PUERTO RICO: Centro para la Mujer Dominicana cumple veinte años

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Romelinda Grullón

SAN JUAN.- Hace 20 años, Romelinda Grullón se mudó a Puerto Rico desde Nueva York con el sueño de aportar a que las personas de su natal República Dominicana que vivían aquí, pudiesen tener mejores condiciones laborales. Sin embargo, cuando comenzó a hacer contactos con organizaciones y personas afines, se dio cuenta de que uno de los principales problemas de las mujeres que migraban era la violencia que las acechaba.

Un sondeo con entrevistas al azar entre las mujeres dominicanas le confirmó la sospecha: ocho de cada 10 eran víctimas de violencia doméstica o agresión sexual.

“Pudimos determinar que la situación de violencia de género en mujeres era un asunto de salud pública que había que atender. No había ninguna organización dedicada a eso”, rememora.

Desde entonces cambió el enfoque de lo que quería hacer y hoy puede decir que a través del Centro para la Mujer Dominicana, que fundó en 2003, ha dado asistencia, apoyo y empoderamiento a miles de mujeres y niños —que muchas veces llegan con golpes que se ven y que no se ven— sin un lugar donde dormir, ni un centavo para comer.

“Si aquí llega una mujer con hambre, de aquí no se va a ir con hambre”, afirmó Grullón ayer sosteniendo la mirada, hasta que las lágrimas la traicionaron. Han sido y siguen siendo demasiados los casos que atiende de mujeres y sus familias que no tienen alimentos, aseguró.

Luego de reflexionar un poco, señaló que se ha mantenido todo este tiempo firme en su empeño, porque entiende que hay que dar la batalla para que todas las personas tengan las necesidades básicas cubiertas. Lo contrario para Grullón es simplemente “inconcebible”.

De sus relatos trasciende cómo ha enfrentado a los oficiales de la Policía, funcionarios de todos los niveles de gobierno, agentes migratorios, agresores y a todo el que ha sido necesario con tal de defender los derechos, la seguridad y dignidad de las mujeres que acuden al centro.

Lo hace con pasión, entrega, insistencia, a veces con rabia y otras con cierto sentido de maternidad, según la situación lo requiera.

“Han sido 20 años de mucho aprendizaje, de mucha lucha, de muchos logros. Veinte años, podemos decir, bien vividos a través de este espacio. Son miles las mujeres que se han podido impactar, que han podido salvar sus vidas, que han podido hacer un cambio, que se han podido reencontrar con sus familiares que han dejado en sus países de origen”, expresó.

El centro ha tenido al menos cuatro localidades. La sacaron de los primeros dos espacios que consiguió para dar servicio. Luego, con el apoyo del Instituto de Derechos Civiles, se instaló en la calle José Julián Blanco, en Río Piedras, que fue la tercera casa del centro. Hoy ocupa un establecimiento en la calle Robles, también en Río Piedras.

Todo cuanto ha hecho, sostuvo, ha sido posible gracias a quienes identifica como grandes colaboradoras, como la fallecida exprocuradora de las mujeres Dolores “Tati” Fernós, Wilda Guerrero, Hanna Moscoso y Delia Figueroa, así como el Comité Dominicano de Derechos Humanos, entre muchas otras personas y entidades.

Al repasar este tiempo, Grullón puede decir que en Puerto Rico ha mejorado “un poco” el racismo y la xenofobia, males que asegura siguen existiendo, pero de una manera más solapada.

“Se hacía bien difícil poder fortalecer este espacio porque sentíamos rechazo o sentíamos que no éramos bienvenidas; sentíamos que nos cuestionaban por qué no nos íbamos a nuestro País, que por qué no formaba yo un centro allá (en República Dominicana), si allá también hay violencia. Era mucho más difícil”, afirmó.

Una de las cosas que indica no ha cambiado es la falta de recursos para atender las situaciones que viven las personas de estatus migratorio irregular, y las mujeres que salieron huyendo de la pobreza, la violencia o ambas.

Estas mujeres tienen que trabajar largas jornadas por salarios bajos, en condiciones que no siempre son las mejores, sin acceso a servicios médicos y con miedo a ser deportadas. Organizaciones como el Centro para la Mujer Dominicana atiende todas esas interseccionalidades con los recursos que allega, y también tienen que competir por la asignación de fondos —que casi nunca son recurrentes— y para los que hay que cumplir con requisitos onerosos.

“Los fondos están bien limitados para ciertas áreas. Considero que se debe evaluar la forma como se apoya a las organizaciones, especialmente las que estamos trabajando con el área de violencia doméstica y de agresión sexual de la mujer, y más de las mujeres inmigrantes. No deben ponernos a competir, sino (que se asignen los recursos) de acuerdo a las necesidades, a la problemática que se atiende, y que no sean tan restrictivos”, señaló.

Grullón entiende que las ayudas sociales no deben ser discrecionales cuando se trata de mujeres migrantes víctimas de violencia o que están cobijadas por una orden de protección. Así —como sucede en muchas jurisdicciones de Estados Unidos— pueden recibir los cupones de alimento, vales para vivienda y seguro médico, que son esenciales para empezar a romper el ciclo en que están inmersas.

Los servicios que ofrece el Centro para la Mujer Dominicana incluyen asesoría legal, así como acompañamiento en los tribunales —sin importar la hora o el día— no solo en San Juan, sino también en áreas como Utuado y Carolina. Cuentan con profesionales de trabajo social, servicios psicológicos, ofrecen programas de educación y talleres sobre cómo salir del ciclo de violencia.

También se esfuerzan para que entre las mujeres que reciben servicios haya lazos de amistad y de unión, porque en ocasiones es la única familia con la que van a contar en mucho tiempo.

Entre los logros más recientes está la publicación del libro «Narrativas de Lucha: mujeres inmigrantes y violencias de género en Puerto Rico», en el que participaron la doctora Elithet Silva Martínez, Delia Figueroa, Noelia Delgado y Grullón.

La publicación —que se presenta hoy y estará disponible en librerías— recoge una investigación con más de mil mujeres que contaron sus experiencias, y que puede servir de referencia a escuelas, universidades, y organizaciones, para mejorar la política pública sobre la mujer migrante.

Para comunicarse, solicitar servicio o hacer donaciones se puede comunicar al (787) 772-9251 o al (787) 528-6199.

EL VOCERO

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Magna Santiago
Magna Santiago
1 Año hace

Mi sobrina Licenciada Ivonne Lozada,salió encantada con los dominicanos y dominicanas que conoció allí.

Jorge Avila
Jorge Avila
1 Año hace

Felicidades a esa gran mujer dominicana. Romelinda es luchadora, valiente y dedicada. Larga vida y que sigas cosechando éxitos.

lupe65$65r
lupe65$65r
1 Año hace

eeeeeeeeee