Populismo y crisis

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LA AUTORA es comunicadora. Reside en Santo Domingo.

Un reciente tema de actualidad ha sido el auge del populismo en la política en muchos lugares del  mundo.  Todo ello  como consecuencia de  crisis, no solo económicas sino también de confianza hacia las Instituciones públicas existentes y  a los partidos políticos tradicionales.

El populismo es definido por la Real Academia Española como:”Tendencia política que pretende atraerse a las clases populares”. En un sentido negativo podría definirse como pura demagogia cuando es sólo una estrategia  política.  Esto es,  atraerse el apoyo de las clases populares sin otro objetivo que la obtención del poder.

En un sentido positivo se define populismo a movimientos sociopolíticos que buscaban la prevalencia de los intereses del pueblo contra una élite o clases dominantes.

Se ha llamado populismo de izquierda al gobierno de Chávez y Maduro en Venezuela. Podríamos llamar populismo de derecha a la de partidos europeos que, beneficiándose de la crisis económica, han crecido en número de votos utilizando propuestas de campaña demagógicas.

La democracia se basa  sobre opiniones  de la población al respecto de las causas de la crisis.  Opiniones que pueden ser fruto de manipulaciones o de visiones distorsionadas de la realidad.  Como, por ejemplo,  hacer de los inmigrantes culpables de una crisis que tiene otras causas y otros culpables.  Confusión que debería ser aclarada, repetida y explicada mil veces para que la gente la asimile definitivamente, a menos que haya una intención de entretener y hacer creer que esa es una de las causas del problema. Como por ejemplo fue uno de los motivos tomados en consideración por los que votaron por la Brexit en Inglaterra.

Este desorientamento de la población al respecto de las causas de ciertas crisis y como resolverlas es tocado por la ex periodista Naomi Klein en su última obra “Shock Politics” en el que reprende de nuevo el tema de su libro “Shock economy: la llegada del capitalismo del desastre”, en la cual define el Shock como una estrategia brutal, en la cual se utiliza el desorientamento de la opinión pública después de un trauma colectivo, guerra, golpes de estado, ataques terroristas, caída de mercados accionarios y desastres naturales para hacer pasar medidas radicales a favor de grandes empresas.

El hecho es que, según ella, ante el desconocimiento de la gente de lo que realmente está sucediendo es más fácil  llevarla a creer lo que quieren hacer creer  y a cometer decisiones equivocadas. Es allí donde el Estado con sus leyes y límites debería funcionar pero la corrupción de las clases políticas es cómplice y coautora de estos actos.

En una sociedad con un capitalismo rampante, en el cual  el poseer dinero es el símbolo de que se ha triunfado en la vida, la llegada fácil de éste a través de la influencia política ha hecho perder a muchos hombres de Estado la dignidad de su rol y otros, tantos, nunca la han tenido por que han visto la política desde el inicio solo como un medio de obtener lo que no pueden lograr por sus propios meritos.

El advenimiento al poder de Chávez en Venezuela obedeció a un pueblo cansado de vivir en continuas crisis económicas, un país rico en recursos cuyas riquezas terminaban ahogadas en el mal manejo y en la corrupción política.  Porque el resultado de la corrupción es siempre ese, el estancamiento y el atraso, o el cambio drástico y/o  la revolución. De que estas últimas tengan buen fin o no dependerá de muchas variables pero el hecho es que esos hechos históricos se han repetido en la historia, con manifestaciones diversas, pero siempre con resultados que pueden dejar muy mal a sus causantes.

La historia es un grande maestro, especialmente para un político. En Italia en un artículo  de la actual Secretaria de Educación, Valeria Fedeli, ésta señala que:”La Historia es una cosa seria. Que este claro, la historia en cuanto método critico de percepción de los hechos, antes que de simple conocimientos de los eventos”. Políticos, diplomáticos, periodistas, hombres de Estado, economistas deben conocer la historia para gestir, advertir, prevenir y evitar problemas en el presente y en el futuro..

Con el populismo los políticos buscan seducir a las masas prometiendo cambios que quizás, en el fondo,  saben que no podrán cumplir, pero que en un momento de desilusión e incomodidad social puede ser una carta triunfante. Esta nueva demagogia se alimenta de encuestas, de opiniones que circulan en las redes, en los nuevos medios de socializar que llegan a todas partes y que son tomadas en consideración por los políticos como un big data para conocer los puntos que deben desarrollar en sus programas políticos.  La política populista se alimenta de esto. Y existe el peligro, según escribió Henry Kissinger en su última obra “Orden Mundial”, “de que lleguemos al punto de que el rol del candidato sea solo recoger fondos y expresar convicciones sacadas de  estas fuentes de información. Programas de gobiernos basados sobre probables preferencias y prejuicios de los individuos y no de las situaciones concretas y a menudo mucho más complicadas. La democracia debe evitar una evolución hacia un resultado demagógico, basado sobre el deseo de las masas en vez de un proceso razonado de los padres fundadores”. El libro de Kissinger fue escrito antes de la victoria de Donald Trump, y señala el peligro de la simple demagogia en un ámbito complicado y delicado como es el de la política.

El político debe hacer cuentas con la realidad y con las complejidades de una gestión de gobierno. Debe poder profundizar en los problemas reales y en las soluciones factibles. No puede ser instrumentos de grupos económicos y/o políticos ya que debe gobernar por los intereses de todos, y por el bienestar de todos, sobre todo de las franjas más débiles y perjudicadas de una crisis.  En comunidades de países hay que estar atento a que países más fuertes se aprovechen de los más débiles, o viceversa. O que presiones de sectores económicos primen por encima los intereses de los pueblos más  pobres.

Mucha de la fe que se ha perdido en los políticos tradicionales es que de alguna manera las masas ya no se sienten representadas por estos. Como se ha explicado de ahí vienen las preferencias populistas, y el voto por candidatos outsider.  El hecho es que aunque demostrando que muchos de estos políticos populistas son unos farsantes, si la crisis continúa sin soluciones eficaces, podrían surgir otros líderes y otras corrientes políticas del mismo estilo.  O simplemente se ahondaría un problema sistémico que podrían traer cambios buenos o malos.

La gente normalmente busca lideres que resuelvan situaciones económicas sin a veces entender cómo puede hacerlo.  Por ello es que, en la desesperación, creen en promesas a veces absurdas y son las victimas de demagogos sin escrúpulos. Usemos los instrumentos modernos para comunicarnos y unirnos con informaciones reales. La tecnología debe ser usada para el bien, en este caso, informar y analizar, no manipular.  Y  continuar a  luchar por una democracia que funcione mejor, si es necesario,  crear  nuevos mecanismos para que esta sea más eficaz y transparente,  si la que se tiene no está dando buenos resultados.

draindirablanco@gmail.com

JPM

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