¿Quién guardará una esquirla de honestidad?

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EL AUTOR es abogado. Reside en Santiago de los Caballeros.

 

 

Hay momentos  en la vida en que los seres humanos nos volvemos susceptibles a las pasiones del espíritu y nos dejamos envolver por sueños ajenos. Es esa fragilidad subjetiva lo que nos domina y nos lleva a los extremos peligrosos de algún laberinto desconocido. Siempre son los afectos entrañables o el ángel de alguien lo que nos hace errar y caer en una trampa parecida a aquella preparada para cazar osos gigantes sin tener la experiencia del avezado montero de la espesura.

 

Otros instantes en nuestra existencia terrenal nos hacen ver lo desgarrador que significa para los humanos con sentimientos de nación, coexistir en un territorio donde el estrés y la incertidumbre consumen despaciosamente su cuerpo social sin nada ni nadie en absoluto que se conmueva para hallarle corrección a esos estados espirituales del hombre y la mujer dominicana.

 

Es posible que esas y otras circunstancias sociales, políticas y económicas causen en nuestra personalidad deontológica alguna inflamación en lo más recóndito de nuestra sensibilidad individual y renovadora. No siendo así lo sucedido, es natural en los seres humanos resistirse sin doblez a las dificultades que afectan el alma. Y que es el alma sino la capacidad de sentir y pensar.

 

Sin embargo, lo que no debemos permitir que suceda es darle paso a la explosión del volcán de quejas y conflictos que se han anidado en nuestro interior sin calibrar el obturador o válvula que controla nuestras irritaciones o impulsos emocionales. A veces nos dejamos llevar por el deseo de transformar aquello que creemos que no marcha bien en la sociedad y en ese instante de fragilidad psíquica nos abrazamos a representaciones y a ideales que aparentan esa salida que buscamos.

 

No obstante, ese estado de angustia que parece calcinar nuestra sensatez no nos permite, en los más de los casos, la serenidad de juicio que se necesita para entresacar del montón de impurezas que suelen estar depositadas en todos los partidos políticos del sistema. Y, es precisamente por esto y por aquello que nos olvidamos que nuestra sociedad está en medio de un proceso de transición política que nos expone, a ricos, pobres y a los propios empresarios e industriales a aceptar este periodo gubernamental y los próximos cuatro años que faltarían para completar la transición.

 

Porque a pesar de los dislates que estamos observando en este gobierno, tenemos que coincidir en el hecho de que promover un cambio en este curso transicional expondría al país en su conjunto a meterse en camisa de once varas, desde lo político hasta lo eminentemente económico.

 

Es que el tiempo y la acentuada falta de un liderazgo político catalizador nos obliga a pensar, como dijera el psiquiatra y lingüista francesa, Jacques Lacan, que la verdad tiene estructura de ficción, aun así es la verdad.

 

Nada debe azuzarnos, ni los acosos de los gemidos y protestas de las masas ni mucho menos nuestras propias presiones de anhelar un cambio en el estilo de vida que puedan hacer más llevaderas todas las dificultades y obstáculos que hay que superar en este mundo globalizado en el que nos ha tocado vivir.

 

Si acaso nos equivocáramos ahora en tratar de reconquistar todo lo bueno que hace tiempo que hemos dado por perdido nos tomaría varias generaciones recomponer y realinear los pasos que iluminan la trayectoria de una sociedad.

 

Ciertamente, el pueblo exhibe un hastío o cansancio de un partido y de un grupo de hombres con ambiciones desmedidas que en cuanto a tenencia no saben cuánto es bastante, porque por lo visto ningunos de ellos p0odria presumir de guardar una migaja o esquirla de honestidad.

 

La historia moderna nos dice que unos y otros se han alternado en el poder pero todos lo han hecho tan mal que parecería que unos y otros son los mismos.

 

Si por cuestiones del azar nos olvidáramos de ver que las lagunas de los partidos políticos del sistema [los de oposición y el que está en el poder] no es más que un hábitat político lleno de viejos y de jóvenes caimanes que han estado soleándose por muchos años con las fauces abiertas esperando el menor descuido del indefenso pueblo para engullirlos y degustarlos como si se tratara de los celebres banquetes de los dioses de la Antigua Roma.

 

Alguien se preguntaría de una manera muy interrogativa cuándo será que podría surgir ese personaje reivindicativo tan esperado por todos (ricos, pobres, industriales y empresarios marginados). Creo que esa representación o imagen política esta latente en el más hondo sentir del pueblo pero aun no se ha manifestado en el seno sagrado de nuestra sociedad.

 

Ese líder tendrías un carácter mesiánico pero revestido de toda la investidura de la honestidad, la decencia, la seriedad y, sobre todo, de esa firmeza de carácter que exigen los nuevos tiempos y de lo que estamos careciendo hoy.

 

Recordemos, finalmente, que estamos viviendo una coyuntura política y social excesivamente volátil y, p0or tanto, un periodo especial que nos ha tocado vivir el cual nos recomienda una actuación entrañablemente juiciosa y concienzuda, por todo lo que he expresado anteriormente.

JPM

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