Años hace

Dios mío que definición de lo que pasa en realidad….yo estoy en el grupo de emoción decidiré, pero por favor hasta cuándo es esto 😷😷😷😷😭😭😭🤧🤧🤧🤕🙏🤕🤕🤕🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🇩🇴🇩🇴🇩🇴♥️♥️♥️🌹🌺☕😎

Pedro
Pedro
4 Años hace

La Historia del país (y de toda la humanidad) es ese enfrentamiento perpetuo de intereses de clases, grupos y hasta de individuos en algunos momentos.

Pedro
Pedro
4 Años hace

Excelente!

Enemencio
Enemencio
4 Años hace

Empecé a leer, pero me sacó el aire.

Alex
Alex
4 Años hace

Tremendo artículo, la historia está llena de otros ejemplos que ilustran como en momentos de crisis hay actores que se crecen y otros que se disminuyen.

Freddy
Freddy
4 Años hace

En eso destaca la excelente labor que está haciendo Gonzalo Castillo, en medio de la crisis . Excelente artículo querido amigo .